Cultura y sociedad

Las Visperas Sicilianas, Aragón y Boccaccio

    
Procida
      Juan de Prócida fue un diplomático italiano que inspiró el levantamiento de las ciudades sicilianas contra el dominio francés, al que acusaban de centralizar el poder y trasladar la capital de Palermo a Nápoles durante el reinado de Carlos de Anjou. Solicitaron acogerse a la soberanía papal, que la rechazó y les excomulgó, y, a continuación, se la ofrecieron a Pedro III de Aragón, que la aceptó y se desplazó a la isla, por lo que fue también excomulgado por el papa que promovió una cruzada.
      Este complicado panorama se desarrolló durante la pugna entre el Emperador y el Papa en el siglo XIII. Los franceses habían apoyado al papado que, por esta ayuda y excomulgado el rey de la corona aragonesa, que se declaraba vacante, se la ofrecieron al rey de Francia Carlos de Valois.      
     Con estos hechos, que comienzan el 30 de marzo de 1282, un reino hispano, la corona de Aragón, inicia su participación en la política italiana con esta petición de ayuda siciliana. Los monarcas aragoneses demostraron una gran habilidad política en el tablero que disputaban el Papado y los reinos de Francia, Aragón y Nápoles. Los aragoneses heredaron los intereses del emperador Federico II en el Mediterráneo1.
Vísperas Sicilianas. Archivo corona aragonesa
      Detrás de la figura que inspira las Vísperas Sicilianas se encontraba Giovanni de Procida. Y junto a él otro noble del sur de italia, Roger de Lauria, que llegó a ser almirante de la flota naval aragonesa, de forma brillante tanto en el sur de Italia como en la defensa de Gerona, obteniendo como recompensa el condado de Concentaina.23 Roger de Lauria, con el tiempo, y su recuerdo, fue asimilado en el repertorio de la historia militar española dando nombre a la segunda bandera de la brigada paracaidista del Ejército de Tierra español.

      Las Vísperas Sicilianas tuvieron reflejo e influencia en la cultura popular. En la música fueron reflejadas en una homónima ópera por Verdi4, con bellos pasajes como el de Procida cantando a su Palermo añorada.
Roger de Lauria
      Giovanni Procida y Roger de Lauria aparecen también como personajes literarios en el Decamerón de Giovanni Boccaccio (Decameron) por la admiración que el autor sentía hacia ellos. En el sexto cuento de la segunda jornada cambia el nombre al protagonista de Giuffredi en Gian de Procida enmarcando la acción en los inicios del levantamiento contra los franceses en las vísperas sicilianas y en los inicios de la influencia aragonesa en Sicilia. Y en la novela sexta de la quinta jornada Ruggier de Luria, Roger de Lauria, salva a Gian de Procida y su amada, que había sido obsequiada al rey Federico, sin conocer la categoría de su amor por Procida ni los servicios prestados por la familia a la causa del rey hasta que no se lo advierte el marino Lauria tras reconocer a los enamorados cuando iban a ser quemados y estaban atados al palo de su posible final.
      El Decamerón (Umana cosa è aver compassione degli afflitti) comienza señalando lo humano que es tener compasión por los afligidos y relata los efectos de la peste bubónica de 1348, y de como los florentinos abandonaron la ciudad buscando en el campo un aire más sano según los conocimientos de la época. En 2020 su recuerdo permanece tanto por los errores de diseminar el virus en las zonas rurales como por los deseos de evadirnos de la realidad circundante. 


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1DONADO VARA, J., ECHEVARRÍA ARSUAGA, A., BARQUERO GOÑI, C.: La Edad Media: Siglos XIII-XV. Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid. 2009. Páginas 53-56.
2HINOJOSA MONTALVO, J.: La expansión mediterránea de la Corona de Aragón, dentro de Historia de España de la Edad Media, obra coordinada por Vicente Álvarez Palenzuela. Ariel. Barcelona. 2011. Páginas 575-580.
3GONZÁLEZ MINGUEZ, C.: La reacción oligárquica frente al poder de las monarquías, dentro de Historia de España de la Edad Media, obra coordinada por Vicente Álvarez Palenzuela. Ariel. Barcelona. 2011. Páginas 614-616.

