Cultura y sociedad

Apología de Sócrates

     

La muerte de Sócrates. J. Louis David. Wikipedia.

     399 a.C., alegato de Sócrates ante el tribunal que le juzga:

     "Quizá me dirá alguno: ¿No tienes remordimiento, Sócrates, en haberte consagrado a un estudio que te pone en este momento en peligro de muerte? A este hombre le daré una respuesta muy decisiva, y le diré que se engaña mucho al creer que un hombre de valor tome en cuenta los peligros de la vida o de la muerte. Lo único que debe mirar en todos sus procederes es ver si lo que hace es justo o injusto, si es acción de un hombre de bien o de un malvado..."

    "... Porque temer la muerte, atenienses, no es otra cosa que creerse sabio sin serlo, y creer conocer lo que no se sabe. En efecto, nadie conoce la muerte, ni sabe si es el mayor de los bienes para el hombre. Sin embargo, se la teme, como si se supiese con certeza que es el mayor de todos los males. ¡Ah! ¿No es una ignorancia vergonzante creer conocer una cosa que no se conoce?..."

     "... —Atenienses, os respeto y os amo; pero obedeceré a Dios antes que a vosotros, y mientras yo viva no cesaré de filosofar, dándoos siempre consejos, volviendo a mi vida ordinaria, y diciendo a cada uno de vosotros cuando os encuentre: —Buen hombre, ¿cómo siendo ateniense y ciudadano de la más grande ciudad del mundo por su sabiduría y por su valor, cómo no te avergüenzas de no haber pensado más que en amontonar riquezas, en adquirir crédito y honores, de despreciar los tesoros de la verdad y de la sabiduría, y de no trabajar para hacer tu alma tan buena como pueda serlo?..."

     "... Muerto yo, atenienses, no encontraréis fácilmente otro ciudadano que el Dios conceda a esta ciudad (la comparación os parecerá quizá ridícula) como a un corcel noble y generoso, pero entorpecido por su misma grandeza, y que tiene necesidad de espuela que le excite y despierte. Se me figura que soy yo el que Dios ha escogido para excitaros, para punzaros, para predicaros todos los días, sin abandonaros un solo instante. Bajo mi palabra, atenienses, difícil será que encontréis otro hombre que llene esta misión como yo; y si queréis creerme, me salvaréis la vida..."

     "... Hubiera sido para vosotros una gran satisfacción haberme visto lamentar, suspirar, llorar, suplicar y cometer todas las demás bajezas que estáis viendo todos los días en los acusados. Pero en medio del peligro, no he creído que debía rebajarme a un hecho tan cobarde y tan vergonzoso, y después de vuestra, sentencia no me arrepiento de no haber cometido esta indignidad, porque quiero más morir después de haberme defendido como me he defendido, que vivir por haberme arrastrado ante vosotros. Ni en los tribunales de justicia, ni en medio de la guerra, debe el hombre honrado salvar su vida por tales medios..."

     "... ¡Ah!, atenienses, no es lo difícil evitar la muerte; lo es mucho más evitar la deshonra, que marcha más ligera que la muerte..."

     "... Cuando mis hijos sean mayores, os suplico que los hostiguéis, los atormentéis, como yo os he atormentado a vosotros, si veis que prefieren las riquezas a la virtud, y que se creen algo cuando no son nada; no dejéis de sacarlos a la vergüenza, si no se aplican a lo que deben aplicarse, y creen ser lo que no son; porque así es como yo he obrado con vosotros."

     Sócrates fue condenado a muerte. Conocemos datos sobre él principalmente por Platón, Jenofonte, y caricaturizado por Aristófanes en Las nubes. Aquí indicamos la visión platónica.

     Patricio de Azcárate (1800-1886) dijo que el Sócrates del Eutifrón se burla de los dioses del Olimpo; es aquel que califica de cuentos insensatos las tradiciones mitológicas y de tráfico ridículo las ceremonias del culto; es un hombre en guerra abierta con el politeísmo. 

     Y piensa Azcárate que no podía sustraerse a la acusación de impiedad.  Cree que aquí Platón lo defiende mal.  Poco importa, podría ser su plan: Sacrificar la defensa legal a fin de probar la superioridad moral de su maestro sobre los hombres de su tiempo, por sus creencias incompatibles con Sócrates. Él no hubiera aparecido como un gran filósofo si hubiera sido absuelto. Entre otros caracteres, ¿su originalidad no consiste en haber creído en un solo Dios en pleno politeísmo? ¿Y no consiste su grandeza en haberlo dicho, y en haber muerto por haberse atrevido a decirlo? 

     Según Rodríguez Adrados, Platón, en la muerte de su maestro, tuvo una guía firme. Considera que es la culminación de su doctrina. Rompe con el mundo circundante. La muerte de Sócrates significa la reforma radical de la ciudad. Construir una nueva sociedad con los principios absolutos que su maestro buscó mientras vivía. Y de ahí desarrollará los principios expuestos en República, Político y Leyes.

     Para Antiseri y Reale, El mensaje de Sócrates estuvo también condicionado por limitarse a los atenienses cuando era un mensaje que iba mucho más allá, pues era válido para todo el mundo. Considerar que la esencia del hombre reside en el alma, que la auténtica virtud está en el conocimiento o que los principios básicos de la ética consisten en el autodominio y en la libertad interior, era algo que luego llevaría a proclamar- socráticos menores y filósofos helenísticos- la autonomía del individuo como tal.

