Cultura y sociedad

Ernestina de Champourcín_2 Misticismo y religiosidad.

 

Fuente: Biblioteca virtual Miguel de Cervantes

     Ernestina de Champourcín regresa de vez en cuando a España desde que enviudó. A finales de los sesenta, en uno de estos viajes, le entregó a Gerardo Diego el libro póstumo de Domenchina junto con Cartas cerradas, un libro que el santanderino ensalzó. Lo calificó de bello, desnudo y entregado. Eran cartas escritas a Dios, con el que ella habla o establece la relación. Cuando se acuerda de Domenchina, su marido, lo afirma en relación con la armonía de cielos y tierra, en una unidad divina en todo. Para Ernestina y para Diego la poesía era tal cuando tenía misterio. Debía tener gracia- en el sentido religioso-. Tal vez, las dos cosas. Aunar lo humano y lo divino. En la luz y en las sombras. Veía, intuía, a Ernestina en su periodo religioso más profundo. Percibía a Champourcín llena de misterio y de Gracia, ahora con mayúsculas. La época final de la vitoriana estaba marcada, según su antólogo, por la confesión humilde, el abandono del lucimiento personal, el ascetismo, que no olvidaba el uso de formas y palabras sensuales. Cosas que no necesitaba ante la verdad de un corazón, ante las tentaciones que asaltan a los creyentes, a esa relación que establecen con Dios mediante una carta que se abre para pocos y se entrevé para todos.

     Citamos aquí una poesía que Ernestina escribió a Juan José Domenchina por su muerte, recordando también aquel ciprés de Silos de Diego:

 Y te quise traer un ciprés de Castilla

Que hundiera sus raíces hasta tocar tus huesos:

Castilla que cantaste y amaste con locura

Cuando faltó a tus pies su barbecho fecundo.

     Raíces en lo hondo; copa esbelta en el cielo.

No ese ciprés de Silos que Gerardo cantara,

Sino un ciprés aún tierno que creciese a tu vera

Señalando al que pase la ruta que seguiste.

     Así todos verían al levantar los ojos,

Que ya no estás ahí donde tu nombre queda,

Porque el ciprés, cual índice de verdor y esperanza,

Guiaría su vista a tu verdad inmutable.

     ¡Qué guardia de cipreses en la tarde de oro!

Y me acordé de ti y de aquellos poemas;

Y de los que, después, colmaste de ese Amor

Que te acunó la muerte.

Yo te quise traer un ciprés de Castilla.

¿Para qué? Me pregunto. ¡Si ya la tienes toda[1]!

     Tanía Balló, cuando empezó a investigar sobre Ernestina de Champourcín, tuvo cierta prevención porque todo le llevaba a que la poeta en sus últimos años había acabado en el Opus Dei. Le costó superar sus prejuicios, reconocer su negatividad, porque debía conocer a la mujer, a la intelectual, la poeta, ante la que debía quitarse el sombrero. Ante una mujer que había vivido una tercera España. Aquellas personas que sufre en el momento de madurez personal, profesional y poéticamente, que se encuentra sin pensar con una guerra en julio de 1936. Con la más odiosa de las guerras, la guerra civil. Desapareció su vida madrileña. 

      Es también cuando en noviembre de 1936 se casa con Domenchina, colaborador de Azaña. Con su marido se marcha de un Madrid inseguro para ella, señalada en un momento dado por sus orígenes aristocráticos, y termina en el exilio mexicano en 1939. Gracias a su trabajo como traductora pudo viajar. Domenchina acabó con depresión en México, no se adaptó a la dureza del exilio. Ella fue la que organizó allí sus vidas. Viajó a Estados Unidos a reencontrarse con Juan Ramón y Zenobia en varias ocasiones. Y en uno de esos viajes, su vida espiritual se iluminó religiosamente por medio del fraile trapense Thomas Merton, quien tenía un fondo místico elevado y un lenguaje actual, lo que permitió a Ernestina solucionar una crisis mística que le embargaba.

Thomas Mertón. Fuente: Flickr

       Esa fe le ayudó a volver a escribir: Presencia a oscuras. Y en 1952 esa llamada a la fe cristiana le lleva al Opus Dei. Y esa búsqueda de Dios se incrementa con la viudedad y el aumento de la soledad. La literatura y las actividades sociales llenan su vida. Colabora en la promoción de revistas literarias y asociaciones de mujeres, que recuerdan a su época del Lyceum Club Femenino[2].

     Ernestina de Champourcín mantuvo correspondencia con José María Escrivá de Balaguer. No le contestó a Ernestina hasta la octava carta, cuatro dedicatorias y una postal. Recibe cartas a través de personas interpuestas de la orden, en este caso, mujeres. En una visita a México de Escrivá de Balaguer en mayo junio de 1970 ya se tiene conocimiento de la obra poética de Ernestina por Escrivá de Balaguer porque confiesa que le ayuda a rezar. Hacía 1972 se produce otro encuentro cuando ya empieza a volver a España Ernestina. Fue en el colegio del Opus Dei, Tajamar, durante una tertulia de su fundador.

     Vamos a citar una de ellas, la última antes del fallecimiento de Escrivá de Balaguer, reflejo de la religiosidad de la poeta:

     Madrid, Navidad de 1974

     La Virgen lava pañales;

San José cuida del Niño.

¡Qué corriente de Amor fluye

Desde la casa hasta el río!

     Hay un zagal rezagado

En la mitad del camino,

Porque contempla entre sueños

Lo que el ángel ha dicho…

     Y la corriente de Amor

Envuelve al mundo dormido…

     Al dorso escribe: Con mis mejores oraciones por su intención y todo mi afecto

     Ernestina de Champourcín les desea UNA FELIZ NAVIDAD Y UN AÑO NUEVO LLENO DE PAZ Y DE AMOR

     Madrid 1974.[3]

Escrivá de Balaguer. Fuente: Wikimedia.

     Como ha señalado Helena Establier, la corporalidad es un motivo estructurador de la poesía de Champourcín en distintas etapas de su carrera literaria. En su juventud, el cuerpo fue un elemento de transgresión poética, consecuencia de las vanguardias y de la afirmación de su yo femenino. En su madurez de los años treinta se manifiesta de forma explícita en un anhelo de plenitud que busca la transcendencia hacia el mundo externo e interno, con la pasión de la conexión con otro. Tras la guerra y la tristeza del exilio, se matiza por la prevalencia del sentimiento religioso. Un anhelo de espiritualidad. Ya no es tanto el cuerpo, sino su alma. Su cuerpo inmaterial. 