La búsqueda del tejido inconsútil

    
      Nací en una casa que se sumergía en el tiempo recordando una sastrería. Jugaba viendo como las gallinas picoteaban el grano mientras las sastras calentaban las planchas con ascuas y veía como con una tiza, que diseñaba tejidos imaginarios, hacían trazos reales que luego se recortaban en el tejido. Elaboraban, cosían, marcaban, tomaban bajos, medidas. Hacían trajes.
      Y observaba como otros vendían tejidos. Todo era naturalmente así.   
    Gente de pequeños oficios conformaron mi conciencia familiar. Carniceros, tenderos, agricultores, sastres, telefonistas. Gente sencilla. Trabajadores.
      Ya en la cuna jugaba con mis piernas, gateando en el aire, dibujando figuras, simulando de forma mágica como alternaban su posición, colocando la pierna derecha en el inicio de la extremidad izquierda y la pierna izquierda en el inicio de la extremidad derecha.

      Intercambiables como un ilusionista en una cuna de madera a los tres o cuatro años. Alcancé mi madurez con tres años cuando nació mi hermano y esta madurez se forjó con el nacimiento de mi hermana pequeña. Al contrario que Peter Pan, deseaba crecer, más arriba y más ligero, con una espada de madera y risueño.
      Había conocido los tejidos desde el origen de mi conciencia, y consciente, los distinguía en todas sus hechuras, en todas sus composiciones. De igual modo, creía en la bondad y la hermandad de todos los seres del planeta por lo que pretendí descubrir un tejido que pudiese gustar a todos y que fuese elaborado sin suturas ni costuras. Inconsútil.
      El diseño de una prenda sin suturas, sin costuras, de una pieza, había sido el fin más preciado, el objeto más deseado, producto de alquimias, ingenio de quimeras, y búsqueda de piedras filosofales.
    Pedí consejo al sastrecillo valiente. Había derrotado a las moscas que se tomaban su mermelada, ¡a siete de un golpe!, y que, con su valentía y su temeridad, venció a todos los gigantes; y, gracias a su astucia, dominó la cornada del unicornio y la embestida del jabalí. Pero se había coronado rey al casarse con la princesa y estaba asumiendo la forma de valor que exige el poder y ya había olvidado su vida de sastre, por lo que su valentía no era útil para encontrar la tela que no necesitaba suturas ni costuras para elaborar un traje.
      Desolado, me dirigí a los dos sastres que habían confeccionado el traje invisible del emperador. Me hablaron de su diseño. Sus trajes eran únicamente visibles por personas aptas para su cargo o con un grado de sabiduría considerable. Me pareció lo más acercado a la búsqueda de la piedra filosofal. Pero fue una visita infructuosa. Era obvio que no tenía costuras, puesto que el tejido estaba compuesto de la vanidad de los seres humanos, de la soberbia de los hombres poderosos, de la charlatanería de los truhanes y de las componendas creadas por la convivencia y la supervivencia social. Un traje etéreo, mental y claramente artificial que se destruía con la inocente palabra de un niño.
      Estaba desesperado. Era imposible encontrar ese tejido. Algodones, lanas, sedas, linos. Tencel. Poliéster, rayón, licra... Nada. Nada servía. En algún momento había que entrelazar hilos, al menos una mínima sutura, o como mal menor una etiqueta cosida, un botón prendido. No comprendía la situación hasta que me di cuenta. No era la elaboración del tejido en sí. Era su capacidad para no perder la unidad de su composición lo que le hacía inalterable y permitía su consistencia.
      Me ayudó el niño inocente que había indicado que el rey estaba desnudo. Podía elaborar cualquier traje para el rey, para su país, de la forma que quisiera la mayoría, con los colores que fueran más aceptados, tras las preguntas libres de todos los conciudadanos, sin trabas, con el acuerdo de todos los sastres del reino. Una vez elaborado el traje, sería la prenda sin costuras, sin suturas. Y ese tejido nunca sería dividida como no lo fue la prenda inconsútil más famosa de todos los tiempos1, porque su ruptura o su reparto indicaba la falta de unidad entre todos los seres que creían en algo, en alguien, o en alguna cosa.