          Para Copleston, el primero de los cargos que se atribuyeron a Sócrates nunca fue definido explícitamente, porque su acusador confiaba en la reputación que le merecían los antiguos cosmólogos de Jonia al jurado, y recordarían la famosa profanación de Alcibíades del 415. El segundo cargo, corromper a la juventud, era el temor de fomentar el espíritu crítico entre los jóvenes ante la nueva democracia. Puesto que había formado a Alcibíades, se pasó a Esparta, y a Critias, un oligarca. No se podía aducir estas cosas claramente tras la amnistía del 404-403 a.C.

La muerte de Sócrates. Dibujo. J. Louis David. Metropolitan Museum Art.

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     Bibliografía:

     Plato. Obras Completas de Platón (pp. 71 y 83-95). ATOZ Classics. Edición de Kindle. 

     Rodríguez Adrados, F.: La democracia ateniense. Alianza Editorial. Madrid. 2ª edición. 1980. Página 408-410.

     Antiseri, D. y Reale, G.: HISTORIA DEL PENSAMIENTO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO: I. ANTIGÜEDAD Y EDAD MEDIA. Herder. Madrid. 2010.

     https://artsandculture.google.com/asset/the-death-of-socrates-jacques-louis-david/VAHswfi_q46cLw?hl=en 

     COPLESTON, F.: Historia de la filosofía, Tomo 1, Gracia y Roma. Liber. 1946. Páginas 102-104

Electrön, Rock de Don Quijote: https://www.youtube.com/watch?v=8J4-jNCbv-k


                    Electrön_Rock de Don Quijote


                   "¡Cuán ciego es aquel que no vee por tela de cedazo!"

                   (Capítulo I, 2ª parte, Don Quijote de la Mancha, Miguel de Cervantes. 1615)


Vista de piedras perenalas de una trilla. Molino Grande de Manzanares



Garrafa de vino y esportillo. Molino Grande de Manzanares






Vista exterior junto a balsa. Molino Grande de Manzanares

     El Molino Grande de Manzanares:
     Probablemente, el museo de Manzanares que mejor representa la identidad de la ciudad: Una industria que ha permanecido a lo largo de los siglos, con distintos dueños, en un mismo lugar.
     ¿Cuánto se asombrarían y cómo se frotarían los ojos los agricultores y molineros el primer día que llegó el agua al caz nuevo del río Azuer?


Cruz y Raya: José Bergamín y Manuel de Falla

 

     




  Para contextualizar las relaciones entre José Bergamín y Manuel de Falla reproducimos unas declaraciones de André Gide[1] sobre Bergamín a finales de 1938:

     «El comunismo está flaqueando, lo que restituye al cristianismo su alcance revolucionario. El catolicismo traiciona o bien se vuelve conservador. Conservador, ¿de qué, Cristo y Señor? De títulos, de fortunas, de privilegios. La tradición no tiene nada que ver allí. Importa legar el espíritu, no “la letra que mata”. Nunca dudé de que algunos católicos lo sintieran. Pero, hoy, parece que la Iglesia misma lo comprende, que ha empezado a comprenderlo. Algunos (entre ellos Péguy, primero, luego Maritain, Marcel, Mauriac, Berdiaeff, Bergamín) ayudaron mucho para que así fuera.»

     Este texto es recogido por Luis Campodónico[2] el 25 de julio de 1968, quien relata que la mención de Bergamín se hace en el momento que ocupa la agregaduría cultural de la Embajada de España en Francia. Era considerado como uno de los católicos que intentaba que la Iglesia rompiera con su pasado. Tres años antes había roto con otro católico, Manuel de Falla, por los mismos motivos por los que era elogiado por Gide, según Campodónico, quien escribe con el conocimiento del Concilio Vaticano II y la encíclica Populorum Progressio.

     Vamos a utilizar a Campodónico, a Nigel Dennis[3] y a Fernando García deCortázar[4].

     Hay una expresión coloquial[5] que manifiesta el firme propósito de no volver a entender en un asunto o de no tratar más con alguien: Cruz y raya.

     Pero Cruz y raya fue una revista que representó los valores de un catolicismo crítico durante la II República, con personalidades tan relevantes como Manuel de Falla y José Bergamín. La revista de afirmación y negación surgía en momentos de crisis general de la civilización europea. Hitler llegaba al poder con la amenaza de la destrucción de valores occidentales. Los editores de la revista buscaron respuesta a esa crisis espiritual debido a que los periodos históricos de crisis están llenos de inseguridades y fanatismos, según García de Cortázar. Surgen las utopías políticas que aportan esperanzas desmedidas y desesperanzas inconsolables.

     Cruz y Raya tuvo esa sustancia rebelde y angustiada, buscando una respuesta a la crisis espiritual de aquellos años con un severo afán de totalidad. La revista estimulaba la publicación de cualquier registro literario: Cántico de Guillén, comentarios de la filosofía de Ortega por María Zambrano o de Falla sobre Wagner. 

     Falla y Bergamín reivindicaban, según García de Cortázar, que la respuesta a la crisis del humanismo europeo debía proceder de la reivindicación de la espiritualidad católica, que, a su vez, ponía en tensión el sentido mismo de lo español o España. El catolicismo debía ser inspiración para una lectura total de la crisis, sin mediación institucional alguna; una revista abierta, libre e independiente. Su límite, la definición esencial del espíritu: su nombre, Cristo.