8-6-2025 20:21 Actualizado 9-6-2025 9:18

[1] DIEGO, G.: Obras Completas. Tomo VIII. Edición de José Luis Bernal. Alfaguara. Madrid. 2000. 27/5/2025 Archivo Museo Sánchez Mejías. La poesía religiosa de Ernestina, publicada en Panorama Poético Español, 2 de enero de 1969.

[2] BALLÓ, T.: Las sinsombrero. Sin ellas la historia no está completa. Espasa. Barcelona. 2016-2017. Páginas 229-250. 27/05/25 a 4/06/25 Archivo Museo Sánchez Mejías.

[3] RODRÍGUEZ TOVAR, A.: La correspondencia postal entre Jossemaría Escrivá de Balaguer y Ernestina de Champourcín, en STUDIA ET DOCUMENTA, RIVISTA DELL’INSTITUTO STORICO SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, 19-2025. Roma.


La obtención del sufragio femenino en España

     

     

Sufragistas en los años 20. Museos de Manzanares



     En la Casa Malpica, en tiempo de siega, se exhibe la mies que germinó en el voto femenino.
     La universidad de Alcalá de Henares, las Cortes de Castilla-La Mancha y la Federación de Municipios y Provincias de esta comunidad ofrecen en una exposición itinerante cómo eran las sufragistas en los años 20 del siglo pasado. Hasta el 15 de junio, la muestra se exhibe en la Casa Malpica, calle Monjas, 12, Manzanares. Haremos una breve reseña.

    El camino al voto comienza con el recuerdo de 1921 como hito reivindicativo de la primera manifestación sufragista realizada por la Cruzada de Mujeres Españolas, presidida por Carmen de Burgos, figura destacada del feminismo español. La declaración de 1921 era consecuencia de las reivindicaciones expresadas en la Alianza Internacional para el Sufragio de las Mujeres (Ginebra, 1920). Propugnaba la capacidad femenina para expresar sus derechos en el espacio público como ciudadanas iguales al hombre.

     El sufragio femenino hunde sus raíces en la Convención de Seneca Falls de 1948, año reseñable porque coincide con el manifiesto de Marx y Engels y la revolución de 1848 conocida como la primavera de las naciones o de los pueblos

     El sufragismo femenino se caracterizaba en sus inicios por su internacionalismo e interclasismo. A partir de estas premisas básicas, se pretendían mejoras en el acceso al trabajo de la mujer, una mejor educación, la posibilidad de administración del patrimonio personal, la eliminación de la prostitución y la superación de ese techo de cristal que impedía acceder a todo tipo de profesiones. En este punto hemos de recordar como el avance del sufragio femenino estuvo relacionado en el medio oeste americano con la capacidad de gestión y administración de bienes de las pioneras de los Estados Unidos.

Carmen de Burgos. Get Archive

     Aunque hubo propuestas parlamentarias en 1877,1907 y 1908, durante la Restauración, no será hasta los inicios de la II República, 1931, cuando la actuación decidida de Clara Campoamor logre el voto femenino en España.

     La exposición recoge la lucha de esa generación de mujeres mediante el trabajo de las investigadoras complutenses Araceli Martínez Esteban y Nieves Hernández Romero.

     La ruta a seguir nos lleva primero a la Convención de Seneca Falls de 1848, donde se destaca la labor de las abolicionistas por la esclavitud Lucrecia Mott y Elizabeth Cady Stanton para solicitar el voto femenino en Estados Unidos. Tras reseñar el Congreso Pedagógico de 1892, conocemos las pioneras españolas, entre las que destacan Emilia Pardo Bazán, Concepción Arenal e Isabel Muñoz Caravaca.

     Carmen de Burgos. Colombine fue la primera corresponsal de guerra. Colombine tuvo un matrimonio difícil. Colombine era Carmen de Burgos, que escribió La malcasada- no confundir con la película de 1926 de Francisco Gómez Hidalgo-, donde cuenta la experiencia de esos años. Pero aquí nos interesa su labor como presidenta de la Cruzada de Mujeres Españolas que convocó la manifestación de 1921. Mediante encuestas, con anterioridad, había propugnado el derecho al divorcio (1903). Su convencimiento sobre la necesidad del sufragio femenino fue gradual y en 1906 propuso en El heraldo de Madrid otra encuesta para conocer la opinión de sus lectores sobre el derecho al voto de las mujeres.

     Carmen de Burgos se basó los postulados de la Alianza para el Sufragio de las Mujeres y preparó la primera manifestación, jalón reseñable en el largo camino hacia la consecución del sufragio. El 31 de mayo de 1921, una representación de la Cruzada de Mujeres Españolas se concentró en la entrada del Congreso de los Diputados y entregaron un manifiesto con sus solicitudes. Al día siguiente, hicieron lo mismo en el Senado. Una mezcla de simpatía, pero, también de condescendencia, fue la reacción de los poderes públicos que recibieron sus propuestas. 

     Antes de llegar al debate de las cortes unicamerales republicanas hubo debates sobre la abolición de la prostitución, y surgieron clubes como el Lyceum Club Femenino presidido por la pedagoga María de Maeztu, directora de la Residencia de Señoritas, bajo la influencia de la Institución Libre de Enseñanza. A ellas, y a otras, se unieron mujeres como María Lejárraga (o María Martínez Sierra) o Isabel Oyarzábal (Isabel de Palencia). 

      Y llegamos a la consecución del voto femenino tras los debates en las Cortes y el comprometido empuje de Clara Campoamor durante las jornadas de treinta de septiembre y uno de octubre de 1931. El artículo 36 reflejaba la igualdad de voto entre los sexos. El derecho a votar y el derecho a ser elegida, que incluía el acceso a cargo público. Era, fue, un debate intelectual entre las élites dirigentes e instruidas. No había una extensión de las asociaciones feministas de forma amplia. La mayoría de las mujeres españolas estaban ajenas a estos logros, por lo que fue gradual el clima favorable a la incorporación de la mujer a la esfera de actuación pública.

     La labor, muchas veces solitaria, de Clara Campoamor se orientó al bienestar de las mujeres y de la infancia. Murió exiliada en Suiza en 1972. Todos los días debería ser reivindicada.

Clara Campoamor. Wikimedia.