      En realidad, el tejido inconsútil no lo encontré jamás. Siguió siendo un deseo, una quimera, un sueño, una ilusión. Una esperanza. Aquello que nos queda como último recurso de amparo en momentos difíciles, de resistencia.
#QuédateEnCasa 
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1En el Evangelio del apóstol Juan (Juan, 19, 23-24) se dice que la túnica sin costura de Jesús fue la única prenda no repartida en trozos entre los soldados en el Calvario siendo echada en suerte para adjudicarla integra. Para los primeros cristianos era un signo de unidad entre ellos.

El dolor del alma

    
      Tengo un dolor que surge de lo más profundo de mi ser, de mi interior, del abismo de mis entrañas, del fuego más helador de mi conciencia. Me duele el alma inexistente durante años, durante décadas.
      Tal vez estaba aislada en una parte minúscula de mi cabeza, tal vez en mi corazón. Tal vez en lo aprendido en mi cultura, tal vez en la memoria de mis mayores.
      Arde y quema como el hielo más acerbo, como el puñal más artero, como el cristal más afilado cuando rasga y descarna toda nuestra miseria y muestra que no somos nada, que nada valemos.
      Me duele el alma del ruido ensordecedor de panderetas, de medias tintas, de paños calientes, de tapar la sangre arrebatada con tiritas de trapo, de pensar que somos tontos y tratarnos como tales.
      Me duele el alma que creía insensible, que creía infundada, de asimilar los muertos como una simple estadística, como un fila de Excel, como un círculo de tiza, como una mentira vana, y reducirlo todo al ascenso de una curva o a una perorata laxa.
      Me duele el alma por los que nos abandona, a los que apenas puedo mostrar mi duelo ni sé su paradero, a quienes los trasladan y cuidaron, a mis semejantes.
      Me duele el alma tanto que no me deja pensar, que no me deja reír, que no me deja leer, que no me deja evadir mi cuerpo, que clava su dolor en mi corazón.
      Y busco la huida y busco el escape. De la realidad. Pensando en historias sencillas, en acciones pasajeras, en pensamientos fatuos, que, como mínimo, me hagan olvidar a los charlatanes y a los taciturnos.
      Mi alma implora, tal vez reza, que la cuenta pare, que calle el profeta de la curva y hablen los que curan y prediquen los que sanen.
      ¿Dónde están? Los necesito, los llamo, los reclamo desde una sala vacía, desde un hueco de mi vientre, desde lo más profundo de mi memoria como humano aislado, gimiente e insomne.
      Mi alma es un páramo doliente. Ya no hay nieblas, ya no hay sueños, ya no hay quimeras. Todo es triste, inhumano. Un solar desvencijado, una meseta yerma, un dolor de muchos años.
      Aquí estoy, nada celebro, solamente espero, solamente deseo, solamente algo: un resquicio, una salida, una llama iluminando la aurora, un calor en la alborada.
      Me duele el alma esperando. Me duele el mal paralizante, me duele esta ponzoña infrahumana que
destruye y me descarna.

