Contaba
Publio Ovidio Nasón que Píramo y Tisbe, para vencer la oposición
paterna al amor que se tenían, descubrieron una grieta en el muro
que les separaba como vecinos en la antigua ciudad que ciñó de
muros Semíramis, Babilonia. Su amor enardecido descubrió la grieta
que nadie, durante siglos, había apreciado y las palabras que por el
resquicio se decían ahondaron en la solidez de sus requiebros y en
el deseo de liberarse de sus mayores.
Y así lo contó siglos después Luis de Góngora y Argote en su
Fábula de Píramo y Tisbe:
"-Esta
es, dijo, no dudo;/ésta es, Píramo, la herida/que en aquel sueño
importuno/abrió dos veces el mío/cuando una el pecho tuyo."
El
amor, que quiebra muros. (Uno).
Giovanni
Boccaccio contaba en el Decamerón que una mujer cansada de su celoso
esposo buscó la manera de reunirse con su apuesto vecino pese al férreo control marital y así aminorar la desdicha que sufría. La
suerte favoreció sus deseos porque una grieta en el muro de su casa
conectaba con la alcoba del mancebo y con piedrecitas, ramitas,
susurros y murmullos placenteros terminó abriendo sus pensamientos y
quereres. Filippo, que así se llamaba el mozuelo, le correspondió
en sus amores y deseos con el ensanchamiento de la mella en el muro.
El
deseo amoroso, y el castigo al celoso. (Dos).
El
amor de Píramo y Tisbe influyó en el bardo inglés en dos de sus
obras. Es Romeo, el amante de Verona, quien cuestiona su intento ante el muro
del jardín de Capuleto, cuando va a saltarlo:
"-¿Cómo
es posible que adelante siga, / si dejo aquí mi corazón clavado?/
Vuelve y tu corazón busca, ¡oh cuerpo inerte! "
El
amor que siente por Julieta se inflama tras saltar el muro y
justifica ante su amada el poder adquirido:
"-Salté
la tapia con las leves alas/que me prestó el amor; contra él los
muros/de dura roca son reparo inútil, /y a cuanto alcanza, a tanto
amor se atreve./Por tanto, no me arredran deudos tuyos."
El amor, que da alas, para
superar los muros. Tres.
Alejandro Dumas titulaba
'Píramo y Tisbe' a un capítulo de El Conde de Montecristo.
Maximilien Morrel y Valentine de Villefort se amaban por encima del
tablado de madera de una altura de hasta seis pies, tablas que no
estaban tan bien unidas como para impedir una mirada furtiva entre
sus juntas, o que, un poco más allá, una pequeña puerta -otro resquicio- les libre
de la mirada de la mayoría ante su interés y deseo de amantes
para vencer este obstáculo o el que se presente.
El amor que supera
obstáculos físicos y sentimentales. (Y cuatro).
El ansia de libertad, los
deseos de conquista, la astucia ante los enemigos motivaron la
destrucción de murallas. La astuta introducción del caballo de
Troya para su conquista por los aqueos no fue con la destrucción de
sus muros lo que produjo la victoria sino, más bien, la travesía o
introducción en la fortaleza por la torpeza troyana de creer que sus
atacantes desistían.
La astucia para atravesar
el muro sin dañarlo. (Uno).
Josué, el acompañante y
sucesor bíblico de Moisés, estuvo seis días ordenando que los
sacerdotes tocasen la trompeta acompañados del arca de la alianza
mientras daban una vuelta a las murallas de Jericó. Al séptimo día
ordenó dar otra vuelta a la ciudad tocando las trompetas pero
acompañado por los gritos y las voces ensordecedoras de los
israelitas y las murallas se derrumbaron.
Con los pobres habitantes cometieron anatema (exterminio bíblico).
El poder de las trompetas y
el ruido atronador derrumban muros. (Dos).
Abandonando la caída de
muros por la fuerza de la poliorcética, se observan muros de origen
violento en su construcción pero burlados por la literatura o la
oposición política.
Volviendo a Montecristo,
el origen de la fortuna del conde es la mala orientación del abad Faria dentro del la cárcel de If. Error que fue para Dantes un
afortunado encuentro con su compañero de prisión. Le llevó y le
condujo tanto a la fabulosa fortuna de los Spada como a fabulosos
conocimientos que marcarían su conciencia y formación.
Una mala orientación
excavando muros produce grandes resultados. (Tres).
Hubo otros muros, otros
obstáculos, que se fueron agrietando por la libertad, o su deseo,
por la toma de conciencia o por la inercia de los tiempos. El caso
más famoso ocurrió hace años con la caída del muro de Berlín.
Los vientos del cambio superaron a Egon Krenz y Berlín fue una
ciudad libre en 1989. No hicieron falta exterminios, ni trompetas, ni
alaridos. El propio muro se derruía ante el deseo de los alemanes
orientales. Fue una caída del muro similar al proceso del
conocimiento que narra la alegoría de la caverna, adquisición de
conocimiento que siempre fue la base del ejercicio del poder o de la
libertad.
La toma de conciencia
política, social, histórica rebasa el muro. (Cuatro).
Platón empieza su séptimo
libro de La república o el estado con "Supón a lo largo
de este camino un muro, semejante a los tabiques que los charlatanes
ponen entre ellos y los espectadores, para ocultarles la combinación
y los resortes secretos de las maravillas que hacen."
Como siempre, o casi
siempre, los muros que atravesamos sea por amor, poder o necesidad,
nos enseñan, ensanchan nuestro conocimiento porque comprobamos la
certeza o no de aquello que imaginábamos, preveíamos, deseábamos o queríamos poseer. Y porque, ahondando en las interpretaciones del
muro platónico, más allá del muro, las cosas verdaderas simbolizan
el verdadero ser y las ideas, el amor o la libertad. La concepción o
idea del Bien.
Todo
había comenzado porque algo sucedía, influía o condicionaba. Dice el
historiador Carlos Barros que la historia sin contexto no es
historia. La historia, el cuento y nuestra vida particular. Vivimos
superando pruebas u obstáculos por nuestro deseo de poder, saber o
amar, que es a veces lo mismo o muy diferente.
Y
así fue que comencé a recordar historias de amor, de poder o
conocimiento que quebraron muros e imposiciones aunque su resultado
final no fuera el deseado. Se intentó, con su claro riesgo, pero, sin él, estaríamos acabados y/o muertos.
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