4/6/2025 23:15 Actualizado 5/6/2025 16:56


Ernestina de Champourcín_1

 

Paulo para Cosmópolis, marzo 1930

     Es conocido el olvido y la soledad de muchas personas cuando el tiempo y el polvo cubren sus vidas. Durante la transición, Rosa Chacel tuvo que escribir guiones para la televisión. Gloria Fuertes, tras la fama televisiva de los años 70-80, ha sido olvidada para las generaciones del siglo XXI. Saqué de una biblioteca "Versos Incompletos" de Gloria Fuertes. Nadie, ni yo mismo, se había interesado en los últimos 25 años por leer este libro de poesía. Lo mismo ocurrió con Domenchina y Ernestina de Champourcín. Domenchina llegó a ser secretario de presidente Azaña durante la II República y los comienzos del exilio hasta la muerte de Manuel Azaña. Champourcín, en su viudedad y tras la vuelta definitiva, se quejaba en los últimos años de vida madrileña, en la transición y consolidación democrática, del olvido de la gente.

     Lorente y Neira en  "Doce escritores contemporáneos", al estudiar a Federico García Lorca y la generación del 27, señalan que no podemos seguir ignorando a las mujeres del 27: Concha Méndez, Ernestina de Champourcín, María Teresa León, Carmen Conde con las pintoras Maruja Mallo- su evolución se puede entrever en el Museo Reina Sofía-, Ángeles Santos o Remedios Varo, por ejemplo. Estaban situadas en el panorama poético y en la prensa escrita. Ocultas tras la guerra en que se defendió una mujer tradicional. Ellas, con su creación y sus acciones, habían defendido su dignidad y búsqueda de emancipación. Tal vez el precedente de la rehabilitación sea la elección de Carmen Conde como académica de la Lengua Española en 1978.

     Ernestina de Champourcín aparece en la segunda edición de la Antología de poetas españoles contemporáneos de Gerardo Diego. En 1934, únicamente dos mujeres se citan en la nómina de poetas seleccionados: Josefina de la Torre y Ernestina de Champourcín. Según Tania Balló, la aparición de Champourcín se debe a Juan Ramón Jiménez, con quien la poeta tenía amistad, y la aparición de Josefina de la Torre fue influida por Pedro Salinas. No aporta pruebas. Y no sabemos si Gerardo Diego aceptó las sugerencias sin criterio propio. Tampoco aparece en la lista de poetas Carmen Conde, pero sí la tenía en aprecio en los años cincuenta porque utiliza de consulta para documentarse sobre Gloria Fuertes la antología de poesía femenina española de la que fue primera mujer que ocupó una silla en la RAE. La inclusión en las listas muchas veces es producto de las circunstancias del momento, un mundo de hombres, donde pocas mujeres podían destacar, y donde no podemos juzgar desde hoy, en el primer cuarto de siglo XXI, las posibilidades de desarrollo de derechos de la mujer en el primer tercio del siglo XX, sin voto femenino hasta 1933 o con una realidad social que consideraba que las obras literarias de algunas mujeres solamente podían ser escritas por hombres.

      Ernestina trató de reivindicar los derechos femeninos, a no ser relegadas a las páginas de sociedad o femeninas en los periódicos. Participó en el Lyceum Club Femenino, que dirigió María de Maeztu. A Ernestina se le culpó de una polémica conferencia que dio Rafael Alberti en dicho club- Palomita y Galápago ¡No más artríticos!-, que relata el portuense en La arboleda perdida, y que Tania Balló recuerda también por medio de Carmen Baroja, miembro del Lyceum de una generación mayor que Champourcín y que da una idea negativa de Ernestina y Juan José Domenchina, quien fue su esposo. Alberti, al contrario, está agradecido a Ernestina por las declaraciones que aparecieron junto a las suyas en La Gaceta Literaria.

      Dentro de la lucha por los derechos femeninos estaba el ocupar puestos en el periodismo que salieran de las páginas femeninas o de sociedad. Es conocida la importancia que tuvieron como corresponsales de guerra Carmen de Burgos y Sofía Casanova. Aquí citaremos en este caso una reseña de Ernestina de Champourcín en las páginas de literatura de la revista Cosmópolis que fundó Enrique Meneses Puertas, padre del conocido fotoperiodista Enrique Meneses, y descendiente de los plateros Meneses.

     Escribía Champorucín sobre la literata francesa Marcelina Desbordes-Valmore. Esta poeta fue llamada por Lucien Descabes “Nuestra Señora del Llanto”, Verlaine le reservó un lugar entre sus “Poetas malditos”. Ernestina establece una conversación neorromántica con la poeta decimonónica porque Mujeres de ayer, de hoy, a través del tiempo y las costumbres, ¿no existirá un punto único, trascendental, cuya desnuda fuerza acerque nuestras manos?...

     La poeta francesa mostraba su extrañeza en la conversación atemporal con su colega española sobre el conocimiento de su obra en España. Asombro que se extendía a la buena biblioteca que nuestra poeta poseía. En el XIX no era posible. Se hizo literata gracias a las lágrimas que provocan- o provocaban- su sonrisa.

     La vida de una mujer francesa en la primera mitad del XIX no fue fácil. Su infancia no ayudó a su formación artística. Debutó en la adolescencia en los teatrillos de un puerto para recaudar dinero para viajar a Guadalupe con su madre, buscando la acogida de un pariente, quien había fallecido, como su madre también lo hizo allí. Volvió con lo justo a Francia, donde siguió trabajando como actriz y cantante. Relata sus amoríos con La Touche, variables y complicados. Él removió su alma cuando fue perdiendo su voz para dedicarse a la poesía. Ella solamente pudo amar una vez.

      Ernestina no comprende su segundo matrimonio. Nada le aportaba, no lo necesitaba: La mujer que no encuentra al compañero debe andar sola, confiando orgullosamente en sus propios recursos. La poeta francesa le dice que ella vivía un siglo antes, que su marido era bueno y lo quería. Pero que hoy se llama tontos a los buenos. Que su poesía revela los medios de la época, escasos, sin usar palabras lejanas a las conversaciones diarias. Las mujeres del siglo XX tienen mejores armas y la obligación de superarse, realizarse plenamente. Champourcín pone estas palabras suyas en la boca de la poeta francesa como un mandato inexcusable. 

           En el epistolario de Manuel Altolaguirre hay una carta coral con la que cerramos este primer capítulo de Ernestina. Una serie de intelectuales se encontraba en la costa malagueña, entre Málaga y Gibraltar, cuando escribieron a Ernestina de Champourcín y Juan José Domenchina. Los remitentes: Dámaso Alonso, Manuel Altolaguirre, Carlos Bousoño, Gerardo Diego, Antonio Oliver y Carlos Rodríguez-Spiteri. Junio de 1950. Unos están México, otros en España, tiempo de exilio. La distancia no impide el cariño y el recuerdo. Incluso la querencia casi paternal de Dámaso. 