El tormento, el éxtasis y la decadencia

    
      Había escrito unas letras sobre El tormento y el éxtasis1 (The agony and the ecstasy, 1965) de Carol Reed, que había visto otra vez con la pandemia actual, huyendo de la realidad, buscando en mi cultura europea y mediterránea un lugar ajeno a la pestilencia mortífera del virus que me impide comprender que la muerte de más de 1.300 sea presentada como la subida de una curva y no como la desgracia nacional que alguien, o algunos, deberán justificar donde corresponda.
      Entre tanto, no dejaba de recordar otra película, La gran belleza2 (La grande bellezza, 2013) de Paolo Sorrentino. Mientras escribía sobre el documental del inicio de la película sobre la vida de Migue Ángel, iba aderezando esa visión con el encuadre o contexto histórico del momento sobre los poderes políticos que luchaban en la Italia de comienzos del siglo XVI, los intentos de afianzar el carácter absoluto de las nuevas monarquías, de cuando el papado, aunque había perdido influencia política, se mantenía como árbitro de la política europea en muchos aspectos aunque se vislumbraba, por las críticas, la reforma en la distancia; enmarcaba el panorama con la intervención de las potencias europeas en Italia, en especial franceses y españoles. Y mi cabeza acababa, terminaba con el recuerdo de La gran belleza, y, su antecedente, La dolce vita3 (1960) de Federico Fellini.
      La película de Carol Reed recreaba el nacimiento y gestación de la cultura y el poder europeo moderno a través del arte con la ayuda de mecenas como los Médici y Julio II, que consiguieron concitar y descubrir a personalidades tan extraordinarias para nuestra civilización como Bramante, Miguel Ángel y Rafael Sanzio. Europa estaba en plena expansión en la era de los descubrimientos geográficos, los inicios de la revolución científica, la búsqueda de nuevos mercados comerciales, el desarrollo de los estados nacionales, y el gusto por la fama, el prestigio y la conquista.
      Pero yo me acordaba de las películas de Fellini y Sorrentino porque me trasladaban en qué estado se encontraba, de forma premonitoria, ese desarrollo cultural, económico, político y artístico de Europa tras cinco siglos de influencia. Y me dejaba el sabor amargo de la decadencia. La película de Sorrentino como la de Fellini profetizaban la pérdida de pujanza de lo europeo. Muy turístico, sí, y muy bello también. Sin embargo, decadente. Estamos viviendo de las rentas culturales tras siglos de pujanza.
      Tras la segunda guerra mundial, una Europa destruida intentó forjar un poder en el mundo mediante la creación de la Unión Europea superando los nacionalismos, consciente de su debilidad, orgullosa de su legado, y, obviamente, temerosa de la competencia.
      Creó un estado de bienestar envidiable con una zona de vida donde los servicios públicos atendían las necesidades de sus ciudadanos. Algo que era deseado por los países de otras geografías políticas del planeta. El tejido industrial y el poder mercantil se fue deslocalizando con el tiempo, traspasando su producción de forma mayoritaria a la cuenca oceánica del Pacífico y el Índico convirtiendo esta parte del mundo en el corazón de la economía, la ciencia y el progreso del mundo.
      Esta traslación geográfica del poder político había oscilado a lo largo de la historia desde el nacimiento de las civilizaciones orientales entre Mesopotamia y el Nilo, el mar Mediterráneo, después, y, a partir del siglo XVII, el Océano Atlántico.
      El poder de las naciones, el absolutismo, y el posterior auge de los Estados liberales había dotado a la vieja Europa de una influencia mundial que se quebró tras la aparición en el siglo XX de los Estados Unidos, Japón y la emergencia de China en sus últimos veinte años.   Algunos de estos países no tienen el bienestar social europeo, ni sus derechos políticos y sociales, ni el prestigio y fama de su cultura, pero han ido minorando el poder e influencia de una antigua forma de vida. La lucha por los avances científicos y técnicos, que, antes, monopolizaban los países de la Unión Europea, son compartidos, o poseídos, por otras zonas del mundo.
      El avance de los Estados Unidos fue asumido de manera más natural por la intervención salvadora en dos guerras fratricidas europeas, que adquirieron carácter mundial, porque los salvadores eran descendientes de los combatientes, que, en la segunda mitad del siglo XIX, se había desarrollado en la tierra conquistada por sus padres. Por el contrario, la competencia asiática les descolocó.
      Tenían una cultura milenaria que no era tan conocida ni tan vendida y prestigiada como la europea. No tenían los derechos políticos, sociales y económicos que habían pertrechado y fortalecido Europa durante los últimos doscientos años a través de la toma de conciencia de clase y el avance democrático. Pero ellos eran incansables, consistentes, comprometidos y adaptables. Su capacidad de trabajo, su avance científico, su capacidad de resiliencia, la admisión de sus posibilidades, y la emulación de todo lo que les rodeaba quebró el concepto de bienestar europeo a partir de la crisis financiera e inmobiliaria de 2007-2008, que ellos soportaron mejor.
      Ahora que estamos en medio la cuarentena de corona-virus, que solicitamos material de protección de China, o a sus empresas, que los países más afectados en la segunda quince de marzo de 2020 son las potencias culturales, políticas y económicas dominantes en los principios del siglo XVI (Italia, España y Francia), recuerdo de forma premonitoria el aire decadente de La dolce vita y La grande bellezza donde la despreocupación, lo superficial y lo evanescente emergía por todos lados en medio del recuerdo de lo conseguido por la civilización europea durante siglos o milenios.
      Cuando se produjo la epidemia de peste de mediados del siglo XIV, Boccaccio escribió El Decamerón4 donde relataba como unos jóvenes abandonaban la ciudad de Florencia y se reunían en una villa del campo huyendo de un virus mortífero del que se olvidaban con el deleite de cuentos agradables a los sentidos. Sé que lo primero, el desplazamiento, está prohibido porque los virus no conocen fronteras, pero lo segundo, leer o contar cuentos agradables a los sentidos, es un ejemplo de lo que brinda una cultura como la europea y sus creadores para evadirnos, de forma momentánea y eterna, de tanta muerte y desolación.
#Quédate en casa.
Colas para entrar en los Museos Vaticanos, fuente propia.
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Capitanes Intrépidos (1937)