     Una visión integradora que producía casos de contradicción. Por las diversas trayectorias políticas de sus redactores. La lectura de sus treinta y nueve números rezuma una incoherencia editora. Sin embargo, Cruz y Raya unió en algo a quienes en ella escribieron: la voluntad en la resolución espiritual de la crisis de Occidente con la participación española. Para una refundación moral de Europa.

      Campodónico nos muestra un Manuel de Falla extremadamente delgado, sombra de si mismo, en 1935. En 1913 contrajo sífilis en París y desde entonces es un asceta pétreo, benévolo para los demás y severo consigo mismo. Parece también apocado, temeroso de Dios y resentido ante el sexo.

     La versión que nos ofrece de la relación entre Falla y Bergamín en Cruz y Raya es que fue breve y equívoca. En 1933 Falla pasa largas temporadas enfermo. Aunque reside en Granada, viaja a Palma de Mallorca para encontrar una paz que no encuentra. Para Falla, Bergamín parece una persona inquietante, de un catolicismo distinto al suyo, más tentado e incierto.

     Tienen, según Campodónico, una visión distinta de la República. A Falla le preocupa el ateísmo oficial del nuevo gobierno. A Bergamín le atrae el ímpetu cultural, la oportunidad de obrar, el que sea posible un renacimiento.

     Las cartas de Falla a Bergamín muestran un lento y perceptible rechazo al desempeño de la revista. Empieza a no desear la responsabilidad de su publicación, primero, como editor, y, al final, como uno de sus fundadores.

     En mayo de 1933, Falla, solicita que deje de aparecer como editor y únicamente como colaborador, coincidiendo con la publicación suya. En ese primer número empieza sus críticas, pero celebra como magistral el artículo de Bergamín, aunque difícil de comprender para personas de lectura superficial.

     Hay una carta de Falla a Bergamín, 4-11-1933, critica a Bergamín por su ensayo publicado en Cruz y Raya porque señala en el Cristo de Velázquez cierta luminosidad diabólica, y él ve que su contemplación ha elevado las almas a Dios, prueba que no admite engaño.

      El 20 de enero de 1934, como había recibido una circular enviada a los editores de Cruz y Raya, se queja de ello, de nuevo, y vuelve a su solicitud de baja como editor y quedar como fundador.

      La publicación que colma la paciencia de Falla fue El Aviso, a principios de 1935. Lleva de subtítulo de escarmentados del año que se acaba. Está ilustrada por Benjamín Palencia, con inspiración surrealista y ordenados caprichosamente, según Bergamín. Falla sufrió una conmoción, según Campodónico. Las cartas que enviaba a Bergamín estaban encabezadas por la palabra PAX, la carta de 16 de febrero de 1935 ya no la lleva. Las sucesivas cartas muestran reproches hasta la ruptura. El espíritu sutil y lúcido, a ratos jesuítico y a ratos satánico de Bergamín, no conmovió nunca profundamente la concepción nuclear de Falla. Sus relaciones estaban condenadas a romperse. Un Falla torturado, con sus provisionales soluciones beatas, veía el ímpetu o la alegre tristeza de Bergamín en su quehacer como algo irritante. No se volvieron a escribir ni siquiera en sus exilios de Argentina, Falla, y de México, Bergamín. Nadie tuvo la culpa, pero nadie dialogó.

      La visión que nos ofrece Nigel Dennis es más completa. En las cartas anteriores a 1926, Bergamín muestra una gran admiración por Manuel de Falla, artística y espiritualmente. Dennis cree que la admiración era comparable a la que sentía por Unamuno. Le remitía obras recién escritas, incluso desconocidas por no publicarse en ese momento, como Don Lindo de Almería.

      El grupo de cartas de la época de Cruz y Raya, creada en 1933 y desparecida al comenzar la guerra en 1936, ponen de manifiesto los postulados de la revista. Debido a la admiración que siente por Falla, Bergamín habla con una gran sinceridad. Las cartas de Falla con otros fundadores de la revista, Alfonso García Valdecasas, sirven para aclarar las discrepancias con el director. Y entre los papeles de Falla se encuentra el borrador de la declaración de principios que inspira la publicación, el interés del escritor por conseguir su consejo o bendición, que nos ayuda a percibir la aportación de Falla a la revista.

     Los miembros de la generación del 27 manifestaron su devoción por Manuel de Falla. Tanto individual, como Bergamín, como colectivo. Las cartas enviadas por Bergamín se han podido rescatar, el archivo epistolar de Bergamín se ha perdido en su mayoría. Y las cartas de Bergamín son transparentes, como repite Dennis.

     Las cartas enviadas por Bergamín han constituido un interés histórico extraordinario por la atención dedicada a Cruz y Raya. A sus orígenes, su administración y su organización. Con la revista alcanzó Bergamín su punto culminante como intelectual y escritor antes de 1936.

      La última carta de Bergamín a Falla, el 4 de septiembre de 1935, alude a la orientación fundamental que Bergamín ha procurado dar a Cruz y Raya, como a las publicaciones de Ediciones del Árbol, y pone de relieve las diferencias de temperamento y sensibilidad de entre Falla y Bergamín, según Dennis, al igual que señalaba antes Campodónico. La diferencia es la manifiesta admiración de Bergamín por Falla, la búsqueda de su consejo.

