Pegaso, siglo II, opus tesselatum, Museo Arqueológico de Córdoba
Ovidio relata en Metamorfosis que Pegaso nació en el momento que Perseo arrancaba la cabeza de serpientes a Medusa, hecho que llevó a cabo con gran habilidad, pues no podía mirarla directamente, y únicamente lo hizo en el reflejo de su escudo.
De la sangre que brotó surgió el caballo que recorrió tierras y mares desde lo alto y visitó los astros del cielo guiado por las alas de las que había sido dotado.
Se comenta que con una coz de su pezuña hizo brotar un manantial en el Helicón que dio lugar a la fuente del Hipocrene.
Pero el hecho más reconocido, tal vez, de Pegaso fue subir en sus lomos a Belerefonte cuando fue enviado a matar a la Quimera, monstruo híbrido entre león, cabra y serpiente, a la que derrotó clavando su lanza en su boca mientras le lanzaba fuego. Como realizó otras hazañas victoriosas, se creyó con derecho a entrar en el Olimpo.
Zeus consideró que era un acto de soberbia. Ya había condenado a su antepasado Sísifo y no dudó. Envió un pequeño tábano para que picase a Pegaso y, en la agitación, desmontó a Belerefonte, cayendo desde las alturas. Quedó lisiado y vagó así, errante, hasta el resto de sus días.
Jorge, Sabra y el dragón
El mito de Belerefonte y Pegaso pasó al cristianismo con Jorge de Capadocia, San Jorge, que mata al dragón a lomos de un caballo con su lanza.
Los caballos alados han sido famosos en la literatura y el mito. En la saga de Harry Potter, hay un caballo alado llamado Abraxan.
Pegaso está entre la pléyade de caballos famosos junto al Bucéfalo de Alejandro, la Babieca del Cid, el Rocinante del Quijote y el caballo de madera de Troya. Y, ¡cómo no!, el caballo sin nombre que desmonta a Saulo de Tarso y lo convierte en el mayor divulgador del cristianismo primitivo, San Pablo.
Como remate, en el prólogo del Quijote hay un soneto con diálogo humorístico y existencial entre Rocinante y Babieca.
Caballo de Troya
-----------------------------------
Bibliografía:
OVIDIO: Metamorfosis.
MARTÍNEZ DE LA TORRE, C. Y OTROS: Mitología Clásica e Iconografía Cristiana.
CERVANTES SAAVEDRA, M.: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
“Tú,
que me has oído lo que he cantado y lo que me dictó el apetito, la
pasión o la naturaleza, oye ahora, con oído más atento, lo que me
hace decir el Sentimiento y arrepentimiento de todo lo demás que he
hecho, que esto lloro porque así me lo dicta el conocimiento y la
conciencia, y esotras cosas canté porque me lo persuadió así la
edad.”
La
vida está llena de tránsitos y cambios. En medio del valle de
noviembre, no dirigimos a la punta de las fiestas de fin de año. Y
de los cambios en la vida nos habla Quevedo en su Heráclito cuando
espiritualmente mudó en su pensamiento mirando a la divinidad.
Cuenta James O. Crosby1,
uno de los muchos estudiosos de Francisco de Quevedo, que entre el
verano y el otoño de 1613 marchó a Sicilia invitado por Pedro
Téllez Girón, el gran duque de Osuna, que ejercía de virrey en la isla y
con quien tenía amistad.
En
los primeros meses de 1613, cuando cumpliría 33, tuvo una especie de
crisis espiritual, tal vez moral, que quedó reflejada en una serie
de composiciones poéticas recogidas en el Heráclito
cristiano, y segunda arpa a imitación de la de David. No se publicó en vida aunque fue dedicada a su tía materna, Doña Margarita de Espinosa.
Heráclito era conocido en la
Antigüedad como el oscuro y defendía el dinamismo como principio
esencial que rige todas las cosas, como él no podemos bañarnos dos
veces en el mismo río. Ese devenir continuo que hace que las cosas
pasen de un contrario a otro. Fluencia y devenir revelan la armonía
de los contrarios. Y esa armonía es el principio de todo, incluido
lo divino2.
También era considerado huraño, llorón o desdeñoso ante las
aberraciones de los hombres. Rubens pinta a Heráclito como el
filósofo que llora hacia 1636-16383.