    
     El señorito Harvey es maleducado y consentido. Su padre está siempre ocupado en sus negocios y se despreocupa de su educación que fía a los buenos colegios, el servicio doméstico y la amplitud en la paga mensual. Harvey es amoral, creído y soberbio con el prójimo, al que utiliza para sus fines egoístas, y demostrar su preeminencia social y económica sobre los demás.

      Tras su penúltima irresponsabilidad, su padre se lo lleva en un viaje trasatlántico en una cómoda embarcación donde el menor no deja de avasallar a los demás. El ejercicio de prepotencia termina quemando al prepotente que cae a las frías aguas oceánicas donde es rescatado por un marinero portugués enrolado en un pesquero de bacalao de Gloucester.
      La falta de empatía emocional de Harvey choca contra la dura vida del pesquero de altura donde todo está sometido a una rutina, un orden y un ejercicio de responsabilidad compartida entre todos sus tripulantes.   Durante los tres meses que dura la campaña del pesquero asistirá a un mundo desconocido donde se forjará un nuevo espíritu basado en el esfuerzo, el compañerismo y la solidaridad. Y, sobre todo, en apreciar el valor de las cosas sencillas, su servicio y utilidad. Que es necesario para tomar la sopa que ayude a tirar la basura de los desperdicios del barco, y que lo debe hacer conociendo la dirección del viento para que no le devuelva las tripas fermentadas de la basura.
      Harvey necesitaba cariño, ese que él no demostraba hacia ninguno de sus semejantes, porque lo desconocía y porque pensaba que se compraba todo con unas monedas. Aprende que existe sin más. Y sin más coste que la reciprocidad emocional y el respeto hacia los demás.
      Esa labor emocional deberá ser comprendida también por su padre, que, al ver como Harvey se ha transformado con la vida en el pesquero, teme perder el único cariño familiar que tenía, su hijo. Es una formación y aprendizaje compartido. Moralizante. Como todas las historias primigenias, como todos los caminos originales. Con cierta predestinación dentro del claro instinto reformador.

      “Capitanes intrépidos” fue dirigida por Victor Fleming en 19371 adaptando la novela homónima de Rudyard Kipling2. Manuel rescata a un peculiar “Jonás” al que enseña a pescar al volantín con respeto y responsabilidad. Harvey fue interpretado por la estrella infantil Freddie Bartholomew, y Manuel, el pescador preceptor, por Spencer Tracy, oscar al mejor actor por este papel. En el reparto, entre otros, destacan Lionel Barrymore (capitán del pesquero), Melvyn Douglas (padre), Mickey Rooney (hijo del capitán) y John Carradine (pescador). Las escenas cotidianas del pesquero son presentadas casi como un documental. El aprendizaje, el compañerismo y la forja de la responsabilidad es relatado como algo natural de la escuela que representa la vida. Manuel es un docente atípico, distinto al Aristóteles de Alejando Magno, o al Guillermo de Baskerville de Adso en “El nombre de la rosa”. Manuel es un preceptor de espíritu, de moralidad, compañerismo y valoración de los semejantes. Con la pesca, con sus artes, rescata al náufrago 'pescadito' de las procelosas aguas de la insensibilidad y le enseña a navegar por el mundo.