      Es claro que la ruptura definitiva se empieza a producir con la publicación de El Aviso en el Almanaque, a principios de 1935, con estas palabras de Falla:

     Con afecto que mucho me honra, usted me ha pedido repetidas veces que le hable con toda claridad, y así voy a hacerlo. En conjunto, el Almanaque me parece monstruoso… Usted no se habrá dado cuenta… además, no me sorprende excesivamente dada la “marcha” seguida por la revista en los últimos tiempos… dado el punto a que las cosas han llegado y dada también la falta de exacto juicio… yo no puedo seguir compartiendo la responsabilidad de la revista aunque…sólo ostentamos… el título de fundadores…Siendo sincerísima la amistad que le profeso, le escribo con pena por el disgusto que pueda ocasionarle, pero la conciencia así me lo exige…

     Bergamín le contesta prontamente:

     En este aviso mío… puse, con más empeño que nunca, mi propósito de siempre, de ir penetrando en el ánimo… del lector español, con las palabras más hondas y verdaderas de nuestra fe, sin que… en este espectáculo de la vida humana se le ofrece, se aperciba casi de la intención piadosa, compasiva, caritativa, cristiana, que le penetra. Y para ello, tomé por el camino más corto: el de la belleza, el de la poesía. No sé si habré sabido lograrlo. V. cree que no. Y es un gran dolor para mi esta opinión suya… Monstruo, sí lo hay en él; pero “monstruo en su laberinto”. Es un sueño de la vida y del mundo en que V. puede encontrar el espejo y el enigma con que los cristianos, desde la palabra de San Pablo, nos lo explicamos todo…

     En 1935, como se ha comentado, la enfermedad vuelve a Falla y no vuelve a escribir a Bergamín hasta el mes de agosto de 1935, sobresaltado por la publicación de Ars Amandi de Ovidio, en las Ediciones del Árbol:

          Claro está que yo no soy, ni quiero ser un “censor” … ¿Vd. puede realmente pensar que al Papa Pío IX le había de “complacer” el hecho de que un periódico que obedeciese a esa limpia inspiración publicase el “Arte de amar” de Ovidio…

     La contestación de Bergamín aborda el tema de El Aviso e ilumina el sentido profundo de Cruz y Raya. Su sensibilidad religiosa, su capacidad creativa y su visión de la realidad espiritual española es vista por Falla como demasiado radical e independiente, como poco dócil y ortodoxo:

     Dos afirmaciones recojo de su carta para aclararle…” Arte de amar” de Ovidio…Otra, las “mezclas detonantes” del “Aviso”. Son cosas muy distintas a primera vista…

     …Una obra de poesía clásica…tiene, efectivamente, un choque violento en su realismo o naturalismo aparente con el espiritualismo cristiano… gracias al cristianismo, a la actuación histórica civilizadora, cultural, de la Iglesia católica de Cristo, como se nos vino a las manos desprovista de tan exclusiva interpretación; como, ahora, para nuestra sensibilidad, tiene un valor moral, educativo, de pura, prístina emoción estética o creadora, de poesía, de transcendencia espiritual en definitiva…este valor moral del paganismo en sus obras de creación, de poesía, de belleza, ha sido siempre reconocido, con personal valor moral en la Iglesia… Precisamente la falta de educación humanística nos viene acarreando no poco daño en la hoy terrible insensibilidad estética y moral y religiosa de esa enorme masa de católicos ignorantes, en España…Por eso, desde un primer momento evoqué en la revista y en sus ediciones los grandes nombres significativos, por españoles, para nosotros, de esa auténtica tradición moral de independencia de los valore morales dentro de la Iglesia…Un editor o un escritor católico puede, y hasta, en mi sentir, debe, utilizar para su difusión o comentario los textos clásicos del paganismo…continuar la buena tradición católica. Y más en España…

     … Yo no creo que hay que perseguir al pecador por el pecado sino al pecado por el pecador. Al hombre tristemente carnal que somos…hay que lograr no tanto la evitación…del pecado como la conciencia de cometerlo, el arrepentimiento del pecador. Por eso creo que no debe disimularse, entorpecerse…la verdad de la carne, con toda su belleza viva, con toda su tristeza mortal.

     Y la poesía clásica amorosa…es una magnifica educadora moral en ese sentido.

     … Ya sé, querido y admirado, venerado amigo, que esta lucha de que dejé acaso demasiado rastro impersonal en mi AVISO, es lucha personal de cada uno consigo. Y la única disculpa que tengo…es contagiar a los indiferentes de esta inquietud espiritual que creo indispensable para todos… Y para todos lo hice todo para de todos los modos salvar alguno. Y en este sentido, por esta razón, también se hace así la Revista misma.

     Pero yo, yo, ese yo- mi único enemigo verdadero- corro, a veces, como sin saber adónde y lucho como quien azota el aire…

     Y V. amigo mío, con sus cariñosos reproches me ayuda a ello, tomando como a V. corresponde, la parte de Dios. Gracias, le repito. Y mientras con la ayuda de Dios, me defenderé de mí mismo, que es lo que hago con todo lo que hago con todo lo que hago, también con esta carta.

     Otras cosas quisiera decirle; pero ya lo que va es demasiado y no quiero abusar de su paciencia. Con el tiempo le explicaré más; y sin traicionar mi veracidad con falsa modestia, alguno y algunos de los resultados favorables que he conseguido con tanto empeño.

