Cultura y sociedad

Asuán y el Templo de Debod

 

     

Templo de Debod. Fuente: Wikimedia


     

     Los catálogos de Manuel Piña aumentaban en cuidado y presentación conforme avanzaban las temporadas de presentación en las pasarelas. Uno de ellos se gestó en parte tras un viaje a Egipto en compañía de los pintores conocidos por CostusEn el Museo Manuel Piña se guarda una carta que expone el aliento que expulsa su alma para crear una nueva colección. La carta está firmada desde ‘Assuam’. De este viaje y colaboración se guarda también el diseño de una bata de cola pintada por Costus con un jardín ¿nilótico?, de flores y angelitos absortos ante la belleza. Este artículo se basa en cómo influye la diferente concepción de los bienes culturales a través del tiempo, qué inspira a un creador para llevar a cabo sus ideas y cómo apreciamos los ciudadanos tanto los bienes como las creaciones humanas.

     Muchos años antes a las creaciones de un diseñador de moda, se había hecho necesario constatar cómo se producía una toma de conciencia mayor ante sucesos relevantes en el mundo, como las campañas organizadas por la UNESCO para el traslado y conservación de los templos de Abu Simbel en Egipto a partir de 1960, o el salvamento del patrimonio de las italianas Florencia y Venecia cuando se produjeron las inundaciones de 1966, que tuvieron una respuesta internacional rápida y responsable.

     En el caso del país del Antiguo Egipto, la construcción de la presa de Asuán en 1954 conllevaba la desaparición bajo la obra civil de un número considerable de templos nubios entre Egipto y Sudán. El reclamo internacional ante este hecho fue atendido por un centenar de países. Hubo un acuerdo para que esos esfuerzos técnicos y económicos fueran viables. Y que se pudieran plasmar en el desmonte y traslado a cotas más altas que las que presuponía la construcción del embalse.

     Como agradecimiento por la colaboración, el gobierno egipcio de Nasser donó a los países participantes, entre ellos España, algunas destacadas piezas arqueológicas, en una operación que discutiríamos hoy con nuestros presupuestos actuales. Efecto de esta política fue y es la existencia del Templo de Dendur en el Metropolitan Museum de Nueva York y el Tempo de Debod en la madrileña calle Ferraz.

     No se olvida que por aquellos años también surgió la pretensión de potenciar la cooperación en la identificación y gestión de paisajes y sitios históricos de relevancia cultural que partía de la defensa estadounidense del patrimonio de sus grandes parques naturales, integrados en su patrimonio al mismo nivel que los objetos y documentos del patrimonio que Europa prestigiaba a mayor nivel. Esto fue el principio de la Convención de París de 1972 que establecía varias premisas. Entre ellas, que la desaparición o deterioro de un bien del patrimonio cultural y natural empobrece el patrimonio de todos los pueblos del mundo, y que toda la humanidad debe participar en su protección. Esta convención establecía como patrimonio cultural los monumentos de arquitectura, escultura, pintura y conjuntos o restos arqueológicos; los conjuntos, aislados o reunidos, que posean una arquitectura, unidad o integración con el paisaje con valor histórico, artístico o científico; y los lugares obra del hombre y la naturaleza junto a los lugares arqueológicos con valor histórico, etnológico, antropológico y estético.

     Lo destacable es que incluía, además, los monumentos naturales, producto de formaciones físicas y biológicas o el grupo de ellas; las formaciones geológicas que hayan constituido un hábitat para especies animales y vegetales; y los lugares naturales. Todos ellos necesitarían tener un valor universal excepcional desde el punto de vista estético, científico, o bien porque era necesaria su conservación o por su belleza natural.

