Fuente: Museos de Manzanares |
Probablemente, haya pocas ocasiones en que se puede escuchar a alguien con el conocimiento y la
sobresaliente capacidad de transmisión de ideas que posee Javier Huerta para
condensar en algo más de una hora que, para que García Lorca escribiera Yerma o
Alberti El adefesio, antes tuvo que rebelarse Benavente contra el teatro
realista, antes tuvo Marquina que haber traducido a Baudelaire, conocido a Rusiñol,
y antes debía abandonar Ramón María de Valle-Inclán su primer teatro para
dirigirse por la senda del esperpento.
No todos, pero algunos de los poetas del 27 escribieron teatro. Con mayor o menor fortuna, con mayor o menor pericia. Lorca no podría haber estrenado El maleficio de la mariposa sin la ayuda de Gregorio Martínez Sierra y su teatro Eslava. Sin olvidar a su mujer María de la O Lejárraga. Dejamos para otra vez las mujeres que escribieron en ese primer tercio del siglo XX. En Madrid hemos visto una exposición maravillosa de Lejárraga cuando escribía con el nombre de su marido y su vida posterior como María Martínez Sierra o su actividad política con su propio nombre.
En Madrid, en la RAE se exhibe una exposición sobre los Machado
y su colaboración teatral. Hoy olvidada. En la conferencia de Huerta nos habla
de la escasa verosimilitud de la diferencia entre los hijos del folklorista
Demófilo. Su mayor éxito fue La Lola se va a los puertos.
¿En qué
hace más hincapié durante su conferencia sobre el teatro de Federico García Lorca?
En su labor
como director de escena, en el éxito que tuvo a partir de 1934 con las giras de
México y Argentina que le permitieron la definitiva independencia económica.
Pero antes estuvo en los orígenes del teatro de La Barraca, idea original de
otro miembro de la generación del 27: Pedro Salinas. En una conferencia de 1930
propuso que se llevase el teatro al pueblo a imagen de lo que se hacía en
nuestros países vecinos. No hay texto de la conferencia. Hay referencias en la
prensa del momento de las palabras que dirigió a los universitarios madrileños.
La Unión Federal de Estudiantes Hispanos cogió el guante y buscando un guía que
llevara la lampara a un formato escenográfico encontraron a Federico García
Lorca, que se apoyó en Eduardo Ugarte, cuñado de Bergamín.
Los universitarios
querían teatro de vanguardia, aquello que se representaba en Europa. Pero García
Lorca les dijo que había un tesoro mucho más importante que se podía
representar. Ellos aportarían la modernidad a nuestra mejor tradición: El
teatro Barroco del siglo de Oro. Esas tres mil obras que apabullan a cualquier
teatro coetáneo. El teatro inglés de aquellos momentos, Shakespeare o Johnson,
por ejemplo, publicó/estrenó seiscientas obras.
Y así fue:
Salvo La tierra de Alvargonzález de Machado, al que don Antonio no asistió, y El retablillo de don Cristóbal de Lorca con el que homenajean a Federico a su
vuelta de la gira americana, las obras son elegidas del repertorio barroco
español, con predominio de Lope de Vega, pero con Tirso de Molina, Calderón y
los entremeses de Cervantes. Con decoradores de lujo como Benjamín Palencia,
Santiago Ontañón y José Caballero, que en este punto nos recuerda Huerta como
colaboró en la ilustración de Llanto por Ignacio Sánchez Mejías y en el último
montaje teatral en el que participa Lorca, El caballero de Olmedo de Lope de
Vega.
No olvida a
alguno de sus actores como María Carmen García Lasgoity o Modesto Higueras. Establece
relaciones entre la muerte de Ignacio Sánchez Mejías y la elección del
caballero herido de muerte camino de Olmedo. Lorca había leído a sus compañeros
de la Residencia de Estudiantes, embutido en mantas, como dictando testamento
en la cama, decía Pepín Bello, las obras de Lope, cuyo centenario se celebraba
en 1935, allá por los felices, o no, años veinte.
A Lorca le
gustaba el teatro del siglo de Oro. Y de Valle-Inclán le interesaban únicamente sus esperpentos. Al igual, al teatro social de los cincuenta, Lorca les parecía
demasiado poético.
(Es reseña de la conferencia dada por Javier Huerta Calvo, catedrático
de la Universidad Complutense, autor teatral, y comisario en 2010 de una
exposición sobre el teatro de La Barraca. Casa Malpica. III Encuentro en torno al 27. Luz de Candilejas: El 27 a escena. Archivo Museo Sánchez Mejías.)
12/06/2025 0:11 Actualizado 10:08
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Es curioso, ni que fuera una premonición. Gracias por compartirlo pues no conocía estos detalles de la vida de Lorca, un abrazo
ResponderEliminarGracias, Nuria, por tu comentario. Las premoniciones y las consecuencias. Un abrazo.
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