"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos;... por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”. (Miguel de Cervantes).

La basna de Tudanca

Basna de haya, Casa Museo Tudanca. bmre

     

     En la Casa Museo de Tudanca, tras pasar por un porche que eleva el inmueble sobre un camino con derecho de paso vecinal, se puede ver adherida a la pared una basna.

    La basna era una especie de medio de transporte de forma triangular, semejante a un trineo porque carecía o carece de ruedas, que los ganaderos del Valle del Nansa utilizaban para bajar la hierba de los prados de las altas cumbres cantábricas. Los caminos irregulares, las dificultades montañosas, las acusadas pendientes impedían el traslado de la verde hierba tras la siega en verano. Un carro no podía ser manejado en esas condiciones. 

     La basna era de capacidad inferior a un carro, pero más manejable, como si fuera un deslizador. Construida de maderos de haya, podía tener un largo de 2,25 metros de largo y 1,90 metros de ancho en su armazón externo. Se entrelazaba con maderas más delgadas, tarmas, hasta diez, y se anudaban con varas de avellano. Unos equinos tiraban del ingenio. Práctico, sencillo, buscando el trabajo bien hecho para guardar la hierba para los animales. 

Casa Museo de Tudanca. bmre

     En Tudanca había un acuerdo en el concejo para ayudarse entre todos, el “prau concejo”, por el cual se sorteaba entre los vecinos la siega del prado comunal, repartiendo porciones de terreno, suertes, labor que se iniciaba con una fiesta a la que se asistía para celebrar el acontecimiento. Sobre el uso de la basna escribieron Miguel de Unamuno durante una estancia en la casona de Tudanca, José María de Pereda, quien ambientó Peñas Arriba en dicho edificio, y José María de Cossío, propietario y alma de la casa biblioteca.

     El camino al valle que envuelve Tudanca se hace a través de carreteras autonómicas intrincadas que serpentean las montañas cántabras donde se entremezclan las amplias zonas boscosas con pequeños lugares, escasamente habitados, diseminados por los concejos. El tiempo se para en el espacio, dimensionando las nevadas cumbres y los rítmicos andares de los vaqueros que llevan sus rumiantes a buscar el pasto.

Valle del Nansa desde Cabezón de la Sal. Fuente: G. Michelín

     José María de Cossío heredó de antepasados indianos esta casona. Durante años recibió a todo tipo de personas en su vivienda a pesar de las dificultades de acceso, y convirtió esta antigua casa señorial en un depósito bibliográfico de valor incalculable, donde las primeras ediciones de publicaciones se guardan en la caja fuerte por su valor y se exhibe la plata, que palidece ante la cultura.

     Allí recibía todas las revistas culturales de las vanguardias del siglo XX, como “Cruz y Raya” o “Revista de Occidente”, guardaba una correspondencia epistolar numerosa con la intelectualidad de su época, trabajaba para Espasa Calpe, … 

    En este sitio acabó Rafael Alberti Sobre los ángeles, autor que al final de su vida regresó para un homenaje por esa estancia. Aquí, finalmente y con otras joyas literarias, se guarda el primer Llanto por Ignacio Sánchez Mejías de Federico García Lorca, escrito a mano. Acompaña un dibujo de un arlequín llorando de pena. Se cree que su autor fue también el poeta granadino. Está escrito en tinta negra, salvo unos versos a lápiz. La dedicatoria: A mi queridísimo José María. Esta es la verdadera y única dedicatoria que le hago con el recuerdo y el amor de nuestro Ignacio. Federico.

     La Barraca, con Lorca a la cabeza, representó una obra de teatro en el patio alfombrado por un verde césped de la casona hacia 1933.

Valle del Nansa. bmre.

     Para saber más:

     — No se puede aparcar dentro de Tudanca al ser un conjunto histórico artístico. 

    — Es necesario llevar calzado adecuado para caminar en zonas con barro y paso de ganado vacuno. 

     — Es necesario llevar bebida o comida, no hay restauración.

    — Desde Santander, el camino es muy bueno hasta Cabezón de la Sal, pero a partir de aquí hay muchas curvas, carreteras de montaña y posibilidad de cruce de animales domésticos, asilvestrados y salvajes.

    — Además de la casa museo de Tudanca, gestionada por las instituciones cántabras, sobre el Llanto sobre Ignacio Sánchez Mejías hay mucha bibliografía en el Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías de Manzanares.


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