#nómada
#historia #relación
—
Esta semana estoy viajando a través del tiempo.
Rai
hablaba sin parar. Sara escuchaba, sonreía. Una sonrisa inteligente.
Sabía que era el inicio de las divagaciones de Rai. Conocía por
donde salía el ovillo pero no la dimensión del carrete. — ¿Y?
—He
estado en un edificio
en el que según por donde caminara estaba en el siglo XIII, me
trasladaba al siglo XVI, pero entraba por los siglos XIX y XX.
—¿Queeé?.—
Perpleja, Sara miró a Rai. Ya está con esa ironía cargada de
cierta presunción que a veces molestaba. Pero vio que hablaba de
forma natural, muy expresivo. —Sigue, aclara.
—Si
bajas a la antigua cueva bodega te trasladas a los orígenes de la
ciudad, cuando la orden de Calatrava se establece en la zona, pero,
en la práctica, se hace conservación preventiva de objetos del
siglo XX. La envoltura del edificio es originaria del siglo XIX y se
ha reformado durante el siglo XX, como se aprecia en la alineación
de balcones y vanos. A través del tiempo ha sido muchas cosas. Ha
estado en el mismo sitio, pero ha sido un nómada en el trascurso de
su historia. Los restos del patio residencial de entrada mantiene una
estructura del seiscientos con los arcos de medio punto y las
columnas de piedra de inspiración clásica. No olvides que fue
hospedería eclesial.
—¿Por
qué dices nómada?
Sara
estaba intrigada por el uso, abuso de Rai por las palabras y le
desconcertaba la impresión que le causaba las disquisiciones y la
compañía de su interlocutor. Rai le intrigaba desde siempre, desde
la adolescencia, cuando se conocieron. A veces, incluso, se
preguntaba por qué siempre mostraba tanto interés por contarle
estas historias. Habían llevado vidas muy distintas, pero había una
conexión evidente, soterrada, tal vez sexual...
—Esta
es una tierra de paso, de nómadas. Llegaron otros, nómadas también,
que se instalaron en el lugar para atender a las personas que iban
de un lugar a otro. Un punto de encuentro con acceso al agua,
fácilmente defendible y con alguna posibilidad de vertebración
económica. Nunca habría mucha gente, pero sería parada obligada o
punto de comunicación necesario. Y nómadas a través de la historia,
porque cada época marcaría un sesgo que no haría permanente lo
establecido. Sería, por tanto y al mismo tiempo, mestizo, híbrido
de cultura, y, claro, rico tanto en su expresión como su
presentación.
—¿Pero
la ciudad permanece, el edificio permanece?
—Es
el ancla del barco, la cincha que sujeta el caballo, el puesto de
avituallamiento…
—No
puedo, no puedo contigo, sé que si llego a decir algo distinto, me
hubieras contestado con otra respuesta y que me habrías convencido
de la misma manera.
Vías pecuarias La Mancha de Ciudad Real |
Abrió
los ojos y sonrió, y Rai se puso nervioso con los ojos grandes y
marrones de Sara. Tenía una punzada en el vientre cada vez que
hablaba con ella. A veces le enfadaba… Nunca habían sido pareja, pero siempre se había, se habían, cuestionado las parejas del otro.
A veces como un hermano mayor, a veces como…
—No,
Sara, no. Pienso que estamos siempre de paso, sin un lugar definido,
que no decidimos dónde estamos, ni qué somos. Y que las mismas
ciudades y las mismas culturas que las crearon son producto de la
transformación. La riqueza cultural reside en ello. Y con los
humanos ocurre igual. El mestizaje es la mayor riqueza que ha
producido la humanidad. No hay razas idóneas, ni es más adecuada
una persona para algo por ser de una raza determinada. Porque es el
mérito y la capacidad. Algo que solo se consigue a través del
tiempo y el espacio, con la formación, con el movimiento. Nómadas.
—Vale
ya, ¿qué vas a hacer hoy?, preguntó Sara, rápida, con intención.
—Saldré
de una casa del siglo XX, atravesaré una ciudad
híbrida y transformada, y cruzando la antigua vía pecuaria de la
Cañada Real originada en el siglo XIII con la Mesta y la trashumancia. ¡Nómadas! Entraré en el casco histórico, llegaré a la
antigua casa solariega de fachada decimonónica, atravesaré su
portal y su cancela. Mi imaginación volará cuando entre en el
patio, recordando la antigua hospedería de la iglesia con la familia
Merino, y, mirando al techo, a la acristalada montera, me hará
viajar al los dos últimos siglos con las voces de estudiantes,
músicos o actores que, distintos, ocuparon el lugar bajo la atenta
mirada ciega de la señora Díaz Carralero. Luego descendería a las
raíces del edificio donde reposan los recuerdos y ropajes que tejía
Manueliii
custodiados por los recuerdos de los caballeros de la Orden de
Calatrava que desde el siglo XIII vertebran este abrevadero de ovejas, punto de observación y descanso de la encomienda de Manzanares.
Luego,... estaré disponible y nómada… ¿Si quieres…?
—Quiero,
pero, a cambio, te propongo un viaje. Al siglo XXI y sus costumbres…
—Sea.
Sí, contestó ilusionado, atolondrado, con la cita.
—Nomadita…
(Espero que le guste, amable lector/a. Sígame, si quiere.)
(Espero que le guste, amable lector/a. Sígame, si quiere.)
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Muy bueno, saludos!
ResponderEliminarMuchas gracias!!!
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