Cultura y sociedad

Apolo y Marsias

   

Apolo y Marsias, José de Ribera

  Vencido en su caña tritoniaca, el sileno se quejaba quejumbrosamente de su suerte a su torturador: "¿Por qué me quitas a mí mismo?"

     Sus apolíneas manos no podían tocar la lira, ocupado el divino músico, como estaba, en desollar al sátiro, o al pobre humano, que nació como Marsias. 

     ¿Arrepentido estaba? ¡Sí!, aullando de dolor; porque sabía que al transformar su soplido en música se había rebelado contra el dulce placer del sonido de la lira, compitiendo, comparando, igualando. Más, ¿le había merecido la pena el esfuerzo de su humilde flauta?

    Su piel estaba siendo arrancada a tiras, revelando heridas sin fin, sin pausa, por donde manaba su sangre; ese torrente vital que se escapaba, que se le iba.

     Músculos, venas y vísceras mostraban y trasparentaban su aspecto; se precipitaban como la erupción de un volcán viejo que exhalaba su última ánima.

     Al mortal le lloraron sus iguales, los humanos, de todas partes, de toda condición. Su sangre y las lágrimas de los que sintieron su pérdida regaron la tierra. Un nuevo fluido fue expulsado al aire. Ascendió y se dirigió hacia las tierras de Frigia, formando el afluente más limpio del río Meandro. 

     Cuenta la leyenda que Marsias había inventado la flauta de doble tubo. Ufano por su éxito, creyó que su música era más bella que la emitida por la lira de Apolo. Y le desafío. Apolo aceptó el reto con la condición siguiente: el vencedor tendría la libertad, la posibilidad, de tratar a su antojo al vencido. Marsias perdió y fue desollado vivo atado a un pino. Después, se apiadó y lo convirtió en río. El arte helenístico y el pintor español José de Ribera trataron este tema.

     Cuenta también la leyenda, que fue Atenea quien inventó el aulos, pero que quedó horrorizada al ver como se le hinchaban las mejillas al soplarlo. Puede, igualmente, que no soportara las burlas de otros dioses del Olimpo ante su aspecto forzado o grotesco cuando tocaba la flauta doble. En estas burlas tomaron especial empeño Hera y Afrodita.

     Ante las burlas, miró en las limpias aguas del río cercano y vio su cara deforme al soplar la flauta. Tiró el aulos al suelo de forma brutal. Ella, que había nacido armada como guerrera, no lo podía consentir. Quien utilizase el aulos tendría para siempre la cara deforme. Ese sería el castigo para los atrevidos.

     Por esos parajes apareció Marsias guiado por la suave melodía que había oído y cogió la flauta y aprendió a tocarla sin pensar en su aspecto ni en lo que la diosa había sentenciado. Apolo se enteró de la osadía de Marsias y fue quien le retó para castigarlo.

     Unos hablan del debate entre arte y artesanía, como ocurrió con la fábula de Aracne que pintó Velázquez (Las Hilanderas); otros, que fue la dualidad entre la oscuridad dionisiaca y la claridad apolínea. La línea es mucho más fina porque el castigo de Apolo fue de una gran brutalidad. Aunque, luego, se pudiera arrepentir.

     Parece que la metamorfosis fue la de Atenea. La deformidad de su cara al tocar el aulos humanizaba su aspecto de diosa. Terrenal y corrompible corporalmente. Como la vida de los humanos mortales. Y debía asumir los golpes de la vida. Sentir.


     Mientras, siento, escucho y me deleitó con "Apolo y Marsias", por el grupo "Dichos Diábolos", en el IV Festival de Música Antigua, organizado por el Coro Mansil Nahar, pienso en el anexo Museo Manuel Piña, en las colecciones de otoño-invierno 1990-1991 y la de verano 1991. La música barroca en una casa del siglo XVI me ayuda a pensar en los diseños. Luchas de instrumentos de cuerda nobles contra instrumentos de viento del pueblo. Violines y flautas.

     En ellas resume, reconvierte todo lo aprendido de las colecciones anteriores. Lo transforma con el uso de pieles de serpiente, con volúmenes que asemejan insectos o alados. Metáfora y metamorfosis. La vida. Su asunción.