Esas
lágrimas, que pueden indicar arrepentimiento, son las que hacen a
Quevedo calificarse de heráclito cristiano por el cambio personal
y lo refleja en una serie de salmos que recuerdan también al bíblico
rey David. Rey, que tras conseguir dar muerte a Urías para poseer a
Betsabé, luego, se arrepintió de sus pecados. Compuso, o se le
atribuyen, unos Salmos que están incluidos en el Antiguo Testamento. Además,
el rey David era tenido por un virtuoso del arpa4.
Sin
duda el más famoso de los salmos es (parte):
“Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes, ya
desmoronados, de larga edad y de vejez cansados, dando
obediencia al tiempo en muerte fría.
Salíme al campo y vi
que el sol bebía los arroyos del hielo desatados, …(y
acaba)… Hallé mi espada de la misma suerte;
mi vestidura de servir
gastada; y no hallé cosa en que poner los ojos donde no viese
imagen de mi muerte.”
(versión
de 1613)
El
Madrid de los Austrias, su ciudad, recordaba en su expansión física
con el derribo de sus muros a la caída de otras grandes ciudades de
la Historia o la Literatura como Jericó, Cartago, Troya o Jerusalén.
Y lo traslada al paso de los años con su avance hacia la muerte.
Yo
prefiero el primer salmo:
Un nuevo corazón,
un hombre nuevo
ha menester, Señor, el
Alma mía:
desnúdame de mí, que
ser podría
que a tu piedad pagase
lo que debo.
Dudosos pies por
ciega noche llevo,
que ya ha llegado a
aborrecer el día,
y que temo que he de
hallar la muerte fría
envuelta en (bien que
dulce) mortal cebo.
Tu imagen soy, tu
hacienda propia he sido,
y si no es tu interés
en mí, no creo
que otra cosa defiende
mi partido.
Haz lo que pide el
verme cual me veo,
no lo que pido yo, que
de perdido,
aún no fío mi salud a
deseo.
(Versión
de 1613)
Quevedo muestra su arrepentimiento de los errores cometidos, donde con
resonancias clásicas a Dante habla de dudosos caminos de la noche
que abandona y pide a Dios que le vuelva a insuflar una nueva vida y
una nueva creencia.
Estos salmos tienen un claro sentimiento religioso: “¿Dónde
pondré Señor mis tristes ojos/ que no vea tu poder divino y
santo?”; y tienen un componente
visual al ser oído que recuerda al cambio que se produce por el
fluir del río de la vida del filósofo citado y al tránsito final
de la vida que relata Jorge Manrique en las Coplas por la
muerte de su padre5.
Y, en realidad, fue la madurez que alcanzó al poeta.
--------------------------------------
1QUEVEDO,
F.: Poesía Varia. Edición
de James O. Crosby. Catedra. Madrid. 1981. Páginas 15-27 y 95-133.
2REALE,
G. y ANTISERI, D.: Historia del pensamiento filosófico y
científico. I Antigüedad y Edad Media.
Herder. Madrid. 2010. Páginas 42-45.
A nuestra memoria le
cuesta alcanzar tiempos históricos que se miden por siglos y
milenios. Lo que han legado culturas pretéritas, fue elaborado con
materiales perdurables pero dotados de gran capacidad para ser
sometidos a esfuerzos de comprensión.
Las columnas
son soportes verticales de estructuras horizontales. Se considera que
ha sido el soporte característico de la cultura occidental, aunque
su origen está en la arquitectura egipcia para soluciones
adinteladas que evoluciona a soluciones más amplias y versátiles
con el desarrollo arquitectónico de diferentes culturas. Es, por
tanto, una solución estructural, que aúna un componente estético
adicional con un significado simbólico, en las diferentes
construcciones de las culturas que las utilizan.
Era una columna
egipcia, que es eterna, con capitel vegetal con forma de palma,
elaborada en piedra de granito. Una roca compacta y dura compuesta de
cuarzo, feldespato y mica. Su dureza oscila entre un 6-7,5 en la
escala de Mohs, en la que el diamante posee la dureza máxima, 10.
