"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos;... por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”. (Miguel de Cervantes).

Un círculo en línea recta

     


      Cubrí tu olvido con una capa de grava o piedras machacadas, intentando asentar con ella todas las emociones atravesadas, buscando una nueva apariencia o un nuevo suelo sobre el que pisar y pasar. Un pasar con un nuevo acontecer, con una nueva circunstancia, con un nuevo sentimiento. No sabía sí crearía algo, sí tendría poder, sí estaría capacitado. O sentiría.

      Un sentimiento sin mácula. De blancura casi perfecta, cercana la más bella albura, circundando la más pura inocencia. Como pura locura, como una extravagancia.

     Extravagancia producto de la pérdida de la razón, del acceso a la vesania, de la conquista de las locas ideas, de la más pura idea venática. Dejaba correr la imaginación hasta perjudicar todos los sentidos como una cometa de papel, como un frágil papalote.

       Cometa o papalote que carecía de fuste, sentido o significado. Una vez la razón perdida, siendo la más significada o insignificante extravagancia, tanto daba estar perjudicado que provocar un enfrentamiento donde enviase o empujara a romper con todo lo cercano y sustancial. No era yo, ni era ella, ni él, ni todos nosotros. Estábamos compuestos de nuevo, como una aleación. Genuinos en la nueva creación. Aleados.


      Aleados de común y variada composición. Peltre, puede que incierto. Una parte de plomo, una parte de estaño y, para completar, algún otro metal, sin definir, sin acertar, sin preparar. El primero que fuese encontrado de la manera más sencilla. Con la composición armónica mínima. Un armón conducible. O  no conducible.

      Armón o vagoneta que se conducía por cualquier camino, porque todos vamos hacia algún sitio, sin saberlo, o, sabiendo a donde vamos, no sabemos a donde llegaremos. Un círculo en línea recta, un retorno inacabable. Inacabable o no, el ingenio era como la savia venosa de árboles, circulación vital, de caminos variados.

      Savia o zumo de frutas del árbol de la vida que nutre, anuda o trama, como cazumbre, como cordel, como el tejido que nace del cruce o enlace de hilos de la urdimbre y la trama, que aunque duela o sea artificial llega a tener una ligazón propia de todo enredo de nuestras vidas, de nuestras muertes, porque vivimos desde el alumbramiento, pero empezamos a morir desde ese instante, con previsión o sin ella. Aquí estás, y aquí moras, para disfrutar, para sufrir, para reflexionar. Como un paramento liso que cubre un espacio, un tiempo y tal vez una finalidad.

      Un paramento jaharrado, cubierto por una mano desconocida, por ese albañil universal, que si existe, cubre o trabaja. Insólito juego de azar. Desgarbilado, producto de la naturaleza. Imperfecto. Bello. Un deseado bocado inmarcesible que, al ser degustado o eliminado, se disfruta por su lozanía, y, en su placer, es instantáneo.


 

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