 

Museo Manuel Piña, sala 3

Museo Manuel Piña, sala 3

Museo Manuel Piña, sala 3

     Para saber más:

     Museo Manuel Piña, Carmen 14, Manzanares

     Ovidio, Metamorfosis, libro sexto. Introducción, traducción y notas de Antonio Ruiz de Elvira. Bruguera clásico. Barcelona. 1984.

     Martínez de la Torre, C y otros: Mitología Clásica e Iconografía Cristiana, editorial universitaria Ramón Areces UNED. Madrid. 2010.

     https://lasestanciasderafael.es/una-seccion-de-la-pagina-de-inicio/boveda-de-la-estancia-de-la-signatura/apolo-y-marsias/ 

     https://www.escuelacoraldemadrid.com/el-musical-desafio-de-apolo-y-marsias/ 

     https://youtube.com/@dichosdiabolos?si=VCRJWb-_G-zh7tQx 

Los pliegues azules de la Virgen del Carmen

ECCO-Cádiz

 

El primo de Enrique, A. Naya, trabaja en Servicio Andaluz de Salud. En diciembre de 2023 y enero de 2024 necesitaba descansar de su trabajo: tenía días acumulados y una nueva vida llegaba a su familia. Le buscaron una sustituta, M. J., que residía en una localidad de la Bahía de Cádiz.

Meses más tarde, tras una revisión médica, volvió a encontrarse con A. en el mismo despacho administrativo:

-Te apellidas Naya, ¿no?

-Desde que tengo conocimiento, sí.

-Pero ¿tú puedes ser familia, por casualidad, de Enrique Naya, uno de los Costus?

-Mi primo.

-Con parte de mi familia estuvimos el sábado en ECCO Cádiz viendo la serie “Valle de los Caídos” de Costus. Me encantó. Ellos pintaron un traje de novia de Manuel Piña en 1988 con motivos florales y angelotes que recordaban a los barrocos de Murillo.

-Me alegro. Nosotros, la familia, teníamos cuadros muy grandes de Costus. Los terminamos donando a Cádiz y guardamos los de tamaño pequeño. Algún familiar ha estado detrás de estos asuntos y de recordarles.

ECCO-Cádiz

-En la serie del “valle” hay una Virgen del Carmen que lleva un vestido con pliegues azul que se basa en un vestido de gasa morado de Manuel Piña. Tanto el vestido morado como el de novia que te he comentado están en el Museo Manuel Piña de Manzanares.

-¿Bibí Andersen, o Bibiana Fernández, con un niño ya crecido y los pliegues azules del vestido que recuerdan a los pliegues mojados o trabajados de la estatuaria grecorromana?

-Sí, y lleva una estrella en la mano derecha que levanta parte del cuello del vestido. Uno de mis hermanos tuvo la idea y está leyendo el libro de un hermano de Juan Carrero.

-Impresionante, ¡cómo te acuerdas! Los resultados para el 4 del mes siguiente; y para lo demás, hablamos. Hasta luego. El libro está en mi casa, pero no he tenido tiempo de leerlo.

-Te dejo, A., que veo que tienes jaleo. Adiós.

-Adiós, M.J.

ECCO-Cádiz


Para saber más:

Museo Manuel Piña, Calle Carmen 14, Manzanares, 13200.

ECCO Cádiz, Paseo de Carlos III, 5. Cádiz.

El clarinetista


      El clarinetista tocaba piezas continuamente como si hubiera desayunado una gramola de monedas introducidas por el hombre del futuro que había vuelto al pasado para volver a oír esas viejas canciones de su infancia y a quien el coste de las canciones le parecía muy económico porque ni la gramola ni el concierto de clarinete había sufrido la subida de la inflación futura.
     El clarinetista tocó otra vez la canción que le gustaba a Ilsa, aunque no se llamaba como el pianista Sam, ni su voz tenía tanto sentimiento. Y porque, además, para cantar debía dejar de sonar el clarinete. Su público no lo permitía y comenzaba a silbar. Conoció a otro público que educadamente aguantó una perorata de un baterista que manejaba muy bien los dedos y los pedales con brillo porque el error no fue suyo, sino del organizador del acto que ni ofreció un programa de mano ni lo anunció a la entrada. Tampoco a Rick le gustaba la pieza que tocaba Sam, porque le traía malos recuerdos, y por eso no pudo aguantar que la reprodujera el clarinetista volviendo del pasado como había vuelto el hombre del futuro de vida venidera.