Existe en varios colores según el tinte y proporción de sus
componentes. Una roca plutónica eruptiva, que no llega a la
superficie, solidificando internamente y usada como material
fundamental desde tiempos antiguos para la arquitectura y la
ingeniería. Su aspecto suele ser vistoso sea natural o pulido. Sí,
esa columna rematada en capitel de palma de granito rojizo.
No se
supo el autor, aunque cronológicamente se creía elaborada durante
el Imperio Nuevo hacia el 1250 a.C. Un artesano, un maestro habría
trabajado los 632 centímetros extraídos de una cantería de granito
rojizo para tallar su aspecto vegetal. Recordaba los bosques de
palmeras que se encuentran en oasis o en riberas cercanas al río Nilo.
Columnas egipcias British Museum. Foto: Alamy
Bibliografía:
-ALEGRE
CARVAJAL, E. (coord.) y otros: La materia del arte. Técnicas y
medios. Centro de estudios Ramón
Areces S. A. Madrid. 2016. 3ª reimpresión, 2020. Páginas 44 y 91.
-FATÁS,
G. y BORRAS, G. M.: Diccionario de términos de arte y
elementos de arqueología, heráldica y numismática.
Alianza Editorial. Madrid. 2008. Página 82.
-KROUSTALLIS,
S.: Diccionario de materias y técnicas (I). Secretaría
General Técnica, Subdirección General de Publicaciones, Información
y Documentación. Madrid. 2008. Página 189.
La reunión
terminó y un sabor amargo quedó en su boca. Su salud quebradiza, la
edad, sí, la edad. Le había dicho no tres veces. Como Pedro. Con
veinte años menos hubiera sido otra cosa. ¡Ojalá pudiera regresar a
1854, tras Vicálvaro y Manzanares! La decisión de un nuevo rey la
hubiese tomado él. La libertad de la patria hubiese estado en sus
manos. Ahora, en Logroño, su prestigio era moral y el tiempo había
pasado. Ya gobernó el Estado cuando la reina Isabel era menor. ¿Qué
querían los mensajeros de Prim?
Ya le dijo no a
Serrano. Quería que fuese el líder del 68 antes de la llegada de
Prim. Espartero era el líder político y moral de los progresistas;
él se sentía sin fuerzas. Para ellos era el duque de la Victoria,
el conde de Luchana, vencedor de cuatro guerras. Él era el hijo del
carretero de Granátula que se fue a estudiar a Almagro. La patria
estaba en peligro; la ayudó. En su retiro de Logroño pasaba
desapercibido en compañía de Jacinta ¿Le temían o le respetaban?
Sentía que la
patria estaba, otra vez, en peligro. Recordaba cuando luchó como
adolescente contra los franceses. ¿Y la patria? Lo
había vivido en Cádiz durante los debates de la Constitución. Sus recuerdos regresaban al cadete
adolescente durante los primeros años de la guerra contra el francés.
Volvió de
América con prestigio. Todos le consideraban el líder de los
Ayacuchos. Nunca participó en esa batalla, pero había sido la
última. A sus compañeros de armas de las guerras americanas les
ayudó. Ese amargor en la boca… Sí, los benefició. Tenía plena
confianza en ellos. Venciendo a los carlistas, presidiendo el gobierno
de España y siendo regente de la reina Isabel. Entre septiembre de 1840 y
julio de 1843 el poder era él ¿Por qué había venido la embajada de Prim?
Abrazo de Vergara entre Espartero y Maroto
—Baja, que te
tienes que marchar a estudiar. Recordaba a su madre llamándole para desplazarse a la cercana ciudad de Almagro. Pero llegó 1808 y al grito de
“la patria en peligro” respondió Joaquín Baldomero.
Espartero sabía
que había llegado al poder por sus hechos de armas, por su carisma y
sus dotes de liderazgo; pero, también, mediante pronunciamientos. Su
vida había sido la milicia. En la guerra contra el invasor francés
se sintió como un aprendiz ilusionado de la libertad y los derechos
del pueblo, de su soberanía y patria a la que defendía ante la
peligrosa invasión napoleónica. Emperador al que admiraba y temía. Al que deseaba emular. Tenía la percepción que había puesto
orden en Francia durante los procesos revolucionarios y había
propagado los ideales de la libertad. Reconocía los excesos, la
fuerza autoritaria con la que los había impuesto. Había sido
emperador. Y él se había negado a ser rey de España. ¿El
ofrecimiento de Prim era real? Le pedía que fuera candidato. Dado
el caso, se sometería a votación. ¿Qué haría obteniendo una
derrota? Sí, le temían. Creían que haría otro pronunciamiento.