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2KIPLING, R.: Capitanes Intrépidos. Publicada en 1896 en época victoriana. Hay múltiples ediciones. Anaya S. A. y Círculo de Lectores. Barcelona. 1999. 216 páginas. Selección de Luis Alberto de Cuenca.

La decisión de Flavia

    Madeleine Carroll fue una magnifica actriz que en 1937 interpretó a la princesa Flavia en “El prisionero de Zenda”i, basada en la novela del mismo nombre de Anthony Hopeii, editada muchas veces, y adaptada al cine en varias ocasiones. Para mi, la versión de 1937 es mejor que la adaptación de 1952 protagonizada por Stewart Granger, Deborah Kerr y James Mason y dirigida por Richard Thorpe. Las dos “Flavias” de estas películas tenían en común su calidad interpretativa, su indudable atractivo, y el gusto por la costa malagueña española.
 
      La adaptación cinematográfica de 1937 fue dirigida por John Cromwell, y producida por David O. Selznick, uno de los grandes gracias a títulos como “Lo que el viento se llevó”o “Rebecca”. El magnífico reparto de 1937 incluía a Ronald Colman, C. Aubrey Smith, Douglas Faibanks Jr, Raymond Massey y Mary Astor.
      La princesa Flavia había sido educada desde su infancia para acompañar en el poder a su primo Rudolf. Una esmerada educación, unos modales principescos, unos ademanes exquisitos la convierten en el prototipo de princesa detentadora del poder político y social e imagen de un país. No quiere a su primo. Le detesta. Por dipsómano, pero, sobre todo, por que no asume sus obligaciones políticas, por su falta de resolución y respeto a la institución del país que va a gobernar. Todo cambia el día de la coronación. Por circunstancias que no cuento para quien no haya leído la novela o visto la película, un primo suyo, de parecido extraordinario, suplanta al rey y terminan enamorados el suplantador y la princesa. Es la pugna entre participar en la vida política, ejercer el poder o ser una ciudadana que busca la descansada vida huyendo del mundanal ruido y sigue la escondida senda que versó Fray Luis, disfrutando de un amor sin las limitaciones del personaje público. La puna entre la fama o el disfrute de la vida plena.
      Flavia lucha entre la obligación para su país, su clase, su educación, y el amor descubierto, del que disfruta unos días, como un bien escaso. No puede tener ambas cosas. Tiene que decidir. Ha sido educada para tomar decisiones, para ocupar el poder. Termina optando por su ejercicio en detrimento del amor, lo nuevo y lo desconocido. Lo inesperado y lo deseado. Al final gana la razón de estado, el calor del poder, la fama. Tiene libertad de elección porque puede decidir perder la libertad de amar en favor del ejercicio del poder. A partir de ese momento, tendrá capacidad para decidir sobre la vida de los demás, de los ciudadanos o súbditos de su reino pero ya no podrá disponer de su vida como quiera. Y su papel será dependiente de las decisiones del rey. Poder, pero un poder menor.
Fray Luis de León decía que la escondida senda solo había sido elegida por los pocos sabios que en el mundo han sidoiii.
      En estos días, dominados por la alarma sanitaria del coronavirus, veo a todos los que ocupan el poder: alcaldes, presidentes de comunidad, presidentes de gobierno, líderes parlamentarios. No parecen libres. No sé sí menos que los que estamos recluidos en nuestras casas disfrutando de películas clásicas, novelas de aventuras y papel higiénico.
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iiHOPE, A.: El prisionero de Zenda. Colección Flecha Negra coordinada por Luis Alberto de Cuenca para Cículo de lectores. Barcelona. 1998. 189 páginas.
iiiFRAY LUIS DE LEÓN: Canción de la vida solitaria. Poema escogido de la antología Paraiso Cerrado, selección y edición de José María MICO y Jaime SILES. Galaxia Gutenberg y Círculo de lectores. Barcelona. 2003. Páginas 124-127

Fuentes de Información sobre Coronavirus por David Sánchez Alonso

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      Por su interés, se reproduce las fuentes de información sobre coronavirus facilitada por David Sánchez Alonso, quien me ha invitado a divulgarla, en momentos de confusión informativa, cuando los bulos viajan a más velocidad que el propio contagio. Esta información ha sido facilitada en el grupo de LinkedIn de periodismo científico (https://www.linkedin.com/groups/1791695/).
 