     Rick se enfadó porque ni le dejaron fumar en espacios futuros, ni le dejaron beber en películas o anuncios. Su heterónimo Humprey no se molestó en saludar desde su retiro eterno. Él, que se había conservado en alcohol y perfumado de rubio Virginia, había mantenido su cuerpo incorruptible con un nimbo azulado que rodeaba su cabeza.
     El clarinetista sufrió un dolor abdominal cuando comenzó a tocar Volver a empezar. Por su boca, sus oídos y los bajos de sus pantalones salieron monedas y restos de ellas, de distintos países y de distintas épocas.  Se esparcieron y diseminaron por el escenario, por las cantinas, bares y clubes nocturnos, por las salas de bailes y verbenas de todos los lugares por donde había pasado en su sonora carrera.
     El hombre del futuro había saturado la rocola de monedas que el clarinetista se había desayunado el día que comenzó a tocar piezas sin fin, aunque nunca se supo si fue ese su desayuno, y que, tal vez, sus síntomas nunca fueron definitivos, porque muchos pensaron que su abundancia de monedas fue un privilegio envenenado porque había osado a tocar como Orfeo o el mismísimo Apolo, que tuvieron miedo a que se iniciase en los misterios de la lira. Otros dijeron que fue Mercurio, que estaba envanecido desde que había adormecido a Argos Panopte y no consentía que nadie le igualase.
     El clarinetista explotó como una piñata de feria. Las monedas expulsadas volaron por el espacio terrestre, camino de los bolsillos de todos los contribuyentes, repartidos por Creso, porque a él no le hacía falta el dinero, ni tenía sitio donde guardarlo.
     El clarinete continuó emitiendo melodías eternamente porque heredó el espíritu de la gramola perpetua. Un espíritu que ya no necesitaba monedas, ni falta que le hacía, por los siglos de los siglos…


El patrimonio cultural y natural en la España interior

      

Iglesia de San Martín, Fromista (Palencia). BMRE

     El enfoque de protección del patrimonio cultural y natural con su gestión, documentación y divulgación no se puede hacer únicamente hacia el propio de las grandes ciudades patrimonio de la humanidad.   

     Yo vengo a defender el turismo de masas para la España vaciada de humanos y llena de patrimonio cultural y natural, que no se visita tanto como el señalado por UNESCO. 

Casona de Tudanca.BMRE

     Es una manera de dispersar el turismo que satura la Mezquita de Córdoba o el Museo del Prado. Yo quiero emocionar a los turistas de masas con aquellas pequeñas iglesias románicas palentinas, quiero que se apasionen con la dificultad de acceso a la Casona de Tudanca que perteneció a José María de Cossío donde se guarda, entre otros documentos, el manuscrito del "Llanto por Ignacio Sánchez Mejías" de Federico García Lorca. Yo quiero que la gente se enerve visitando el "Molino Grande" de Manzanares o la "Motilla del Azuer" en un río habitualmente seco, pero que fue en su momento como el Mediterráneo que nos cuenta Braudel; que lo piensen, que lo imaginen. 

     Yo quiero digitalizar ese patrimonio para que lo visiten más. Yo quisiera plasmar, documentar y digitalizar la pasión de estos monumentos como la pasión que sintieron los asistentes a la conferencia que dio Carter en la Residencia de Estudiantes por medio del Comité Hispano-Inglés con un público entregado el 24 de noviembre de 1924, con Jiménez Fraud y el duque de Alba.