Esbozó una sonrisa sarcástica. No podía subirse al caballo porque había sido
derrotado por su vejiga.
Su edad, su
salud, quebraban su voz, disminuían su entendimiento. Se sentía
como un viejo león de temible apariencia y desdentado interior.
En Luchana fue un soldado heroico, ahora huía de las
responsabilidades. Un antiguo presidente de gobierno ausente desde su retiro por O'Donnel. No podía haber dos gallos en un mismo
corral. ¿Merecía la pena?
Le contestaría
con amables palabras, con claros razonamientos que ni su edad ni su
salud se lo permitía, que buscasen un candidato entre los españoles
y que se profundizase la elaboración constitucional. Su popularidad venía dada del pueblo porque era uno de los suyos. Deseaba
volver al pueblo. Ser uno más. Dar consejos. Y que la voluntad
popular se cumpliese. Los carlistas eran una amenaza menor. Luchana y
el abrazo con Maroto lo elevaron a una categoría similar a la del
corso. Y ahora se alejaba de su estela renunciando a la jefatura del
Estado. ¿Era tan cualificado y sabio? Tal vez buscaban un mesías,
alguien por encima del bien y del mal. Espartero meditó largo rato.
Redactó la negativa a la comisión enviada por Prim, comandada por
su fiel Madoz.
Su recuerdo se
iría apagando. Sería visitado por todos, le pedirían consejo,
molestaría a alguno. Viviría plácidamente con la gente de Logroño.
Había podido reinar. El hijo del carretero parecía rechazar la
voluntad popular que emanaba del nuevo líder.
Siempre quiso defender las libertades de sus
compatriotas y ahora no luchaba por ellas. Esa era la intención de
Prim, pensó. Que manifestara que el líder era el militar
de Reus y no él. Creyó el viejo general que la tentación de Prim
era ser rey. Que esa era la oculta intención. Al contrario que Prim,
los enemigos los tenía dentro de su país. Prim los tenía dentro y
fuera. Era quien más se parecía a Napoleón. Aunque él hubiera
sido el más famoso y el más aclamado. Poseía ese poder autoritario
liberal. Una mano dura que él ejerció en su momento para conseguir
el orden público necesario. Conseguir la libertad gracias a la paz.
¿Sabrían conseguirlo? ¿Estarían capacitados?
La noche de
mayo fue apagando sus vacilaciones. Supuso, como siempre, que debía
cumplirse la voluntad nacional. Su duda era sí alguno sabría cómo. Incluso él.
Joaquín Baldomero Espartero (1793-1879) fue un político y militar español que ocupó la regencia de España entre el 9 de mayo de 1841 y el 30 de julio de 1843. Presidió en tres ocasiones el consejo de ministros, la última entre 1854 y 1856. Fue militar de prestigio en varias guerras destacando la dirección del ejército isabelino durante la primera guerra carlista con hitos como Luchana y el acuerdo de Vergara (1839). Muchas calles llevan su nombre: Príncipe de Vergara, Duque de la Victoria, Conde de Luchana, en honor a sus títulos y fama. En 1870, ya retirado, el general Prim como hombre fuerte de la revolución de 1868 le envió una comisión para ofrecerle la corona de España, la cual rechazó por cuestiones de edad y salud. Espartero nació en Granátula de Calatrava y falleció en Logroño.
'La llave del
toril, por ser más diestro, dieron al buen Vergel, y por
cercano deudo de los que tiene so su mano, pues le tiene esta
Villa por cabestro.
Aunque en esto de cuernos es
maestro y de la facultad es el decano, un torillo, enemigo de
su hermano, al suelo le arrojó con fin siniestro.
Pero como jamás hombres han visto un cuerno de otro cuerno
horadado y Vergel con los toros es bienquisto,
aunque
esta vez le vieron apretado sano y salvo salió, gracias a
Cristo; que Vergel contra cuernos es hadado1.'