      La carta ha sido extractada por quienes escribimos estas palabras sobre los distintos cristianos católicos de la II República que publicaron una de las revistas culturales más importantes de este tiempo. Que publicó el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, de García Lorca, con ilustraciones de José Caballero; que homenajeó a Ramón y Cajal en el primer aniversario de su fallecimiento con traducciones de Von Lenhossék, porque no consiguió unas palabras de alguno de sus colaboradores españoles. O donde alternaban artículos de Santa Catalina de Siena con otro del arabista García Gómez, donde escribe de Aben Guzmán y/o el zéjel. 

Jose Bergamín.itoldya420.getarchive 


La firma_2_27 de diciembre de 1978

    

Archivo Linz_Fundación March_Pueblo 8-12-1978

      La política de consenso se hizo necesaria durante el bienio 1977-79 por la necesidad de alumbrar una nueva Constitución. Las amenazas eran cada vez más claras y las instituciones eran todavía muy frágiles. Era vital elaborar una Constitución aceptada por la mayoría de las fuerzas políticas.

     El debate se había circunscrito a círculos restringidos, las Cortes, y diluía opciones políticas y sindicales movilizadas en los últimos años del franquismo. Creemos que esto se pudo solucionar con la votación en referéndum de la Constitución aprobada en las dos cámaras de las Cortes surgidas en junio de 1977. Por la experiencia acumulada por la historia constitucional española, la aprobación de las constituciones solamente por parlamentos y la acusación de ser constituciones de una parte, conservadora o progresista, se veía afectada la aceptación de esos textos legales.

     La propia duración de la dictadura había conformado una sociedad expectante y pasiva que, queriendo derechos y libertades, estaba confortablemente establecida en la sociedad de consumo que se había desarrollado a partir de los años sesenta.

     La ponencia constitucional finalizó sus trabajos en abril de 1978. Pasó a la Comisión Constitucional al mes siguiente, donde las dificultades se subsanaron con reuniones cara a cara entre los socialistas y centristas (UCD). Se debatió posteriormente en Congreso y Senado. Definitivamente, la aprobación se produjo el 31 de octubre de 1978 en las Cortes. 

     De los 325 diputados, únicamente 6 votaron en contra y 14 se abstuvieron. Y de los senadores, 226 a favor, cinco en contra y ocho abstenciones.

     El 6 de diciembre el proyecto constitucional fue sometido a referéndum. Votó el 67 por ciento del censo electoral. Bajó con respecto a la votación de la reforma política y a las primeras elecciones libres de junio de 1977. Los votos afirmativos al texto fueron el 87% y los negativos, el 7%. Donde se produjo la mayor abstención fue en el País Vasco, pero los que votaron, fueron afirmando el texto en un 68% frente al 23% negativo que solo consiguió la propaganda nacionalista radical. Pero reflejaba el origen del problema, con violencia, que se iba a producir en los años siguientes.

     La abstención pudo obedecer a la creciente desmovilización política por dejarlo todo en manos de las actuaciones partidistas, un cierto cansancio del electorado no acostumbrado a votar y al fenómeno del desencanto, tanto por no avanzar en las libertades hasta donde una parte quería como por la prudencia ante las amenazas del un régimen en formación que pudiera desestabilizarse o probable involución. 

     La constitución fue calificada de rígida por los requisitos exigidos para su modificación, conociendo nuestra historia constitucional, y, a su vez, por las formas en las que doblemente se aprobó, por las Cortes y los ciudadanos. 

     Al igual que la democracia no había llegado con la muerte del dictador, la transición no acababa cronológicamente con la aprobación de la Constitución. Quedaban abiertos flancos muy importantes, como el asentamiento del sistema de partidos, la asunción constitucional por las instituciones y la toma de conciencia ciudadana de los derechos y libertades que habían votado. 

     Problemas como el terrorismo, la crisis económica (precios del petróleo, 1973-1979) y la organización territorial del estado estaban sin resolver. Se ha asumido por la mayoría de la doctrina que este periodo se alarga hasta 1982. 

     El título de esta entrada hace referencia al compromiso firmado por la jefatura del estado con el texto aprobado en las Cortes y en el refrendo posterior de 6 de diciembre de 1978 de los ciudadanos y cómo fue reflejado por la prensa más influyente de Madrid, ejemplificado en las crónicas de EL PAÍS y ABC. La foto inicial es de diario Pueblo, obtenida del archivo Linz, que está depositado en la Fundación March.

     Sin firma, EL PAÍS informaba del discurso de don Juan Carlos: Como expresión de los momentos históricos que estamos viviendo, y cuando acabo de sancionar, como Rey de España, la Constitución aprobada por las Cortes y ratificada por el pueblo español, quiero que mis primeras palabras, breves y sencillas, sean ante todo de agradecimiento hacia los miembros y grupos de estas Cámaras que han elaborado la norma fundamental por la que ha de regirse nuestra convivencia democrática...(enumeraba agradecimientos a todas las instituciones del Estado y llegaba al punto siguiente de interés)... Y gracias, por fin, al pueblo español, verdadero artífice de la realidad patria, representado por las distintas fuerzas parlamentarias, y que ha manifestado en el referéndum su voluntad de apoyo a una Constitución que a todos debe regirnos y todos debemos acatar... Y hoy, como Rey de España y símbolo de la unidad y permanencia del Estado, al sancionar la Constitución y mandar a todos que la cumplan, expreso ante el pueblo español, titular de la soberanía nacional, mi decidida voluntad de acatarla y servirla. 