Molino Grande de Manzanares

     En las zonas rurales donde el mundo se aletarga, donde el olvido se hace presente, la gestión y documentación del patrimonio se hace urgente como otra fuente de ingresos y una promoción para la visita del patrimonio cultural y natural.
     Esos pueblos que se vacían sentirían como propio, más aún, el legado artístico y natural de sus antepasados. Se emocionarían tanto como los posibles visitantes. Porque se volvería a hablar de ellos. No solamente Córdoba, Madrid, Barcelona o Toledo. Démosle alivio y demos vida donde la vida social y económica se apaga.
     Cuenta Torrente Ballester en "La saga/fuga de JB" que Castroforte del Baralla se elevaba del suelo cuando los residentes de la ciudad tenían una emoción fuerte o una preocupación. La España vaciada, por ejemplo, mi llanura de La Mancha, quisiera que muchos de estos, sus pueblos, levitaran por la pasión por sus monumentos.

De casa Malpica a casa de los Merino: El duende

     

Patio residencial casa de los Merino, Calle Carmen 14, Manzanares

     Marcelle Auclair escribió una biografía sobre Federico García Lorca. Estuvo, más tarde, en la España de la dictadura franquista, indagando sobre dónde se encontrarían los restos del poeta granadino. Preguntó a las autoridades que intentaron darle una respuesta que no conocemos. Gerardo Diego cita su visita en esos años sesenta en un recuerdo amable, tal vez con alguna reserva. Ella habla de la camaradería entre los miembros de la generación del 27. Pero Marcelle Auclair es también conocida por ser la última relación amorosa, o pasión amorosa, de Ignacio Sánchez Mejías, el cual llegó a viajar a París para encontrarse con ella. Finalmente, nos interesa, y mucho, contar que escribió una biografía de Santa Teresa de Jesús.

     Ignacio Sánchez Mejías cuando dio la conferencia “El pase de la muerte” en la Universidad de Columbia de Nueva York, cita a Santa Teresa por medio del marqués de San Juan de la Piedras Albas. Se le ocurrió hacer una huerta, como las que tuvo la llamada “isla verde” gracias al caz nuevo del río Azuer, y pidió bueyes a un hacendado rico ante su pobreza. El incrédulo terrateniente le puso la condición de dárselos si iba a recogerlos la santa. El engaño fue incluir toros bravos entre los bueyes. Fuese por inspiración divina o no, Teresa de Jesús reconoció al toro, lo unció y lo manejó como un cordero. La fundadora dio un pase de pecho al hacendado, en quien ve Sánchez Mejías la representación del demonio.

     García Lorca cita a Teresa de Cepeda y Ahumada en su “Teoría y juego del duende”. Recuerda que es flamenquísima y enduendada. Flamenca no por atar un toro furioso y darle tres pases, que los dio. No por presumir de guapa ante Fray Juan de la Miseria o por darle dos bofetadas al nuncio de Su Santidad, sino por ser una de las pocas criaturas cuyo duende la traspasa con un dardo; le quiere matar por haberle quitado su último secreto: el puente sutil que une los cinco sentidos con ese centro en carne viva, en nube viva, en mar viva, del Amor libertado del Tiempo. 

     Cada semana un grupo de turismo entrelaza las casas de Malpica, donde se encuentra el Museo del Queso Manchego y el Archivo Museo Sánchez Mejías, donde una gloria de biblioteca nos hace pensar de una en mil variantes, hacia la casa de los Merino. Bajo el lazo de la expectación de la visita/camino de Teresa, los visitantes recorren la calle Monjas hacia la calle Carmen. 

     Alfonso X dio privilegios a la orden de Calatrava en 1264 para que sus pastores y paniaguados pudieran elaborar queso en sus reinos. Las calles se vertebraron al calor del castillo de la encomienda calatrava de Manzanares

     Santa Teresa durmió en 1575 en la casa Merino, donde está el Museo Manuel Piña, diseñador que dijo “la moda se viste, el diseño se siente”.

    Marcelle Auclair junto con su marido Jean Prévost crearon un grupo de medios de comunicación, del que destacamos la revista de tendencias de moda y diseño, esencialmente femenina, “Marie Claire”. Prévost fue un héroe de la resistencia francesa en la 2ª Guerra Mundial.