     Uno de los periodistas más interesantes e importantes de la Transición y consolidación democrática española fue Luis Carandell. El último artículo que EL PAÍS publicó con su nombre tenía como título Debod. Señalaba el desconocimiento por la obra faraónica entre las personas. En el momento de publicación del artículo, se procedía a una de sus restauraciones. En Madrid, se quejaba, se tiene que  hacer obra para que alguien se fije en sus monumentos. Contaba el origen de la donación en 1968. Junto con el templo llegaron 3.000 piezas arqueológicas que enriquecieron el patrimonio nacional. Que detrás de estos desvelos estuvo uno de los arqueólogos más importantes de nuestra historia, Martín Almagro. De la orilla derecha del Nilo viajó hasta Madrid, dando una imaginaria mayor antigüedad a la ciudad porque fue construido en el siglo IV a.C. por el faraón de Merode, Azakheramón.

     El cuidado del Templo de Debod tuvo otro momento interesante en 1980. Contaba ABC, el 19 de junio de 1980, que el ayuntamiento de Madrid se planteaba restaurar el Templo con una partida de diez millones de pesetas. Había posturas divergentes para llevar a cabo esta acción. El arquitecto municipal Joaquín Roldán, jefe de la sección del Patrimonio Histórico-Artístico, era partidario de esa restauración porque creía que el clima de la capital era muy diferente al de su procedencia. Hablaba del castigo de las cornisas, de lo que habían perdido los bajorrelieves de la cara del templo que daban a la sierra.

      El Templo conservaba un 30 % de sus piedras originales del siglo IV a. C. El resto eran procedentes de tierras salmantinas que habían dado un resultado estupendo, según el director del Museo Arqueológico Nacional (MAN).

     ¿Quién era el director del MAN? Martín Almagro, que fue el que trajo el templo a España. Cuando ABC se dirige al señor Almagro, su primera reacción fue de sorpresa y alegría porque había interés por el monumento. Pero no veía el fundamento de la inversión de diez millones de pesetas. Pensaba que el monumento se encontraba bien, que no le pasaba nada, y que podía informar al arquitecto municipal sobre su estado. Almagro dijo que lo importante era conservarlo porque los únicos templos egipcios del Occidente eran el de Estados Unidos y el de España. Italia y Holanda tenían obras de arquitectura incompletas, o situadas entre rocas, como el hipogeo egipcio que había en el Museo de Turín.
          Doce años antes, ABC recogía la noticia de la llegada de los restos del templo que habían salido del embarcadero de la isla de Elefantina. El redactor de la noticia, Jesús Ramos, contaba que se llegaba al templo desde el Nilo por una vía de acceso hasta la meseta, entre el desierto y el límite de las inundaciones. Allí estaba enclavado el primer pilono o puerta monumental, donde comenzaba una vía de acceso de cincuenta y cuatro metros y medio antes de llegar a la fachada, pasando por dos pilonos previos. En 1968 el problema era encontrar una ubicación adecuada. Se pensó en uno de los pantanos cercanos a Madrid, pero podría redundar en las visitas que se pretendía que tuviera. Elche se propuso como aspirante a su ubicación, arguyendo un clima similar. Pero, en Madrid, consideraban que debía quedarse en la capital.

     El templo de Debod era la primera estación de los peregrinos a Philae. Su culto, inicialmente dirigido a Amón, paso a Isis y, con los Ptolomeo griegos y la llegada de los romanos, fue superior en devoción al dios originario.

     La devoción por el mundo egipcio no era nada nuevo. El recuerdo de la expedición militar de Napoleón Bonaparte en 1798 quería rememorar las campañas de Alejandro Magno. Iba acompañado de cien sabios y estudiosos para investigar los monumentos y artes históricos. Fue el detonante de la egiptología de la Edad Contemporánea con los dibujos y planos de Vivant Denon y André Dutertre.

     En España, el MAN tiene una exposición hasta el 5 de octubre dedicada a un coleccionista, intelectual, viajero y diplomático que nació en 1855 y falleció en 1941, Eduard Toda, que nos remite a los viajeros y coleccionistas de la segunda mitad del XIX.

    El recuerdo de la visita a España de Howard Carter por medio del Comité Hispano-inglés presidido por el duque de Alba y con la mediación de Alberto Jiménez Fraud en la década de 1920 ya fue comentado en otra ocasión.