     Institucionalmente, dejaba de ser un jefe de Estado venido de la dictadura a ser el jefe de Estado en el nuevo ordenamiento constitucional de 1978. 

     Uno de los redactores fundadores de EL PAÍS, Bonifacio de la Cuadra, incidía en ese resumen, señalando además que los parlamentarios y el público asistente recibieron con aplausos la llegada de los Reyes y el Príncipe de Asturias, ovacionando larga e intensamente el instante de la firma y el final del discurso del jefe del Estado, a excepción de los miembros de PNV, que se pusieron de pie, pero permanecieron pasivos.

    Manuel Vicent contó ese día para el mismo diario que El acto de ayer tuvo una solemnidad breve y discreta, sin abuso de maceros, ni frases redondas. Aquí se está cogiendo ya el tranquillo a la elegancia inadvertida de marbete europeo, mas, a pesar de todo, el hemiciclo ofrecía destellos de bautizo con los palcos abarrotados de judíos, moros y cristianos, un fru fru de cardenales, altos mandos militares, medallas, uniformes, visones dentro de ese perfumé a espliego y paño de calidad que irradian las ilustres personalidades, las damas elegantes con el vestido lleno de campánulas y los distinguidos caballeros invitados, amigos y enemigos de la Constitución, todos aplaudiendo con suave encanto cuando el texto ha sido finalmente rubricado por el Monarca. Abajo, los senadores y diputados vestían el traje gris marengo de los domingos, los verdaderos padres de la criatura con corbata plateada...

     En ABC se dedicaban también varias páginas a la firma sancionando la Constitución. Ese 28 de diciembre de 1978, la portada era fiel reflejo de la presencia del Rey. En su página 5, fotografías del acto donde decían que los Reyes fueron aclamados a la entrada del hemiciclo a las once y media de la mañana, incidiendo en el aplauso del secretario general del PSOE, Felipe González. Para ABC era importante reseñar el último discurso del Presidente de las Cortes, Antonio Hernández Gil, quien cesaría de su cargo con la entrada en vigor de la Carta Magna, y a quien el ABC dedica un editorial elogioso. En la página 7 se reproducían las firmas de las autoridades el día de la sanción, el importante discurso del Rey y la referencia al joven Príncipe de Asturias.

     La redacción mollar del acto corrió a cargo del corresponsal político de ABC en esos momentos, Pedro J. Ramírez. Señalaba unas palabras del Rey que mostraban las grandes esperanzas depositadas en el texto legal que se aprobaba: el mejor aval para que España pueda iniciar un nuevo periodo de grandeza. Señalaba también que la pluma con la que firmó el jefe del Estado era de Christian Dior, que el padre del monarca, el conde de Barcelona, asistía al acto en una de las tribunas emocionado. Según Pedro J., el tiempo acompañó, después de la lluvia de la noche anterior.

     Ramírez nos detalla más las personalidades del Estado que acudieron y aquellas personas que no siendo instituciones, seguían representando esa caracterización del Estado que se iba, pero que asistía a su próxima desaparición: El presidente de la Conferencia Episcopal, aperturista, monseñor Tarancón, y su enlace en las Cortes, el padre Martín Patino. La nobleza, con la duquesa de Alba y su marido, Jesús Aguirre; o el presidente del Club Siglo XXI, Guerrero Burgos, coronel jurídico del Ejército.

     Hubo más presencias que ausencias, según el redactor de ABC. Entre las ausencias, las de Josep Tarradellas, Dolores Ibárruri y el ex etarra Patxi Iturrioz. Todos, o casi todos, con corbata, con la excepción de Nicolás Redondo Urbieta, que no la portaba. Refrenda la noticia de Bonifacio de la Cuadra sobre el respeto sin aplauso de los miembros de PNV, pero él observó a alguno del PSOE que tampoco lo hizo. No da nombres. En cuanto a PNV, uno de sus senadores, Miquel Unzueta, en la línea moderada de Juan Ajuriaguerra, aplaudió al final. Arzallus, líder de PNV, dijo que acataban la Constitución sin entusiasmo.

     Tras los discursos del Presidente de las Cortes y del jefe del Estado, y cuando el Rey había manifestado que Al ser ésta una Constitución de todos y para todos, es también la Constitución de todos y para todos, es también la Constitución del Rey de todos los españoles... y que Todo mi tiempo y todas las acciones de mi voluntad estarán dirigidas a este honroso deber que es el servicio de mi Patria... hubo una parada militar, dejando el hemiciclo, que habían ocupado diputados y senadores, vacío. En ese momento, Pedro J. quería mostrar un ambiente que respiraban todos o la mayoría de los parlamentarios, y él mismo, que Las Cortes ya no volverán a reunirse en su actual composición y el deseo de que ninguno de los de ayer presentes volvamos a ser testigos de la sanción solemne de ninguna otra Constitución.

      Grandes esperanzas en la solución de los problemas. Como colofón, recordamos unas palabras que leímos a Abdón Mateos: Las Cortes salidas de las elecciones de junio de 1977 se convirtieron en Constituyentes contraviniendo la Ley de la Reforma Política. Además tuvieron que realizar un aprendizaje político de las exigencias de un régimen de monarquía parlamentaria... lo más importante para todos era construir un futuro de convivencia democrática.

