#Azucena
#divertimento #aliteración
Azucena
bebía con deleite esencia filtrada, genuino hidromiel, ingenioso
jugo, kilométrica liberación medida, ninguna ñoñería opuesta,
para que recordara siempre, tanto, ufana, valiente waterpolista,
xilofonista, y zalamera.
Azucena
alababa a Arcadio. Amaba, abrazaba, al amigo, al amante. Ante avatar
acervo, al acerbo acendrado acudía, al aserto admirado adonde
ásperos ácidos atacaban, azuzaban, airados, alterados.
Arcadio
adoptaba actitudes agradables, alejadas ante actos agrios. Actuaba
animosamente, agitaba, alegraba a apasionados arranques, aladas
admoniciones, aleves arrullos. Adhería amigos, afiliados, asociados.
Alma auténtica, atractivo amo. Aleteaba arpegios átonos.
Ausencia
avisada, abandonó Arcadio. Azucena al alma abrió a aptitudes
alejadas al aserto. Al agua acudía aminorando accesos; al aire
accedía ahogando arena atenazadora al ánimo. Azucena, ante
ataurique arbóreo, aturullaba ardides atávicos, acuciantes,
adocenados. Ardía ante antepasado alboroto, ante antiguo arrebato.
Ajada, aherrojada al ámbar, acudió a Aristarco; accedió al amante
alterno. Apasionada.
¿Arcadio?:
Zote,
yermo, xerografiado, wolframio vejado, único tonto, simple roedor,
quepis paleto, obtuso niño, nada mejorable, lítico, kárstico,
jibia indeseada, hombre gilipollas, fenoménico, etéreo, dadivoso,
casposa beldad. Abochornado. Arcadio.
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