  No es por ello extraño el viaje de Manuel Piña y Costus a Egipto. Aunque es un libro “laudatorio”, Ricardo Carrero Galofré, hermano de Juan Carrero, miembro de la pareja Costus, cuenta que el viaje de Costus y Manuel Piña fue el 20 de octubre de 1987, con vuelta el 3 de noviembre. El viaje tuvo crucero incluido por el Nilo. Y añade que ‘por esas fechas’ (sin determinar) habían pintado un traje de novia por encargo de Manuel Piña, con angelitos de Enrique Naya en una tanda de volantes y con motivos florales de Juan Carrero en otra tanda.   

   

  

Manuel Piña. Fuente: Getty images

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     Para saber más:

-        Museo Manuel Piña, Casa de los Merino, Centro Cultural Ciega de Manzanares, Carmen 14, 13200, Manzanares, 926614056.

-        GARCÍA, Mª V., SOTO, V y MARTÍNEZ, J.: El estudio del Patrimonio Cultural. Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid. 2017.

-        https://whc.unesco.org/archive/convention-es.pdf

-        Debod EL PAÍS. 

-        ABC, 19 de junio de 1980, página 21.

-        ABC. 30 de noviembre de 1968, página 19.

-        El Egipto de Eduard Toda. Un viaje al coleccionismo del siglo XIX. Del 3 de junio al 5 de octubre de 2025. MAN.

-        https://blasmaesoruizescribano.blogspot.com/2022/11/tutankamon-en-la-residencia-de.html

-        https://blasmaesoruizescribano.blogspot.com/2025/01/tutankamon-en-la-residencia-de.html

-        CARRERO, R.: Juan, Enrique y yo. Mis Costus. Independently published. 2023. 160 páginas.


28-9-2025 8:00      Actualizado 1-10-2025 5:55

La rueca de Las Hilanderas, la rueca del Museo del Queso Manchego

 

Las Hilanderas. Museo del Prado

      La gran presencia de obras de Tiziano, y otros venecianos, y las pinturas de Rubens en las colecciones reales y aristocráticas españolas influyeron de manera poderosa en el desarrollo del estilo de los pintores hispanos durante el siglo XVII.

     Esta influencia se vio limitada al retrato y la pintura religiosa. Apenas se realizaron pinturas mitológicas y se restringió el desnudo femenino. La excepción fue Velázquez, que realizó su carrera al amparo de Felipe IV y en contacto con las obras de Tiziano, Veronés y Rubens. En Las Hilanderas incorporó una referencia en la tercera escena del fondo al Rapto de Europa de Tiziano, que luego copió Rubens. Se conoce el desnudo de La Venus del Espejo, hoy en Londres. Y de temas de estudio anatómico basado en la mitología destaca su Marte, cuerpo y epidermis creíbles[1].

    Este intento de llevar al aspecto más humano y creíble lo vemos en Velázquez en Las Hilanderas. En la primera escena, las hilanderas mortales están paradas casi sin trabajar. Pero nos damos cuenta de la rueca. Está pintada en movimiento. Vemos también una escalera. La escalera de madera, de mano, nos lleva a la concepción en la tradición occidental como símbolo de progresión en el conocimiento. ¿Y la rueca?

     Se ha sugerido que es una referencia a la idea de Plinio de que la pintura alcanzó una de sus cotas más altas cuando Arístides fue capaz de representar la ilusión en movimiento. Esto encajaría con la idea de la posibilidad de superación infinita de las artes que plantea esta obra velazqueña[2].

     Si hubiera que elegir, por otra parte, un concepto en torno al cual se reúnen la idea de tejido, hilado, rueda, rueca, urdimbre y trama, ese concepto sería el tiempo. La rueca simboliza el tiempo, el comienzo y la conservación de la creación. Y, por otro lado, la actividad de hilar se ha relacionado con la luna, y de aquí, con la muerte y el destino[3]

     En el cuadro siempre se ha señalado la extraña representación de la luz, la ingeniosa colocación de las figuras, la extraordinaria plasmación de la rotación de la rueca, así como la perspectiva aérea. Había una creencia que decía que la escena representaba el trabajo cotidiano de la Real Fábrica de Tapices de la calle Santa Isabel. Incluso se ha hablado de un precedente de una instantánea fotográfica[4].