Patio de los relojes, Casa Malpica. Calle Monjas 12 Manzanares

 

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Para saber más:

—Marcelle Auclair: Biografías sobre Federico García Lorca y Santa Teresa de Jesús. 

—https://www.marieclaire.fr/ 

—E. Rodríguez-Picavea: Ganadería y Orden de Calatrava. En la España Medieval. 2010, vol. 33, pp. 325-346.

En el Archivo Museo Ignacio Sánchez Mejías:

—Gerardo Diego. Obras Completas. Tomo VIII

—Ignacio Sánchez Mejías: El pase de la muerte.

—Federico García Lorca: Teoría y juego del duende.

—Paulina Fariza: Biografía sobre La Argentinita.


    



Little Kiss y el vestido de punto acanalado MMP

 

Museo Manuel Piña- Manzanares

Ayer recordé aquellos años en los que la llegada del catálogo de “Little Kiss” sobre su temporada de baño era celebrado como el fin del verano. Como las tormentas, como la gota fría que colma el vaso del calor.

Les había gustado mucho un vestido de punto acanalado de perlé con aplicaciones de tafetán de plástico metalizado que se exhibió en la Pasarela Cibeles primavera-verano 1991. Ella me enseñó la foto sentada en la butaca roja que hace descansar las caderas. Extasiada, volvió a coger el abanico, sonriendo ante la verborrea de su interlocutor.

Little Kiss hacía unos catálogos de baño que tenían un tamaño cenobítico, más propio de los cantorales que amenizaban las comidas abaciales o los cánticos intemporales conventuales. La diferencia era de tema. Los bikinis y bañadores que proponía la empresa valencia de L’Eliana debían ser vistos y leídos en mesas de tres por dos.

Little Kiss había comenzado fabricando interiores, bragas y sujetadores. El paso de calidad y buen gusto se alcanzaría con la línea de baño. Little Kiss entró en 2013 en concurso de acreedores. No pudo soportar la competencia de productos más económicos, pero de peor calidad, originados en otras latitudes. Ellos mismos recurrieron a la fabricación externa tras un ERE que afectó a la plantilla en un 70%. A ello se unió la intervención del Banco de Valencia, con quien tenía una línea de financiación, por el Banco de España[1].

Lo que llamó la atención a estos visitantes del Museo ManuelPiña es el gusto por la belleza de lo efímero. Lo que pasa y perdura.

L’Eliana recibe su nombre por la existencia original de una capilla a San Elías. Al profeta Elías, Dios se le manifestó como una brisa ligera, silencio sonoro según el papa Francisco, que le insta a no desanimarse[2].

Bikini 10760 Little Kiss


Margarita Xirgu en Pino Montano

     

Margarita Xirgu en Pino Montano 1916

       No se sabe qué fue antes. Sí el gusto por la escenografía taurina que la Xirgu tenía, o la admiración que los "Gallos" tenían por la eximia actriz.

     En la primavera de 1916 se encontraba en Sevilla actuando con su compañía cuando Margarita Xirgu recibió la visita de los hermanos Álvarez Quintero. Le ofrecieron una versión de la Marianela galdosiana que se estrenaría en otoño en el teatro de la Princesa madrileño. 

     Durante su estancia sevillana fue agasajada por Rafael y José Gómez, los Gallos, en su residencia de Pino Montano. Un año antes había conocido, según contaba la conocida actriz, a Ignacio Sánchez Mejías, que había contraído matrimonio con la hermana pequeña de estos toreros. 

     La afición teatral de los hermanos Gómez Ortega, la afición taurina de la Xirgu, nos muestra las interacciones que hace un siglo existían entre distintas aficiones, pasiones o artes. La famosa actriz sintió la muerte de Joselito en 1920. Pero su pasión por el mundo taurino y su componente escenográfico al aire libre perduró, como se muestra en la fotografía de 1946 con Juan Belmonte en una finca de Lima.

Margarita Xirgu y Juan Belmonte 1946 Lima


La Ley de Patrimonio Histórico-Artístico de 1933

        Cristo de la agonía, de Juan Sánchez Barba, por Ricardo Orueta para Residencia . Enero-abril 1926. Residencia de Estudiantes.      U...