Este satírico poema ilustra la azarosa vida de un brillante literato que murió por su agudeza. El poeta Juan de Tassis, II conde de Villamendiana,
era juerguista, mujeriego y peleón. Había nacido en Lisboa en 1582, donde
su padre ejercía de Correo Mayor de Felipe III, y tuvo que abandonar
la corte a pesar de su matrimonio con una Mendoza por su propia
irresponsabilidad. Tuvo dos destierros, uno de ellos a Nápoles donde
continuó su incesante desenfreno. Su segundo destierro estuvo
precedido de problemas económicos y de enfrentamiento con validos de
Felipe III, o de sátiras contra el mismo rey. Cuando llega al trono
Felipe IV, 1621, vuelve a gozar de la protección real junto al amparo
de alguna dama de la corte. Lo cual no le salva de morir asesinado el
26 de agosto de 1622 tras salir del palacio Real2.
Hay quien dice que murió
de un disparo de ballesta3,
otros que dos hombres con lanzas de rejoneo. Hombres que respondían al
nombre de Ignacio Méndez, guarda mayor de los Reales Bosques, y
Alonso Mateo, ballestero del Rey. Hubo tal secreto sobre su muerte
que, dos días después de su fallecimineto, su amigo Luis de Góngora dijo: “tenga Dios
en el cielo al desdichado, que dudo procedan a más averiguación.”4
El hispanista John Elliot describe a
Tassis como un poeta y cortesano brillante, que habiendo vuelto del
destierro, tenía el defecto de no mantener la boca cerrada. En
principio, se dedicó a glosar alabanzas del nuevo gobierno y
saludó a Felipe IV como el “restaurador de España”5.
En el carruaje en el que
fue asesinado viajaba acompañado de Luis de Haro, Marqués del
Carpio, sobrino de Olivares y amigo de Felipe IV. Con el tiempo sería
sucesor del Conde-duque como valido de Felipe IV, y en ese octubre de
1622 fue nombrado gentilhombre de la boca, según cita Elliott en la
biografía del Olivares6.
Un gentilhombre de boca acompañaba al Rey en las solemnidades
públicas, especialmente en las comidas, pero también en las
contiendas. Su prestigio residía en la cercanía al monarca.
Los cerebros
intelectuales de la muerte de Juan de Tassis, Conde de Villamediana,
no fueron encontrados. Beneficiados de su muerte hubo varios. Olivares
temía su ascendencia o buena relación con la reina. El Rey Felipe
IV pudo tomar la decisión de eliminarle ante los rumores de que el poeta era amante de la reina. Los únicos detenidos servían al monarca y el único acompañante, el Marqués del Carpio, era amigo
del Rey. Su vida turbulenta y su poesía satírica hicieron el resto.
Para los amantes de la
poesía, dejó muestra de su ingenio y procacidad. Como remate, el
poema de una dama a la que envió una perdiz:
Miguel Colmeiro
y Penido decía que entre los cordobeses y sevillanos se reputaba
como incorruptible la madera del alerce africano utilizada en templos
y edificios, que no había que confundir este árbol africano con el
alerce europeo, propio de los Alpes, que recibía igual nombre, pero
no era la misma calidad ni variedad1.
Esta madera fue
utilizada en las techumbres de la Mezquita de Córdoba. Maderas que
no se pudrían ni corrompían fueron labradas con motivos epigráficos
en el siglo X, la época de mayor esplendor del califato omeya
andalusí. A principios del siglo XI, las guerras intestinas en el
califato, una guerra civil (fitna), produjo el surgimiento de los
reinos de taifas y estas maderas fueron cambiadas, tapiadas o
trasladadas a lugares distintos. Desde 2006, restos de estos tableros
se exhiben en el Patio de los Naranjos de la Mezquita Catedral de
Córdoba, patrimonio de la humanidad desde 1984.
Foto: autor
En 20082,
ni el cabildo de la mezquita catedral de Córdoba, depositaria de la
propiedad del edificio desde su conquista cristiana en el siglo XIII,
ni el Ministerio de Cultura español del gobierno de Rodríguez
Zapatero pudieron impedir la subasta de cinco tablas o maderos con
inscripciones epigráficas islámicas por valor de 1,5 millones de
euros en la casa de subastas Christie's de Londres. Un valor
monetario que no refleja el valor cultural como patrimonio español.