     

Placa en calle Barquillo donde vivió Ernestina. Ayuntamiento de Madrid.


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     Bibliografía consultada:

     BALLÓ, T.: Las sinsombrero. Reseña 27-5-2025 Archivo Museo Sánchez Mejías. Espasa. Barcelona. 2016.

     Revista Cosmópolis, marzo de 1930, página 75-76.

     DIEGO, G.: Obras Completas, tomo VIII. Se ha referenciado dos artículos de Panorama Poético Español, ambos leídos en mayo-9 y 27- de 2025 en Archivo Museo Sánchez Mejías. El primer artículo sobre Gloria Fuertes y el segundo sobre Ernestina de Campourcín. Alfaguara. Madrid. 2000. Edición de José Luis Bernal.

     ALTOLAGUIRRE, M.: Epistolario. Residencia de Estudiantes. Madrid. 2005. Edición de James Valender. Reseña 3-11-2022 ISM.

      LORENTE, A. y NEIRA, J.: Doce escritores contemporáneos. UNED. Madrid. 2017-2021.

 ALBERTI, R.: La arboleda perdida. Círculo de Lectores. Barcelona. 1976. Páginas 259-262.

     28-05-2025 9:36       Actualizado 30-05-2025 18:40

Extraños signos de vida

 

Captura de pantalla de la edición de Amazon kindle

    

      -Seguirás el camino de la vega en dirección oeste hasta llegar a la ciudad de los veteranos, tomarás la vía argentífera que lleva hasta El Betis. Continuarás por el camino de Onuba que lleva a la confluencia del Urium y el Urius, donde buscarás el lugar que la prístina liquidez ocultó durante milenios espadas pistiliformes. Ahora déjame que pronto vendrá Melquiades para la interpretación de los pergaminos. Él comprende los secretos del sánscrito, tanto como tú conoces las veredas del fin del mundo.

     - ¿Qué debo buscar? Sé andar por mil caminos, encontrar cientos de artefactos escondidos, decenas de documentos olvidados, alguna idea peregrina, pero nunca me han enviado a rastrear una serendipia ignorada donde hubo espadas pistiliformes, atunes venideros y gorrinos futuros.

     -He auscultado las entrañas del Festival de Eurovisión. He descubierto que los humanos habían enloquecido con la música, con graves heridos lesionados por movimientos espasmódicos. Sabes que te ordené atarme a la puerta del pasillo como al mástil de un navío. Recuerda cómo te tapaste los oídos con cera para no chocar con las paredes al escuchar las canciones porque habías aprendido de los desgraciados argonautas que destrozaban las naves contra las rocas tras los terribles sonidos de las sirenas.  

     - ¿Te han curado en Urgencias?

     - El dedo índice terminó descarnado. Estuve votando toda la noche con la mano libre tras atarme a la puerta. Voté por Saltés, pero no ganó.

     - ¿Cómo va a ganar Saltés? No cantó. Y no lo hizo porque no participó ningún país con ese nombre. ¿Cuántos votos pulsaste?

     - Lo sé, es una isla. Pero todo era una sinrazón y me uní al disparate. Debía haber votado a Malta, San Marino o Islandia. Ahora busco la soledad de los Buendía en Macondo. Ahora rastreo en los mapas la escondida senda de los pocos sabios supervivientes del concurso. Ahora que está empobrecido el mundo, sé que se alimentan de las hierbas del campo rebuscadas. Miran a su alrededor y no ven nada. No hay luz, no hay comunicación. Solamente son felices con el maná caído del cielo. Ve y vuelve a encontrar la inspiración, la belleza, la música callada, la alineación de los acordes melódicos, el derrocado orden del cosmos. Salvemos al mundo para salvarnos nosotros. Recuerda, repite los versos de Gerardo Diego cuando las aguas te muestren su secreto: permíteme que te hable/ entre tres naipes de fuego. Será la contraseña con la que despertarán los ciudadanos de su letargo.

     Se ajustó las cuerdas de la mochila a la espalda. Se untó repelente de insectos y se armó con el bastón de punta de hierro que blandió como el bieldo de un antiguo segador manchego. Al alba, con el primer destello, partió camino de la gloria.

     Encerrado en la torre del castillo con la despensa llena de jamón y vino, el amanuense leyó y escribió por varias generaciones mientras esperaba la vuelta del emisario. ¿Tardaría unos días, una semana, un mes o un año? ¿No volvería?

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Solazamiento con un cuento

     Cuenta Bocaccio en el Decamerón que una noche las novicias y monjas de un convento fueron a buscar a su abadesa para contarle que una de las monjas dormía acompañada por un mozo del pueblo cercano. La abadesa se levantó de su lecho rápidamente y se vistió con la ropa que había sobre la cama. Fueron con unas luces de lucerna alumbradora hacia la celda de la monja acompañada. La abadesa le recriminó su actitud y, lejos de asustarse, empezó a reír tímidamente, risa que se convirtió en carcajada cuando distinguió el tocado de la abadesa. Todas las novicias, todas las monjas miraron a su abadesa. Y la abadesa se quitó su tocado. No era el propio de su hábito. Eran los calzones del párroco que estaba pasando la noche con ella. 

     Todas se retiraron a sus celdas. Y la vida siguió su curso.


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     Muchos años después, volvió a leer Cien años de soledad. Se acordó que aquella primera lectura fue un disfrute dilatado en el tiempo y el espacio. Cuando se tenía o cuando se buscaba el momento. Con el café, con la almohada. Con el silencio y la soledad hallada. Una lectura de todos los mundos encerrados en una pequeña ciudad.

      Ahora, más medido, más organizado, más analizado, la lectura fue veloz. Todo estaba en algún sitio. Que si tenía veinte capítulos, que no tenía numeración ni título... Que si se podía leer de un tirón entre 12 y 17 horas según la velocidad y las pausas. ¿Qué necesidad había de medir algo que se tenía que disfrutar? Incluso si era un profesional o estudioso, necesitaba alimento, sueño, la evacuación de los fluidos y el aseo. Sin embargo, era difícil escapar al peso y la medida.