      


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    -MARÍN, J. Mª, MOLINERO, C. e YSAS, P.: Historia política 1939-2000. Istmo. Madrid. 2001.

    -TUSELL,J.:  La transición española a la democracia. Historia 16. Madrid. 1999.

    -  https://elpais.com/diario/1978/12/28/espana/283647605_850215.html

     - https://elpais.com/diario/1978/12/28/espana/283647602_850215.html

     - https://elpais.com/diario/1978/12/28/espana/283647603_850215.html#?rel=listaapoyo

     - ABC, 28 de diciembre de 1978, páginas 5-7-9-10-12. 

     - AVILÉS, J., EGIDO, A. y MATEOS,A.: Historia Contemporánea de España desde 1923. Dictadura y democracia. Editorial Universitaria Ramón Areces. Madrid. 2011. pág. 175.

La firma_1

     Publicado 27-12-2024 23:24 

   

Fraga y Carrillo. Viquipedia.

     En su "Epílogo (enero de 1978)" a Historia de España, Pierre Vilar relataba como, cuando habían pasado dos años de la muerte de Franco, se había producido una transformación política en el sentido liberal, sin revolución, y con otro equipo. Un cambio de algo más que únicamente personas.

     El 3 de julio de 1976 el rey Juan Carlos había designado a un joven político poco conocido, que había sido secretario general del Movimiento. Sin embargo, rápidamente anunció una reforma política real, una amnistía y unas elecciones. 

    Votada por las Cortes franquistas, la reforma previó la elección de unas Cortes Constituyentes, con una fracción de senadores por designación real (40). La reforma se sometió a referéndum el 15 de diciembre de 1976. La oposición al régimen se opuso. Pero, como cuenta Vilar, ¿cómo oponerse a unas elecciones libres?

     Con 23% de abstención, un 94% dijo que sí. Vilar acababa su epílogo diciendo: “Se inicia una nueva batalla, parecida- demasiado parecida- a las de 1931, 1934 y 1936. Afortunadamente, la historia nunca se repite.”[1]

     Las cosas no fueron igual. Una nueva constitución fue aprobada por el Congreso de los Diputados en julio de 1978 por una gran mayoría en la que se incluía a personas tan distintas como Manuel Fraga y Santiago Carrillo.

     Fraga había presentado a Carrillo en uno de los cenáculos más elitistas de la capital, el Club Siglo XXI. La expectación y el lleno fueron al unísono abarrotando la conferencia: “Aquí estamos Santiago Carrillo y yo. Él, como conferenciante; yo, como directivo del Club, que ha recibido el honroso, aunque difícil, encargo de hacer su presentación”

     Dos mil personas se frotaban los ojos. Aplaudieron a Fraga que dijo “una cosa es ser antimarxista y otra negar la palabra a personas que nos interesa saber lo que piensan”. Ambos protagonistas llegaron casi al mismo tiempo. Sonreían ante el público mientras se fotografiaban con el director del Club.

     No necesito poner a Dios por testigo, dijo Fraga, de que la distancia entre Alianza Popular y el Partido Comunista es muy grande, ni necesito recordar en qué consiste. Carrillo y él eran hijos de las tierras que rompen entre el Cantábrico y el Atlántico: un pobre campesino gallego que llegó a alcalde de Villalba y un obrero asturiano que fue viceministro durante la República. Se habían dicho de todo en la campaña de junio de 1977. Pero ahí estaba Fraga presentando a un comunista de pura cepa. Y así empezó Carrillo. Y continuó con el latiguillo de mucho cuidado que había pronunciado el gallego. Le llamó exagerado, pero se sentía halagado. Estuvo moderado y burlón: El 15 de junio no se había votado una transformación socialista de la sociedad, sí un cambio democrático: “respetamos fielmente el fallo popular”.

          Manifestó que los comunistas habían superado la tesis de la dictadura del proletariado, que buscaban un estado democrático laico, sin filosofía oficial, descentralizado, con respeto al pluralismo en todos sus sentidos.

    En el turno de preguntas respondió sobre que a quién apoyaría en caso de guerra entre soviéticos y americanos: que no tendríamos tiempo porque decidirían las explosiones nucleares.

     Honró el civismo de los asistentes a la conferencia al escuchar a un señor que está en las antípodas de la mayoría de los asistentes. Y honró la actitud de Fraga, que seguramente afrontaría críticas por presentarlo en el Club Siglo XXI.

     Carrillo quería demostrar que el eurocomunismo no era un recurso táctico. El título de su conferencia era “Eurocomunismo y Estado”. Fraga había propuesto allanar el camino manifestando que era inútil mirar hacia atrás en la biografía de las dos personas protagonistas. Elogiaba el presente con la presentación del conferenciante y sus libros.

     Carrillo se sentía producto de una España atormentada que necesitaba serenidad y responsabilidad, mucha responsabilidad. El diálogo debía sustituir a los fusiles. Su propuesta eurocomunista iba en la dirección de la transformación social mediante una vía democrática, conservando esa democracia, sus libertades, los derechos humanos, como valores inalienables y permanentes. Por eso habían firmado Los Pactos de la Moncloa.

     Algunos miembros, los más derechistas, dimitieron del Club al saber que Carrillo intervendría: Gonzalo Fernández de la Mora, Juan García Carrés, Torcuato Luca de Tena, Pablo Garnica o Lucas María de Oriol.