La madera es
uno de los primeros materiales de construcción que utilizó el ser
humano para guarecerse de la intemperie cuando abandonó las
cavernas. Era fácil de manejar y de modificar. Era resistente,
guardaba el calor, aislaba de los ruidos. Su flexibilidad permitía
un manejo constructivo. Y era un material que podía ser bello y
oloroso.
El alerce tenía
una dureza media, era longevo, y su resina olorosa, agradable,
resistente a las larvas3.
Cuando se entra
al recinto de la Mezquita de Córdoba atravesando su antiguo patio,
el actual patio de los Naranjos, el visitante no se da cuenta de la
exposición de maderas de alerce. Puede llegar de un viaje,
preocupado de horarios y tiempos, pensando en la visita de la
almendra que origina el viaje, una mezquita que ha sobrevivido a los
avatares de la historia. Ensimismado en el maravilloso edificio, no
percibe todos los detalles.
Maderos decorados, Mezquita de Córdoba (Foto: autor)
En sus
cimientos existió una iglesia o basílica cristiana bajo la
advocación de San Vicente. Cuando se recorre la Mezquita Catedral
buscando el arte omeya andalusí se encuentra con restos en el
subsuelo de esta antigua construcción. Tanto el arte andalusí como
el anterior visigodo utilizaron y reutilizaron restos de época
romana. Ambos fueron invasores e injertos de nuestra cultura. Como
hibridación fue la posterior transformación que fue realizando el
arte cristiano tras la conquista en el siglo XIII. Por suerte, se
admiró la obra califal. Y se adhirió el arte cristiano en esa
conjunto tan peculiar. Impacta ver en el edificio un magnífico
cuadro de Pedro de Córdoba, una Anunciación, entre el bosque de
arcos de herradura bicolor omeya, arcos de herradura que de forma
previa ya utilizaban los visigodos. O, en el coro de la parte
cristiana, ver la escultura de un Santiago matamoros.
Y la techumbre.
De madera, pero también con tramos de bóvedas nervadas. Al salir,
hacia la puerta de San Esteban, la exposición de maderos decorados
de alerce con motivos epigráficos. Decoración abrumadora que huye
de un vacío inexpresivo. Sabemos que el arte islámico se
caracterizaba por la ausencia de imágenes sagradas, aunque si se
representaban imágenes humanas. También se decoraba con figuras
animales, se ornamentaba con figuras geométricas y profusa
decoración vegetal. Se produce una desnaturalización. Una
estilización para dotarle de un contenido simbólico. Mención
aparte merece la utilización de la caligrafía árabe en el espacio
religioso musulmán como expresión de la palabra de Alá contenida
en el Corán que suple a la figura sagrada. La palabra fue el
conducto por el que se reveló el mensaje divino. Mensajes piadosos,
textos poéticos, frases propiciatorias para los gobernantes,
utilización de versículos del Corán son los temas más
recurrentes4.
Asombra el
grado de conservación de los maderos exhibidos. El visitante, que ha
paseado por el bosque de columnas califales durante un tiempo no
preciso ni evaluable debido a la belleza del recinto, recupera aire
en el patio y se deleita viendo los motivos decorativos de las
maderas de alerce que han sobrevivido al lado oscuro de los humanos
que son capaces de crear lo más bello y perdurable, pero, también,
destruir el bello trabajo de otros por motivos reprobables. Puede
observar unos treinta y cinco maderos o tablas con decoración
geométrica y epigráfica. Al final, abandona el recinto. Ya hace
calor. Se asoma un momento al Guadalquivir por la Puerta del Puente y
más tarde busca una sombra que facilite el fresco.
Tableros de madera decorados, Patio de los Naranjos, Mezquita de Córdoba (Foto: Autor)
1COLMEIRO,
M.: Nuevas investigaciones sobre los alerces. Fondos
de la biblioteca del Museo de Ciencias Naturales. CSIC. Obra
publicada en 1852. Página 3.
“Nada hubiese podido impedirme rodar este filme, pues mi amor al
cine es más fuerte que cualquier moral” Alfred Hitchcock, como
respuesta a los ataques a “La ventana indiscreta”1.