     ¿De 12 a 17 horas sin parar? Audible lo aseguraba. Un lector por muy voraz que sea necesita comer y dormir para ser plenamente consciente de lo que lee. Puedes leer rápido y no enterarte, lento y no enterarte, y despacio y dejarlo. Hay que disfrutar su lectura. En las obras previas de García Márquez había unos temas que tomaron cuerpo en el Macondo de Cien años de soledad, como:

     - Ese intento por ensanchar los límites de la realidad. Había elegido temas irracionales con motivos y técnicas apropiadas.

       - La intencionada interrelación entre distintas generaciones en monólogos, diálogos o recuerdos.

     - La alteración del tiempo, por ejemplo, con la experiencia de la muerte. Ojo, había que distinguir la ayuda de los distintos espacios: Dentro, fuera, visible o invisible. O el mismo lugar a través del tiempo. Recuerda a Barrio Sésamo. No es igual.

     - La distinción entre la naturaleza y el mundo en sociedad. Más claro, la distinción entre barbarie y civilización.

     - Pretendía ser precursor, profeta, visionario y analista de la soledad. Todo en uno.

     - La vuelta y revuelta a la infancia, la vejez y la muerte como puntos extremos de la vida. Nuestro pasado, nuestro futuro.

     - Una cierta prefiguración de que todo está escrito de alguna forma, como mitificado. Los pergaminos de Melquiades. Por cierto, ¿Dónde estás, Melquiades?

     - El cómo saber distinguir exageración de realidad. Su dialéctica y saber qué es exageración y qué realidad.

     - El relato hiperbólico que ayuda a magnificar lo particular. Y con la magnificación se llega a lo mítico, diferente a lo cotidiano. 

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      Esa idea de círculo en movimiento, ciclo, tiene en Cien años la forma de rueda giratoria con eje desgastado al utilizar la repetición de nombres en los personajes. Le sirve para destruir la separación entre lo real y lo mágico. Esa cierta hipérbole caribeña. 

     Los hechos son narrados con naturalidad. Los reales y los irreales. Vargas Llosa habla de una obra entendible por cultos e imbéciles. Lo cuenta García Márquez sin juzgar, sin explicación ni justificación. Con un lenguaje comprensible.

     Nos presenta un mundo inmutable en el que puede subyacer una tentativa de denuncia, de exorcismo o de enmascaramiento. Puede que sea la primera por utilizar cierta inflexión valorativa al adjetivar.

     La estructura de la novela es cíclica, o circular, y dinámica. Novela dentro de novela, pergaminos de Melquiades, -ya estaba escrito-. No hay numeración de capítulos ni su nombre. Reiteraciones constantes. Mito cosmogónico y mito apocalíptico:

     a) mito cosmogónico: visiones edénicas (Adán y Eva), utópicas y arcádicas iniciales.Ideas fuerza: Idealización y naturalismo.

     b) mito histórico: El progreso científico y José Arcadio Buendía. De la armonía original al estado de discordia- recuerda el autor en su memoria las crónicas de Colón, de Pigafetta, de Díaz del Castillo...-. La historia de los héroes de Macondo. Aureliano Buendía. Ciclo del incesto y la soledad. El personaje de Úrsula Iguarán, importante. La estrecha relación con la casa. El incesto y destierro. El remordimiento. 

     c) El mito apocalíptico: La utilización de los pergaminos de Melquiades. Escritos en sánscrito, cifrados, concentrados en un siglo de episodios cotidianos para que coexistieran en un instante. Nos lleva a la eterna coexistencia del tiempo y el espacio. Eternidad. Lo apocalíptico solo lo pueden revelar o interpretar pocas personas, los “justos” o “rectos”. La numerología de los cien años. La predeterminación de la historia. El camino hacia la destrucción. Las plagas. Babilonia Hispanoamericana. Aureliano Babilonia y su tía-pareja Amaranta Úrsula.

     Es la novela total, tal vez la mejor novela después del Quijote manchego. Historia de una fundación: Saga familiar con temor profético como historia de América Latina y la historia universal de la humanidad.

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     Mario Vargas Llosa escribió Historia de un deicidio. Analizaba la obra de García Márquez hasta llegar a Cien años de soledad. Rosa Chacel decía que no le gustaban mucho los escritores del boom latinoamericano. A continuación se le escapaba: bueno, Cortazar no está mal, Cien años de soledad es una buena novela, y me gustan los ensayos de Vargas Llosa. Y Vargas, después del puñetazo a su amigo, estuvo varios años prohibiendo la reedición de su estudio doctoral sobre el autor de Cien años de soledad, hasta que también recibió el Nobel y se publicaron sus obras completas. Cuando le entrevistó Joaquín Soler Serrano en A Fondo, durante la Transición Española, el hispano peruano era todavía esquivo en las preguntas sobre el tema, casi diez años después.

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     Un hombre no elige sus "demonios": le ocurren ciertas cosas, algunas lo hieren tanto que lo llevan, locamente, a negar la realidad y querer reemplazarla. Esas "cosas", que están en el origen de su vocación, serán también su estímulo, sus fuentes, la materia a partir de la cual esa vocación trabajará.

                          Mario Vargas Llosa, Historia de un deicidio

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           Bibliografía empleada:

           -Cien años de soledad, Gabriel García Márquez.

           -Historia de un deicidio, Mario Vargas Llosa.

           -Poemas adrede, Gerardo Diego. Leído como empieza Cien años de soledad:  "Muchos años antes", en la biblioteca del Archivo Museo Sánchez Mejías, algunas páginas previas a la Fábula de Equis y Zeda, tomo I de las Obras Completas.

            -Decamerón, jornada IX, novela II. Bocaccio.

            -Doce escritores contemporáneos, Antonio Lorente y Julio Neira. 

            -La Odisea, Homero. El canto terrible de las sirenas.

           - Génesis y Éxodo, La Biblia. Mundo edénico y maná de los seguidores de Moises.

           -La vida es sueño, drama de Pedro Calderón de la Barca. Décima del sabio.

           - https://www.youtube.com/watch?v=uFgctURyGp4 Estranha forma de vida, Amalia Rodrigues.

19-05-25  17:59 Actualizado 20-05-25 6:20.

La poesía tonta de la poeta inteligente

   

Gloria Fuertes 1917-1998. Wikimedia


     "Hoy, con ocasión de su centenario, sufrimos una campaña orquestada según la cual Gloria Fuertes era una grandísima poeta a la que debemos tomar muy en serio. Quizá yo sea el equivocado (a lo largo de mi ya larga vida), pero francamente, me resulta imposible suscribir tal mandato. Es más, es la clase de mandato que indefectiblemente me lleva a desconfiar de las reivindicaciones y redescubrimientos feministas de hoy, que acabarán por hacerle más daño que beneficio al arte hecho por mujeres. Lean, por caridad, a las que he enumerado antes: con ellas, yo creo, no hay temor a la decepción."