     Como se aprecia, la anciana y la joven no tejen. Además, no hay telares. Destaca la fantástica representación estroboscópica[5] del movimiento de la rueca, en cuya imitación Velázquez parece haber querido competir con el pintor Antífilo, autor del Taller de Hilanderas, que cita Plinio el Viejo en su Historia Natural. En él, tres elegantes damas, en un segundo término, contemplan el tapiz del fondo. Velázquez somete esta idea a un proceso de transformación y superación formal y conceptual. La victoria o empate entre Aracne, mortal, y Palas, diosa, no sería un castigo por la insolente humana o la del triunfo del arte sobre la artesanía. Sería el triunfo artístico de los modernos sobre los antiguos. El protagonismo de la rueca en movimiento, que introduce el transcurso del tiempo en la imagen, como Arístides habría hecho con las ruedas de una cuadriga, superaba a los antiguos y a los mitos artísticos de Tiziano y Rubens[6]

     La rueca del Museo del Queso Manchego de Manzanares, aun cuando no esté en movimiento, nos retrotrae a esa figura consistente en la descripción minuciosa de algo[7]: el trabajo y el tiempo de hilar, cardar y esquilar. Y a la superación, por el tiempo, de lo moderno sobre lo antiguo.

Museo del Queso Manchego de Manzanares. bmre.


    



[1] PORTÚS,J.: La mitología y el topos del desnudo femenino veneciano en el arte occidental, en El modelo veneciano en la pintura occidental, coordinado por URQUIZA, A. Y CÁMARA, A. Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid. 2015. Páginas 157-180.

[2] PORTÚS, J.: Las Hilanderas como fábula artística. En Prado Gal. 05. 1-12-05. Páginas 70-83.

[3] AUDUBERT, R.: Intertextualidad, urdimbre y trama en la Égloga III de Garcilaso y Las Hilanderas de Velázquez. En Lemir, 13 (2009): Páginas 347-373.

[4] HELLWIG, K.: Interpretaciones iconográficas de Las Hilanderas hasta Aby Warburg y Angulo Íñiguez. En boletín del Museo del Prado, 2004. Tomo 22. Páginas 38-55.

[5] El estroboscopio es un aparato utilizado para la observación de cuerpos en movimiento, haciéndoles visibles a intervalos y confiriéndoles inmovilidad aparente por ilusión óptica. https://dle.rae.es/estroboscopio?m=form. Es un precedente del cine, popular en el siglo XIX. Marías ve en Velázquez, tal vez, una idea inicial.

[6] MARÍAS,F.: Tiziano y Velázquez: Tópicos y milagros del arte. En El modelo veneciano en la pintura occidental, coordinado por URQUIZA, A. Y CÁMARA, A. Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid. 2015. Páginas 239-272.

[7] https://dle.rae.es/%C3%A9cfrasis



21-09-2025 22:10 actualizado 22:46

La Fuente de la Foncalada

 

Fuente de la Foncalada. Oviedo. bmre.

     Uno de los monumentos de Oviedo y del reino prerrománico de Asturias que forma parte de la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco es la fuente de La Foncalada[1]. Es una obra de ingeniería hidráulica distinta, por su función civil, de los edificios relacionados con el poder político y religioso como son las iglesias de Santa María del Naranco, San Miguel de Lillo, Santa Cristina de Lena, San Julián de los Prados o la Cámara Santa de la catedral de San Salvador.

     Durante la edad Moderna, sólo dos cronistas asturianos mencionan La Foncalada. Ambrosio de Morales alude a su cruz del frontis y su leyenda, que atribuye a Alfonso III (848-910). El padre Carballo sobre este parecer dice que no es Alfonso III, sino Ordoño II (871-924) quien hizo esa labor, que no justifica.