“La ventana indiscreta” es el título para España de “Rear
Window”, película de 1954, que podríamos traducir como 'ventana
trasera'. Relacionado con la intimidad de cada uno de nosotros, lo
que ocultamos. Nuestra vida privada. La ventana trasera del alma. Y,
también, lo que sucede cuando, llevados por la curiosidad, nos
implicamos en la vida de los demás intentando solucionar algo
terrible, o no, que ha ocurrido mientras miramos una colmena humana con
sus historias. Reparto: James Stewart, Grace
Kelly, Thelma Ritter, Raymond Burr, Judith Evelyn, Wendell Corey.
Me interesa el final, cuando se produce el arrebato vengativo del
asesino, cuando toma conciencia de haber sido observado y descubierto
por un vecino. Es una escena rodada en un espacio artificial donde se
construye una comunidad de vecinos en torno a un patio y desde el piso de
un fotógrafo mirón con una ventana trasera como gran objetivo para
ver, pero donde luego será visto y puesto en peligro. El espacio
tiene un papel relevante. El tiempo es rápido y está relacionado
con la acción.
Un arrebato, sí, una pérdida de todo sentido que hace que el
espectador sea atacado por el actor. Los actores, que van vestidos
con ropa contemporánea a la época de rodaje y maquillaje normal.
Vestuario más especial para Lisa, por E. Head. Thorwald es un vecino
que descubre que es descubierto (Raymond Burr) y mira la mano de Lisa
(Grace Kelly) cunado descubre, que su secreto más íntimo, su crimen, es
conocido por L. B. “Jeff” Jefferies (James Stewart)2,
espectador que actúa, que observa, que vigila, y que indaga a través
de sus ojos y a través de su objetivo de fotógrafo, de una forma
casi panóptica, propone una hipótesis de lo visto. La cámara y el
mirón son vistas. Jeff no quiere ser descubierto. Enseguida se
disocian cámara y mirón porque se vuelve hacia el mundo del que
observa desde la ventana trasera. Dispone cómo puede salvar a su
amada Lisa que ayuda al que no creía, a su esquivo e imprevisible
enamorado. Da dinero a su enfermera Stella (Thelma Ritter), informa
de sus deducciones a su amigo detective (Wendell Corey). Nervioso y
excitado, le convence. Esta dilación informativa le hace perder
tiempo y, lo más importante, lo deja solo y vulnerable, a merced del
asesino vengativo, que, desesperado, sube las escaleras clavando sus
zapatos como si pusiera los clavos para fijar a su víctima, para
causar temor en su alma, que sabe que viene hacia él. Lo sabe tras
la llamada silenciosa y al observar que el piso de Thorwald está en absoluta
oscuridad, solamente con su ojo derecho, receloso, temeroso. Solo y
con poca luz. La iluminación resalta una frente sin sudor, tal vez
fría. Es consciente por la luz que entra por bajo de la puerta
cuando se apaga. Su miedo le pone en guardia. Aumenta el ruido de las
suelas de los zapatos, martilleando. Su arma es la capacidad de ver y así utiliza la luz, casi fuego, del flash aprendido en su trabajo. La luz
del fogonazo. Se coloca en la penumbra, en la oscuridad, junto a la
ventana trasera como compendio de su vida o muerte.
¿Qué quiere de mí? (con voz perentoria y enérgica, apenas hay
luz, pero sus ojos sí la reciben), pregunta el vecino asesino. La
cámara enfoca a Thorwald que cierra la puerta del piso, ya sin luz
que se había apagado cuando llegaba el asesino. Está confuso porque
está junto a quien sabe su vida casi también como él. Un mirón, únicamente un mirón.
Quien sabe todo o ha intuido todo. Aunque es un asesino, se siente
vigilado y descubierto. Y le ofrece dinero. Jeff sigue en la oscuridad,
en la penumbra, junto a la ventana trasera. Callado. Desconcierta al
oponente. Le pide que diga algo. Perplejo, no entiende la razón por
la cual Lisa, la mujer indiscreta, no le ha denunciado. Solamente quiere la alianza, su
alianza. Un anillo que puede unir la relación de Jeff y Lisa, un anillo que
condena a Thorwald como asesino.