      Asistieron al acto el entonces embajador soviético, señor Bogomolov, y antiguos ministros como Ruiz Giménez y Robles Piquer.

     La crónica fue recogida por la prensa. No así la televisión, para disgusto de Guerrero Burgos, director del Club, quien se molestó por la actitud de Rafael Anson, director de Televisión Española, sobre la información ofrecida.

     Se dio otra circunstancia llamativa, el trabajo de grandes periodistas del futuro, ya como un presente: La crónica de ABC de 28 de octubre de 1977 fue firmada Pedro J. Ramírez, unos años antes de ser director de Diario 16 y fundar a finales de los años ochenta El Mundo, y, en este siglo, El Español. La crónica de EL PAÍS fue firmada por Francisco Gor, uno de los fundadores del diario de Miguel Yuste y editorialista durante muchos años del mismo[2].

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[1] VILAR, P. Historia de España. Crítica, Grupo editorial Grijalbo. Barcelona. 1980, 11ª edición. Traducción de Manuel Tuñón de Lara y Jesús Suso.

[2] ABC, 28 de octubre de 1977, página 13. EL PAÍS, 28 de octubre de 1977, página 15.

La seda y el cedazo

Portada catálogo sedas suizas. Bmre

     Extracto propuesta parcial: 

¿Sobre qué trabajamos? Un catálogo de sedas suizas encontrado, guardado y que iría destinado probablemente a la clasificación de sémolas de harina elaborada en molinos de agua o de viento. Lo que denominaríamos un objeto de muestrario comercial.
     El catálogo tiene la oferta de distintas mallas textiles según el ancho de la celda, desde la más estrecha a la más ancha y según diferentes calidades.  
     ¿De que nos informará? De la utilización de la seda con celdas de distinto tamaño. Un cedazo clasificador de harinas molidas debía tener cinco/seis subdivisiones de grosor de celda, por su calidad de molido: 1ª, harina flor, para repostería; 2ª/3ª calidad, para panadería; 4ª, tercerilla/integral,  
5ª, salvado para cerdos/gallinas y 6ª, hoja de salvado sobrante, vacas/toros (Molino Grande de Manzanares). 
     El catálogo se encontró entre la herencia familiar de comerciantes tradicionales a principios del siglo XX. Uno de los pioneros trabajó previamente en Ubillos, almacén de Pontejos, madrileña calle del Correo, entre la primera y la segunda década del siglo XX, y se estableció en Manzanares (Ciudad Real) en 1916, localidad donde había molinos harineros y la fábrica de harinas de Ayala y Juan. Arqueología industrial por proteger, salvaguardar y revalorizar. Categoría:
Comercio, artesanía y arqueología industrial: Archivo y/o Museo Etnográfico.

Molino Grande_Manzanares



Lilith, diosa de la noche



     Sucedía en medio de la noche... con la llegada de las sombras... Una presencia oscura se apoderaba de los hombres en tiempos del primer legislador babilonio... Hammurabi dictaba legislaciones de día, pero no podía impedir que los hombres de su reino perdieran la sensatez durante las largas noches de invierno entre el Tigris y el Éufrates...
      ¡No, Lilith, No! ¡La diosa de la noche!
     Las mujeres, también... 
     En lo más profundo de su ser, cuando estaban embarazadas... con unos dolores insoportables y casi mortales, ¡demoniacos!... le arrancaba sus hijos, ¡le ofrecía su muerte en vida!... 
     ¡No, Lilith, No! ¡La diosa de la noche! ¡No, Lilith, no! ¡El fruto de mis entrañas, no!
     ¡Oh, diosa, no, no nos arrebates lo más querido! ¡Oh, Lilith, no, no nos vuelvas locos!
     La diosa de la destrucción y la vida, la diosa-demonio Lilith, no les hacía caso. Era el monstruo nocturno de los sueños irreales y fingidos...
     Corrompía los más íntimos sueños de los hombres con sus apariciones... desnuda y alada, flanqueada por sus fieles servidores... los búhos de la noche, de ojos sin vida... Se elevaba sobre el cuerpo de dos fieros leones que pisaba con sus garras... 
     ¡Todos le temían!...
     ¡La noche y sus calamidades estaban aseguradas!...
      ¡No, Lilith, No! ¡La diosa de la noche!  ¡Oh, Lilith, no, no nos vuelvas locos! ¡No, Lilith, no, el fruto de mis entrañas, no!...
     El pelo de la diosa ardía, tentando a mujeres y hombres, al llegar la noche... ¡Sexo, dolor y olvido!...
     ¡No, Lilith, No! ¡La diosa de la noche!  ¡Oh, Lilith, no, no nos vuelvas locos!... ¡El fruto de mis entrañas, no!...

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     En el caso de que lea este texto hasta el final, puede pinchar en el siguiente enlace y descargar su adrenalina: 
         Le avisamos que hay mucha inquina hacia la diosa y el enlace puede colapsar.
      
     https://www.ngenespanol.com/historia/lilith-como-era-la-diosa-mesopotamica-de-la-noche/#:~:text=Tambi%C3%A9n%20conocida%20como%20la%20'Reina,la%20cordura%20durante%20largas%20horas. 
          


Extraños signos de vida

  Captura de pantalla de la edición de Amazon kindle            -Seguirás el camino de la vega en dirección oeste hasta llegar a la ciudad d...