     En época contemporánea, Caveda y Nava la menciona por el caudal y la calidad de las aguas, pero no por el arte con que fue construida. Su estado material hacía que no fuese considerado un monumento. A finales del XIX, el profesor Canella se fija en su aspecto monumental y se queja de la mala atención del municipio y su deterioro. Fortunato de Selgas, 1908, hablaba de la calzada que desde la ciudad se dirigía a la fuente pasando por el palacio de Alfonso III. Tolivar Faes la sitúa como final de la calle Gascona hasta Foncalada[2].

     El diseño de la Fuente de la Foncalada responde a un sistema proporcional de raigambre clásica con fuentes en las matemáticas pitagórica y euclídea, y su desarrollo en las ideas de Platón y Aristóteles. Estos preceptos fueron sistematizados por Vitrubio en el siglo I; preceptos que tuvieron gran influencia en la Antigüedad y en la Edad Media. En general se utilizan relaciones proporcionales sencillas, como las existentes entre los lados del cuadrado. Algunas veces, en las zonas de mayor resalte estético se utilizan recursos geométricos más complejos como el triángulo perfecto, aritmético o de Pitágoras[3].

     La doctrina actual tiende a ubicar la fuente en el reinado de Alfonso II e incluso se ha conjeturado con un origen romano. Las excavaciones arqueológicas de los años noventa del siglo XX exhumaron parte del estanque y del canal de edificación, rescatando su antigua monumentalidad.

     La mayoría de la epigrafía del monumento que se ha conservado es ilegible por la sustitución de sillares y por el desgaste de las piedras.

     Entre el hastial y el arco se ha podido reconstruir los siguientes textos:

-        Hilada 3, “Por este signo es protegido el piadoso. Por este signo es vencido el enemigo”.

-        Hilada 4, “Pon, Señor, el signo de la salvación en esta fuente, para que nos permitas que entre el ángel golpeador”

     A los lados del arco, el orden de lectura era/es de arriba abajo, primero por el lado de la jamba A (izquierda, mirada frontal, monumento), y luego por la B (derecha, mirada frontal). En A se grabó desde la hilada quinta a decimocuarta; en B, desde la quinta hasta la decimosexta, descartando la anterior.

     El texto ensalza el poder del agua y su valor como instrumento de la providencia divina. La idea era que el lustre que se daba a la fuente sirviera de refuerzo a la ideología que animaba el reino asturiano con el trasunto del paso del Mar Rojo por los seguidores de Moisés y el trágico ahogamiento de los egipcios, comparados aquí con los musulmanes:

     “Santificada seas por la palabra de Dios, ola celeste; santificada seas, agua

hollada por las plantas de Cristo; los montes que te ciñen no te encierran;

los escollos que te golpean no te quiebran; extendida por las tierras, no te

extingues. Tú sostienes la tierra firme, soportas el peso de los montes, y no te

hundes. Esparcida por todo en torno tuyo, te abarca el vértice de los cielos;

lavas todas las cosas y no eres lavada. Endurecida en forma de hielo, tú te

comprimes para el pueblo fugitivo de los hebreos. Por el contrario, disuelta

en torbellinos salados, pierdes a los habitantes del Nilo y persigues a la tropa

enemiga con un mar alborotado. Eres única e igualmente salvación de los

fieles y castigo para los culpables. La peña golpeada por Moisés te expulsó

y, aunque estabas retirada, no pudiste mantenerte oculta en las rocas, ya que

saliste obligada por el mandato de la Majestad. Transportada por las nubes,

tú fecundas los campos con la grata lluvia”

     Da la impresión de que la fuente fue sacralizada para el rito cristiano y que su corriente ya era utilizada desde antiguo, puede que con la creencia de su valor medicinal. Las alusiones bíblicas, como se ha mencionado, se orientan a la legitimación de la ideología del reino asturiano, empeñado en su defensa frente los poderes andalusíes. En los textos influyen obras litúrgicas, como Ordines, del periodo asturiano, y el Liber Ordinum Episcopalis, de rito mozárabe, que ha ayudado a reconstruir el texto[4].