Cuando le dice que el anillo ya está en la comisaría de
policía, lo razonable hubiera sido huir, esconderse, desaparecer,
pero se abalanza contra su mirón, quien le ha descubierto cómo es con una
luz real. Se intercambian y roban primeros planos.
Cuatro fogonazos de flash iluminan la estancia que permanece
oscura entre uno y otro oponente, únicamente resaltado,
inicialmente, por los ojos y gafas de Thorwald cuando entra en la
habitación, pero la conversación se produce en la penumbra. Cuando
empiezan los fogonazos se enfocan las caras de los oponentes. Una luz
blanca que se convierte en ámbar cuando se disipa. Tras el cuarto
fogonazo el atacante ya esta sobre el mirón que está impedido por un accidente, pero
se defiende, mientras puede, gritando a su amada. La cámara sale del
cuarto de la ventana trasera y vuelve al plano general del edificio
cuando llegan Lisa y el amigo policía. En la pugna rápida vence
el atacante mientras se dirigen en ayuda de Jeff. El patio y sus
vecinos se convierten de actores en espectadores, y la policía, Lisa
y la enfermera entran en la escena cruzando el patio para ayudar en
el momento postrero al fotógrafo que, todo ojos, ha descubierto al
asesino, y llegan a recoger su cuerpo cuando se estrellaba en el suelo.
La curiosidad, la vida y el amor sobreviven ante el arrebato
sinsentido del asesino. El final de la película revisa el vecindario
en distintos planos, en una escena final que probablemente influiría
en el dibujante Ibáñez y su 13 rue del percebe o en las comedias
de situación sobre vecinos.
El movimiento de la cámara va enlazando los lugares del patio,
da ritmo a la acción entre los oponentes y nos muestra todo el
escenario cuando salen y entran en escena los actores que salvan a
Jeff. El antagonista Thorwald habla poco o nada durante la película,
pero se entiende el miedo y la represalia que prepara con su mirada
y, a pesar de los fogonazos, empuja con embestidas. Jeff habla mucho
durante la película, pero es parco en palabras en la escena final
ante el vecino asesino.
Junto a la resolución del crimen, el anillo nos lleva al
rescate, tal vez, de la relación entre Jeff y Lisa. Y consigue
conectar la atención del vecindario como espectador, y ser partícipe,
de lo que sucede en él en este momento. Al final, como al principio,
la cámara enfoca la colmena humana del edificio, con sus historias,
su evolución desde el miércoles hasta el momento de la acción,
sábado.
En esta película se empieza a vislumbrar la
travesía entre actores y espectadores. De la pantalla
cinematográfica, donde interactúan, hacia el patio de butacas, o en
sentido contrario. En “El gran teatro del mundo” de Calderón de
la Barca se mostraba los entresijos de la vida como una obra de
teatro pues la vida es como un gran representación, y los actores actúan desde el vestuario dando un punto de vista distinto a la
escena. Esa ruptura se muestra tiempo después, en la década de los
ochenta, con ese paso de frontera, como ocurre en “La rosa púrpura de El
Cairo” de W. Allen, 1985, donde el actor se fija en la espectadora
y entra en relación con ella, traspasando la pantalla.
FUENTES CONSULTADAS:
-GUBERN, R.: Historia del cine. Anagrama. Barcelona. 2016.
-TRUFFAUT, F.: El cine según Hitchcock. Alianza Editorial.
Madrid. 1974.
-BORDWELL, D.: La labor inferencial del espectador en La ventana
indiscreta. Revista Acta poética 11. Otoño 1990.
-BORDWELL, D., STAIGER, J., y THOMPSON, K.: “La narración
clásica”, en El cine clásico de Hollywood. Estilo cinematográfico
y modo de producción hasta 1960. Paidós. Barcelona. 1997, páginas
26-45.
-PÉREZ MÉNDEZ, I. M.: Miradas desde el umbral: El voyeurismo en
la obra de Edward Hopper y Alfred Hitchcock. Arte y Sociedad Revista
Investigación. Número 13. Octubre 2017.
-SÁNCHEZ SÁNCHEZ, F.: Desde la coexistencia de modelos de
representación, hasta la cristalización de un nuevo modelo: La
ventana indiscreta. Fonseca, Journal of Comunication, n. 9
(Julio-Diciembre de 2014), pp. 175-206.