     Javier Marías publicaba en El País, 24 de julio de 2017, un artículo criticando las alabanzas que estaba recibiendo Gloria Fuertes (GF) por el centenario de su nacimiento. Daba para justificarse, y no ser criticado de antifeminista, nombres de escritoras famosas que se podían leer desde su autoridad literaria, reconocida. Y para que no fuese criticado desde otro punto de vista, desautorizaba a los conservadores para poder enjuiciar sobre cultura. Nadie decía que era grandísima poeta. Estaba olvidada y se le recuperaba. Además, y lo veremos, ya fue apreciada en los años cincuenta del siglo pasado.

     Claro, estas palabras no cayeron en saco roto. Pocos días después fue contestado por Guillermo Laín en El Español:

   "Claro que ahí puede radicar un nuevo problema, tras haber superado el encasillamiento infantil. Ya lo ha dicho Javier Marías, ejerciendo su papel actual de sicofanta: que lo de Gloria Fuertes es todo postureo, un rescatarla porque queda bien, y porque fue bollera y feminista, de modo que sale un libro para librerías de Malasaña con cupcakes, pero con mala poesía.

   Yo no creo que sea para ponerse así de cipotudo, macho, tío, cómo te pasas. Sí, tal vez no es la gran poeta de la Literatura, genio y figura hasta la sepultura. Pero tiene poemas (no pocos) gloriosos (¡humor de Husky!). El problema, en realidad, es que España se preocupa de rescatar lo bueno a golpe de centenarios, y así solo parece una moda."

     Laín es profesor de literatura en la UNED y dramaturgo. Acababa su artículo reflexionando sobre el olvido de gente que fue muy conocida en los medios de comunicación de los años setenta y ochenta del siglo XX. Gente a la que ya nadie leía, aunque hablase de ella. Recordando, con nostalgia, Un globo, dos globos, tres globos, pero añorando también su experiencia en una universidad americana, sus amores, el postismo, el abandono del postismo, la poesía social y la poesía infantil. Sus letras llegaron al Olympia de París de la mano de Paco Ibáñez. Ese admirar y no leer, que Laín denomina gentrificar.

     Todo había surgido por las alabanzas por el centenario. En España enterramos bien y se celebra mejor el recuerdo de los muertos que la realidad de los vivos. Elvira Lindo escribió en marzo de 2017 en El país una laudatoria crónica de la antología de poemas de Gloria Fuertes escrita por Jorge de Cascante: 

     "Esta poeta del pueblo, en su sentido más noble, esta mujer peculiar, extravagante, libre, que a veces imaginas como alguien siempre rodeada de amigos, expansiva, vividora, y otras te parece como que se replegara en una soledad de la que no puede zafarse, esta mujer, tuvo un nombre grande, Gloria y ella misma lo utilizó como un escudo en algunos comentarios o poemas muy hondamente autobiográficos."

     El artículo se titulaba Sabe a Gloria. Terminaba diciendo: "Una plaza recoleta, con un árbol donde aniden los pájaros, arena que sirva de alfombra a los juegos de los niños, bancos para los abuelos, y donde haya un bar, o dos, o tres, de los que albergan a una poeta nocturna que recala allí a altas horas de la noche a recitar versos recién inventados y beberse una última copa." 

     Se habían rendido a su valor como escritora en el centenario de su nacimiento. Diego Doncel había escrito sobre ella en Abc el 14 de julio de 2017, página 6 del suplemento cultural, que una rémora para su conocimiento había sido su imagen mediática, que permitía a mucha gente frivolizar sobre la escritora de lo inesperado y del sentido del humor, pendiente de la aventura de la vida: "El yo que nos habla en ellos es tanto existencial como ficcional. Ese es el personaje poético y el personaje humano que aman todos sus lectores y que encontrarán en los libros...".

     GF tuvo una exposición en el Centro Cultural de la Villa Fernán Gómez, adicional al libro de Cascante, donde nos contaban la historia de la jovencita que se dejaba tocar el culo por los milicianos durante la guerra para poder comer o los diferentes amoríos. La mujer de las noches de copas y del éxito televisivo. Nada, nos decía Doncel, sería Gloria Fuertes si su poesía no hubiera estado tocada por el encanto. Esa cualidad que solo algunos poetas poseen. El encanto como una forma de seducción. La seducción como una forma de amor.

     Leíamos todas estas visiones y a nuestra memoria vino una lectura de hace dos años (11-7-2023). Que hemos vuelto a leer ayer (9-mayo) en la biblioteca del Archivo Museo Sánchez Mejías. En las Obras completas de Gerardo Diego, en su último tomo, páginas 898-901, aparece un artículo publicado en Panorama poético Español, el 8 de marzo de 1956. Titulado Gloria Fuertes, nos habla de la buena impresión que le ha causado la escritora: Interesante, personal, osada son algunos de los adjetivos que utiliza. Todavía no era televisiva. Recurrió a otra escritora para informarse de GF: La antología de poesía femenina de Carmen Conde. Ya había escrito para niños y se había descubierto como autora para mayores. El autor proseguía: 

     "Había que escribir también para mayores y si fuera preciso, incluso para dar quehacer a la censura. Cuando se ha vivido estrechamente, amargamente, la literatura y sobre todo la confidencia lírica puede ser un consuelo por de pronto para uno mismo. Y después para los demás. Nada más eficaz para llevar un consuelo al prójimo que empezar por consolarse a sí mismo porque mis penas son las tuyas y si de verdad las siento y acierto a decirlas, a quejarme con hondura y con gracia de palabras, es seguro que conmigo se conmoverán y consolarán uno a uno cuantos hayan sufrido y no se sientan capaces de desahogarse en alta voz y en verso más o menos musical."

     Pero Diego observa que comenzaba a escribir entonces de un modo sorprendente. No es que se hubiera vuelto surrealista, no es que se hubiera vuelto loca. Gloria apostaba a ser una poetisa tonta: 

     "Cuidado, mucho cuidado, no a ser mujer tonta, no tiene un pelo de ello. Pero sí a la poesía tonta. Pues sí señores. La poesía puede hacerse tonta, a condición de que el poeta sea terriblemente inteligente. Porque la tontería está a dos pasos de la pureza, de la inocencia, de la santidad misma. Lope de Vega pudo escribir una comedia de un santo tonto (y de una dama boba)... Escuchad a Gloria Fuertes, voz personalísima, a quien yo y otros que tal bailan tomamos pero que muy en serio."