     El reino asturiano alcanzó su época de mayor esplendor durante los reinados de Alfonso II (791-842), Ramiro I (842-850) y Alfonso III (866-910). Este último fue clave en la construcción del discurso legitimador que establecía una conexión simbólica entre el reino asturiano y el desaparecido reino visigodo. El arte asturiano es un arte de la Tardoantigüedad[5].

     Otros autores retrasan a Alfonso II el programa político del reino, utilizando en Oviedo la constitución política de los visigodos y su organización eclesiástica. En el preámbulo de la dotación que el rey hace a la Iglesia del Salvador en 812 se consagra este programa que enlaza la pérdida del reino godo del siglo anterior con la nueva monarquía asturiana. No se restablece la organización visigoda. Se habla únicamente de continuidad entre los reinos, aunque en la práctica sea un reino que surge de uno de los focos de resistencia[6].

     El Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco declaró la Arquitectura Prerrománica Asturiana como Patrimonio Cultural de la Humanidad en su sesión del día 6 de diciembre de 1985. España se había adherido a la Convención del Patrimonio Mundial el 4 de mayo de 1982 mediante el procedimiento de Aceptación. Desde ese momento, la Administración española se encargó de poner en funcionamiento un mecanismo reglado para la admisión y presentación de candidaturas al Comité del Patrimonio Mundial[7].


Placa y sello de UNESCO en Fuente de la Foncalada. bmre.






[2] BORGE CORDOVILLA, F. J.: Sobre los accesos y entorno de Foncalada. En Boletín del Real Instituto de Estudios Asturianos. Número 142. Oviedo. Julio-diciembre 1993. Páginas 196-216.

[3] BORGE CORDOVILLA, F. J.: La fuente de la Foncalada (Oviedo): Aplicaciones de métodos gráficos en infográficos de análisis compositivo y metrológico a la formulación de Anastilosis Virtual del Monumento. En Virtual Archeology Review, Volumen 2 número 3. Abril, 2011. Páginas 165-168.

[4] VALDÉS GALLEGO, J. A.:  Los textos inscritos en la Foncalada de Oviedo. En Medievalismo, 28, 2018, páginas 319-336.

[5] MONTEIRA, I., ALEGRE, E., PAULINO, E. y VALLEJO, A.: Arte cristiano y arte islámico en época medieval (siglos III a XII). Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid. 2019. Páginas 272-273.

[6] AGUADÉ, S.: Consolidación de la resistencia cristiana. En Historia de España de la Edad Media, obra coordinada por ÁLVAREZ, V. A. Ariel. Barcelona. 2002-2011. Páginas 97-122.

[7] GARCÍA, M.V., SOTO, V., y MARTÍNEZ, J.: El estudio del Patrimonio Cultural. Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid. 2017. Página 259.



18-9-2025 20:00

Romaxe de Nosa Señora da Barca, poema gallego de Federico García Lorca

   

   

Atardecer en Santa María de la Barca. Muxía 2007. bmre.

     

     Resumen: Los poemas gallegos de Federico García Lorca con la ilustración de Luis Seoane de un ejemplar y el recuerdo de la Virgen de Santa María de la Barca y la anécdota de Sánchez Mejías y García Lorca.

     Cronológicamente, se sitúa Seis poemas galegos entre el Llanto por Ignacio Sánchez Méjias y Divan del Tamarit, hacia 1935, en el corpus poético de Federico García Lorca. En ellos se nota la influencia del cancionero galaicoportugués medieval que Lorca conocía[1] y están muy relacionados con Santiago de Compostela, con las distintas emigraciones gallegas en América, con la Virgen de Santa María de la Barca de Muxía, o con su admirada Rosalía de Castro.

Santa María de la Barca. Muxía. 2007. bmre.