   
FUENTES:
https://www.linkedin.com/pulse/fuentes-de-informaci%25C3%25B3n-sobre-el-coronavirus-covid-19-sanchez-alonso

Información actualizada de organismos oficiales

  1. Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) del Ministerio de Sanidad de España
  2. Novel Coronavirus (2019-nCoV) situation reports WHO
  3. European Centre for Disease Prevention and Control
  4. Coronavirus Disease 2019 (COVID-19) Centers for Disease Contol and Prevention CDC
  5. European Comision - Public Health - 2019-nCoV

 

Mapas de seguimiento en tiempo real

  1. Seguimiento de incidencia 2019-nCoV de la John Hopkins
  2. Mapa de riesgo de propagación del Coronavirus COVID-19 por contagio comunitario en España
  3. Geographic distribution of COVID-19 in the EU/EEA and the UK
  4. Coronavirus Googlemaps
  5. Mapping the Coronavirus Outbreak Across the World (Bloomberg)

    Fuentes de literatura científica

  6. Cell Press Coronavirus Resource Hub
  7. The Lancet 2019-nCoV Resource Centre
  8. Novel coronavirus (Sars-Cov 2) Institute Pasteur
  9. Novel Coronavirus Information Center Elsevier
  10. PubMed COVID19 o SARSCov2
  11. Pre-prints sobre 2019-nCoV en bioRxiv
  12. Pre-prints sobre 2019-nCoV en medRxiv

    Información de agencias y medios

  13. Servicio de Información y Noticias Científicas SINC
  14. Materia-El País Noticias sobre el Coronavirus
  15. ElDiario.es Noticias sobre el Coronavirus
  16. Redacción Médica - noticias sobre el Coronavirus
  17. New York Times - Coronavirus
  18. Agencia EFE
  19. Coronavirus Outbreack BBC
  20. Euronews Coronavirus
  21. Reuters Coronavirus
  22. CNN Coronavirus
  23. Kyodo News Coronavirus

    Fact-checking (prevención de bulos y noticias falsas)

  24. Documentados por el servicio de fact-checking de "Maldita Ciencia"
  25. Documentados por el servicio de fact-checking de Newtral
  26. Documentados por el servicio de fact-cheking de "Salud sin bulos"

    Otras fuentes de información en LinkedIn

  27. Actualizaciones de los editores de LinkedIn
  28. Grupo LinkedIn de "Comunicación y divulgación científica"
  29. Asociación Española para el Avance de la Ciencia AEAC
  30. Hay que agradecer el trabajo de todos los investigadores, comunicadores y divulgadores de ciencia que velan por mantenernos seguros, prevenidos y prudentes. Si conoces otras fuentes fiables las puedes aportar en los comentarios. Gracias. Fuentes incorporadas con posterioridad: 
  31.  Con fecha 27 de marzo de 2020 se agrega por Blas Maeso Ruiz-Escribano el enlace sobre el punto de vista geopolítico que ofrece el Real Instituto Elcano: https://lnkd.in/dA52ZtC
  32. Con fecha 27 de marzo de 2020 se agrega por Blas Maeso Ruiz-Escribano el enlace sobre la visión estadística de coronavirus covid 19:  https://es.statista.com/
  33. 29 de marzo de 2020, actualización de Blas Maeso Ruiz-Escribano, la fundación Alzheimer España informa de la pandemia en los enfermos de Alzheimer y su tratamiento médico y ético: http://www.alzfae.org/fundacion/1152/el-comite-nacional-de-bioetica-cuestiona-con-dureza-directrices-de-sociedades-cientificas-que-marginan-de-la-asistencia-sanitaria-a-mayores-y-con-alzheimer-enfermos-por-coronavirus
  34. 29 de marzo de 2020, actualizado por Blas Maeso Ruiz-Escribano. El portal de noticias hispano italiano está informando del efecto de la pandemia de coronavirus en Italia y España: https://www.itagnol.com/

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