     Y esto era en 1956. Diego percibió en GF un valor en sus inicios que en 2017 no apreciaba Javier Marías. El antólogo de la poesía del primer tercio del siglo XX dejó como recuerdo de Gloria Fuertes el siguiente poema:

     Los pájaros anidan

Los pájaros anidan en mis brazos,

En mis hombros, detrás de mis rodillas,

Entre los senos tengo codornices,

Los pájaros se creen que soy un árbol.

Una fuente se creen que soy los cisnes,

Bajan y beben todos cuando pasan,

Y comen en mis dedos los gorriones;

Se creen que yo soy tierra las hormigas

Y los hombres se creen que no soy nada.


      El Veronés, a quien el Prado dedicará pronto una exposición, declaró en el juicio inquisitorial que le produjo su pintura Última cena llena de soldados con aspecto de luteranos alemanes y con san Pedro repartiendo los alimentos en lugar de Jesús, que quería pintar con la libertad de los poetas y los locos. Fue condenado a reformar la obra pictórica. Únicamente cambió el título: De Última cena paso a Cena en casa de Leví. Gloria Fuertes se sintió atraída por el lenguaje popular, aquel que decía “de poetas y de locos tenemos todos un poco”. Reconocía que estaba un poco cabra. En la introducción de sus Obras incompletas contaba que vivía en una casa con dos ventanas reales y dos pintadas a las que pretendía asomarse. 

     Su proceso creativo era sentir, pensar, engendrar el poema: corazón-mente-dedos. Circunstancias, emociones o sentimientos que le sacudían y provocaban el salir como estampidas las oportunas palabras:

     Que me llamen lo que quieran

Que a mí no me importa nada

Mientras que a mí no me llamen

                   La finada.

                 Con un vídeo sobre Nota biográfica, resumen personal en verso, cerramos esta reseña.



10-05-2025 9:34 Actualizado 18:36

Adiós Mindanao, adiós, Mindoro_2 Música para el tacto perezosa

      

Mar de Célebes. Wikimedia

     Es un lugar común que la presencia española en Filipinas desapareció con la derrota de 1898 frente a Estados Unidos. La presencia hoy en día sigue siendo residual y su impacto en la sociedad de ese archipiélago es muy limitada. Se cree que este declive ha sido uniforme debido a la desaparición de las personas educadas durante la dominación española, la ocupación estadounidense y el hecho excepcional de la ocupación militar japonesa.

     Rodao ha observado, por el contrario, altibajos en ese declive. El momento de no retorno de la hispanidad es el periodo que cubre 1935-1945. En 1946, lo hispano queda muy limitado en la sociedad filipina. Otro factor decisivo fueron las disputas internas dentro de esta comunidad, ya exánime, que limitaba su influencia en el conjunto de la sociedad. Hubo intereses entre los hispanistas filipinos dirigidos a considerar que el fin de la ocupación norteamericana con la llegada de los japoneses beneficiara su situación[1]. La situación era distinta. Tras Pearl Harbor en el Pacífico y la dictadura franquista en España, la relación inicial, que luego fue cambiando, parecía favorecer esta perspectiva.

          Filipinas fue siempre un territorio lejano respecto a la ideal ubicación de los territorios americanos del imperio hispánico. Respondía al interés por tener un pie en Asia que disminuyera la presencia holandesa y portuguesa en el Pacífico. El vínculo se mantuvo a través del virreinato de Nueva España- galeón de Manila-, que se debilita con la independencia de los estados americanos en la tercera década del siglo XIX. Y no se mantiene con las élites criollas de Cuba y Puerto Rico. No quedó alguien que pregonara o influyera de forma constante lo hispánico en Filipinas.

     Las visiones nacionalistas de filipinos y de españoles han perturbado la visión de la literatura en español. Apenas se habló en español tras 1898 en Filipinas durante el dominio de Estados Unidos. Surge una reivindicación de Filipinas en el primer franquismo por mediación de la Falange al evocar la labor evangelizadora y civilizadora del imperio español trasladada al espíritu nacional.

     Desde Filipinas se consideró, antes de la dictadura de Marcos, que algunos de sus escritores, con José Rizal a la cabeza, eran asimilados a héroes de la patria. Eran sus escritos textos patrióticos, enseñados en las escuelas (Ortuño y Gasquet).

    Y como curiosidad, tras la entrada efectiva americana en 1902, momento en el que hubo un proceso de reeducación y eliminación del español, hay críticos que consideran que la literatura de filipinos en español durante ese periodo, 1898, o 1902, hasta 1946, es literatura de los Estados Unidos (Lifshey).

     Hay una razón definitiva que nos ayuda a comprender esta lenta desaparición de lo hispano en Filipinas. Con la ocupación japonesa, la comunidad hispana o la comunidad hispanofilipina apoyó al nuevo dominador, pensando que su cultura sería más respetada que como lo estaban haciendo los americanos. En un primer momento, y como coincidía con la fase falangista del franquismo, las relaciones eran mejores para los hispanofilipinos que para el resto de los filipinos. España era neutral en la Segunda Guerra Mundial, pero hasta 1942 era favorable al eje Alemania, Italia y Japón. El gobierno de Franco llevaba la representación de asuntos administrativos del gobierno japonés en Europa. 

     La situación comenzó a cambiar cuando los japoneses eliminaron el español de los tribunales de justicia, manteniendo el inglés de forma transitoria y siendo únicamente oficial el tagalo. La administración franquista empezó a pensar en su supervivencia a partir de 1942, cuando comprobó que la suerte de la guerra mundial cambiaba y que las quejas de la comunidad hispana de Filipinas iban en aumento. Los hispanofilipinos siguieron conviviendo con la administración japonesa y, al mismo tiempo, contactaron con la guerrilla filipina que luchaba contra los ocupantes. Además, esta comunidad, como se ha mencionado antes, no mantenía una conducta homogénea. Y no era lo mismo la comunidad hispana de Manila que la del resto de Filipinas. El poder de la Falange en Filipinas desapareció a partir de 1942 coincidiendo con la caída de Serrano Suñer como ministro de Asuntos Exteriores, falangista y cuñado de Franco, y la con la llegada de Jordana a dicho ministerio, ultraconservador y considerado aliadófilo a pesar del reconocimiento de Laurel, gobierno títere de Filipinas, que tendría la consecuencia de considerar lo español como partidario de Japón en la prensa y política exterior americana, una percepción con concepción precedente de años anteriores al final de la guerra mundial. Y la guerrilla filipina consideró mayoritariamente a los españoles colaboracionistas de Japón. Al final, el telegrama de felicitación a Laurel fue rectificado por las presiones americanas. Y la amistad hispano-japonesa acabó. El Plan del Yen Especial para recabar fondos a España se canceló cuando estaba a la mitad.