     Es conocida la fama que tuvo en la Edad Media las Cantigas de Santa María de Alfonso X El sabio, rey de Castilla. Eran cuatrocientas canciones dedicadas a la Virgen y creadas por la corte del rey Alfonso en gallego. En ella colaboraron varios trovadores junto al monarca. Combina fuentes literarias e hispanas con textos de nueva creación sobre historias milagrosas en las que la madre de Jesús intercede por los fieles que solicitan su ayuda. El primero de los manuscritos conservados, el llamado Códice Rico, contiene casi doscientas cantigas, que aúnan texto, música e imagen. Cada poema tiene un folio iluminado, dos si termina en cinco; las imágenes cuentan la historia contenida en el texto, pero añaden detalles adicionales que enriquecen- iluminan- la narración con nuevos elementos y personajes[2]. Es una de las obras más destacadas del arte medieval hispano. La poesía lírica culta se escribía en este idioma en los siglos XIII-XIV.

     Sobre la ilustración de poemas gallegos hay una obra rara por extraordinaria y escasa que se relaciona con la publicación de los Seis poemas galegos de Federico García Lorca, ilustrado uno de sus ejemplares por Luis Seoane[3]. En el transcurso vital de Seoane son figuras esenciales el abogado argentino Norberto Frontini y la poetisa y recitadora Mony Hermelo, matrimonio que conoce en 1932 por medio del poeta orensano Eduardo Blanco-Amor. Seoane, Fontini y Hermelo conocen a Federico García Lorca en ese año, junto a Alfonso Castelao, Arturo Cuadrado, José Eiroa y Carlos Maside. En ese momento nace la idea de escribir los poemas gallegos de Lorca, que no se publicarían hasta 1935.

     Blanco-Amor entre 1933 y 1935 ejerció como corresponsal de La Nación, de Buenos Aires. Antes del viaje exitoso de García Lorca a Uruguay y Argentina se conocieron y, tras el periplo rioplatense, le recibió el poeta granadino en La Huerta de San Vicente en 1934. Allí tomó forma la publicación de esos poemas en gallego. Doscientos ejemplares, según comentaba Blanco-Amor en la copia que envió a Guillermo de Torre. Una parte fue confiscada por los sublevados en la guerra civil. Veinte fueron enviados a Federico y 12 llegaron a Buenos Aires llevados por Blanco-Amor. Pronto fue una rareza por su escasez, entrando muy rápidamente en objeto de coleccionista. Uno de los ejemplares fue entregado a Luis Seoane para que lo dedicara en 1937 al matrimonio Frontini-Hermelo, quienes le habían ayudado a establecerse en tierras argentinas y librarlo cuanto antes de un servicio militar en ese país, que reseña en el manuscrito, como agradecimiento a esta pareja: “A Mony y Norberto los dibujos que son al libro como los espontáneos en las plazas de toros. Sin palabras. ¿Para qué? Todas tienen un corazón, vosotros lo tenéis. Yo también. Mejor, yo lo tenía y ahora ando un poco vacío. Pero tengo el suficiente para dar una enorme y sincera amistad…”

     Seoane ilustró el manuscrito con dibujos originales a tinta. Temas gallegos con importante carga simbólica: marineros, campesinos que asemejan ángeles, vacas, hórreos, lluvias, lunas, estrellas, manos y peregrinos del Camino de Santiago[4].

     Se recuerda aquí la anécdota de Luis Sáenz de la Calzada[5], ahora más entendible, del café de la Victoria, donde Ignacio Sánchez Mejías[6] contaba que los tartesios habían subido desde las marismas del Guadalquivir, a través de Portugal, hacia Galicia y Asturias. Como apoyo, García Lorca cantaba asturianadas por soleares y fandangos por muñeiras. Lorca escribió los poemas gallegos desde su óptica andaluza.

Portada de “Seis poemas galegos” de Federico García Lorca con ilustraciones de Luis Seoane. Colección privada.

 

 

Página 2 “Seis poemas galegos” de Federico García Lorca con ilustraciones de Luis Seoane. Colección privada.

 

 

Página 3 “Seis poemas galegos” de Federico García Lorca con ilustraciones de Luis Seoane. Colección privada.

 

     Uno de los poemas galegos de Lorca está dedicado a la Virgen de la Barca. Nuestra Señora de la Barca es muy venerada en Muxía. En agosto de 2007 se pudo comprobar esta devoción. Arzúa-Santiago fue la última etapa (41 km.[7]) que se realizó en esas fechas para terminar el Camino Francés. Tras tomar unas tazas con unas peregrinas de Yecla, al día siguiente se decidió seguir hasta Finisterre a pie para recordar las navajas a la plancha con vino blanco que años antes había probado. Ese día terminó en Negreira. Al día siguiente todo cambió. Una distensión muscular en la rodilla derecha trastocó los planes de forma definitiva. Nunca llegaría a pie a Finisterre. Se preguntó a un paisano donde estaba la parada de autobús más cercana. Allí se caminó buscando un lugar en algún sitio y momento. En la parada, a los veinte minutos llegó un autobús:

     -Buenos días, ¿hacia dónde va?

     -A Muxía, ¿sube?

     -Sí, ¿por qué no? ¿Cuánto es? ¿Conoce alguien que aloje en Muxía?

     -Es … En Muxía vaya al Bar… y pregunte.

     El trayecto fue cómodo y rápido y Muxía fue un espectáculo visual en todos los sentidos. Al llegar se buscó el bar indicado.

     - ¿Café con leche? Buenos días.

     - ¿Quiere algo más?

     -Me ha dicho el conductor del autobús que usted conoce a quién puede darme alojamiento. Estaba haciendo el camino a Finisterre y tengo mal la rodilla… ¿Conoce a alguien?

     -Sí, esta mujer, la señora … Alquila habitaciones frente al paseo marítimo.

     -De acuerdo. Me puede facilitar su dirección. ¡Gracias!

     Una hora después, la rodilla encontró reposo. El Santuario de la Virgen de la Barca de Muxía tiene uno de los finales del día más bellos y tardíos de la Península Ibérica. Entre rocas rozadas por el viento, entre piedras atacadas por el agua, el Sol se esconde más tarde en medio de una línea marina. La Virgen, como canta Lorca, es pequeña. Una barca decora el paisaje y las rocas recuerdan el peligro de la naturaleza. La rodilla se recuperó y las navajas de Muxía estaban buenas y no hubo recuerdo de Finisterre. El verano dirigía tímidamente su curva hacia el final.

     El poema de Lorca:

  Romaxe de Nosa Señora da Barca 

     ¡Ay ruada, ruada, ruada

da Virxen pequena

e a súa barca!     

     A Virxen era pequena

e a súa coroa de prata.

Marelos os catro bois

que no seu carro a levaban.    

     Pombas de vidro traguían

a choiva pol-a montana.

Mortos e mortos de néboa

pol-as congostroas chegaban.

     ¡Virxen, deixa a túa cariña

nos doces ollos das vacas

e leva sobr’o teu manto

as foles da amortallada!  

     Pol-a testa de Galicia

xa ven salaiando a i-alba. 

A Virxen mira pra o mar

dend’a porta da súa casa.

     ¡Ay ruada, ruada, ruada

da Virxen pequena

e a súa barca![8]



[4] GUTIÉRREZ VIÑUALES, R.: Un ejemplar de los “Seis poemas galegos” de Lorca convertidos por Seoane en una obra de arte. En Quiroga, revista de Patrimonio Iberoamericano. Universidad de Granada. Número 7. Enero-junio 2015. Páginas 90-94.

[5] SAÉNZ DE LA CALZADA, L.: La Barraca, Federico García Lorca y su teatro universitario. Revista de Occidente. Madrid. 1976.

[6] Sobre Ignacio Sánchez Mejías, Archivo Museo Sánchez Mejías, Casa Malpica, Monjas 12, 13200 Manzanares. 926614056. https://www.instagram.com/museosdemanzanares/

[8] GARCÍA LORCA, F.: Romaxe de Nosa Señora da Barca. En Obras Completas. Versión Kindle. Página 909. ebooklasicos.com 2015-2023.

 


16-09-2025 13:26 actualizado 19:53

 

Reflexiones sobre la fotografía y el espejo

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