     Y llegó la batalla de Manila. La mayoría de la comunidad española se encontraba en la capital. Las tropas americanas envolvieron a la Marina japonesa en la zona vieja de la ciudad. Allí los japoneses cometieron la mayor masacre de españoles e hispanizados, la mayoría refugiados en el Consulado español.

     Acabada la guerra mundial, el gobierno filipino estuvo constituido por figuras que habían luchado contra los japoneses. Aunque luego tuvieron que compartir el poder con colaboracionistas.

     El 15% de la colonia pereció. Otros se encontraron en la pobreza, sin recursos. Mil de ellos emigraron a España. Aunque personalidades como Andrés Soriano, Mike Elizalde o la familia Zóbel tuvieron relación con el gobierno de Antonio Roxas, los filipinos empezaron a verse más identificados con los americanos y menos con la cultura o la comunidad española. El régimen de Franco fue aislado en las Naciones Unidas hasta la siguiente década, los años cincuenta del siglo pasado. Y la élite filipina de cultura hispana fue identificada con el gobierno de Franco. Los restos de la comunidad española fue disminuyendo en su influencia y poder económico. Las órdenes religiosas comenzaron un proceso rápido de dominio de los naturales del archipiélago. (Rodao)

ABC, 23 de marzo de 1945

                               ---- ---- 

     Aunque hemos leído menos de la mitad de los artículos que escribió en prosa Gerardo Diego sobre su viaje a Filipinas, que rememora de forma agradable la misión de 1935, y que escribe con más libertad conforme pasan los años, se puede señalar lo siguiente:

      Que tan pronto acentúa Celébes, como Celebes o Célebes, que estamos más acostumbrados a esta última. En realidad, depende del idioma y de su evolución a través del tiempo.

     El 23 de septiembre de 1983 escribió en ABC que por consejo de Pablo Neruda, que había sido cónsul en Java, Julio Palacios y Gerardo Diego regresaron dando la vuelta por Indonesia, singularmente Bali y sus grupos musicales conocidos como gamelanes y que el poeta chileno le regaló un traje de hilo blanco que tuvo que reducir su tamaño- si observamos el aspecto físico de Neruda y Diego en fotografías antiguas lo comprenderemos- y un libro francés de viajes por el Índico y el Pacífico.

     El texto más antiguo de Diego que hemos leído sobre la misión en Filipinas, a excepción de sus sonetos, está fechado el 14 de noviembre de 1942, Fotos. Es un texto descriptivo geográfica y etnográficamente. Y lo vamos a individualizar en la memoria de la isla de Mindanao. Visitó Zamboanga a la que llama Cádiz filipina. El vio la emoción de la colonia española- allí, recordamos, se habla el chabacano, criollo de español y lenguas nativas- con la llegada de dos españoles treinta y siete años después. Apreció la religiosidad cristiana de los filipinos. Se encuentra con un filipino, obispo de Zamboanga, que ha sido alumno del hermano sacerdote de Gerardo Diego en el seminario pontificio de Comillas. Tiene tiempo de ver a los moros de Mindanao y sus danzas, con las bellezas femeninas, y de informarse de cuáles son monógamos o polígamos de los musulmanes.

    Recordamos que los hechos de la masacre de Manila de 1945 coinciden en ese año con el estreno de la película Los últimos de Filipinas. ¿Es una casualidad que se estrene esta película con este título cuando en marzo de este año se pensaba que se había aniquilado a casi toda la comunidad española de Filipinas? La película es un vehículo propagandístico del momento, pero muestra un pesar por la desaparición de españoles, en este caso por la masacre de los japoneses, hasta poco antes aliados, ahora enemigos, y la pérdida de la cultura española.

     Entre los once sonetos que escribió Gerardo Diego tras su viaje a Filipinas, destacamos el soneto Sucesiva[2], sensual recuerdo de las olas del mar y de otras bellezas que su retina grabó en la memoria cuando viajaba por el Mar de Célebes el 25 de febrero de 1935:

     Sucesiva

Déjame acariciarte lentamente,

Déjame lentamente comprobarte,

Ver que eres de verdad, un continuarte

De ti misma a ti misma extensamente.

 

Onda tras onda irradian de tu frente

Y mansamente, apenas sin rizarte,

Rompen sus diez espumas al besarte

De tus pies en la playa adolescente.

 

Así te quiero, fluida y sucesiva,

Manantial tú de ti, agua furtiva,

Música para el tacto perezosa.

 

Así te quiero, en límites pequeños,

Aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa,

Y tu unidad después, luz de mis sueños.



2-5-2025 9:33, actualizado 21:16

[1] RODAO, F.: Una hipótesis que parece cumplirse, en Revista Filipina, verano 2013, Volumen 1, Número 1. Páginas 20-21.

[2] DIEGO, G.: Obras Completas, tomo I. Edición de Francisco Javier Díez de Revenga. Alfaguara. Madrid. 1989-1996.  Capítulo III, poemario Alondra de Verdad. Páginas 423-512.

    En el tomo IV de Obras Completas, páginas 309-313, Fotos, 14-11-1942. 

    En el tomo VIII de Obras Completas, páginas 610-614, ABC, 23 de septiembre de 1983.

   Este artículo aparece también en Gerardo Diego en ABC, editado por Rafael Inglada y prólogo de Julio Neira, en Bodega y Azotea. Fundación Gerardo Diego. Santander. 2011. Es importante por la referencia que hace de Pablo Neruda. En las memorias del poeta chileno habla de su conocimiento de la zona del Índico y el Pacífico, pero no menciona entre los españoles a Gerardo Diego, o al menos no lo hemos encontrado en Confieso que he vivido.

 Reseña de obras de Diego: 25-7-2023, 29-04 y 30-04-2025 Archivo Museo Sánchez Mejías.

La vuelta de María Teresa y Rafael

  María Teresa León y Rafael Alberti. ABC, Teodoro Naranjo, abril 1977.        "Soy inmortal: no tengo quien me hiera" (Sermones y...