"La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos;... por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”. (Miguel de Cervantes).

Jorge y la maldición del dragón


     - Hoy me he levantado borgiano. No sé sí culto, pero sí curioso- se decía ufano mientras se rascaba su barriguita de lechón porcino-.  Se sentía bien, pero se daba cuenta que para los demás se había convertido en un grano en el culo- alguno se lo decía sin pudor-. El se decía- ¡Me palpo y sigo vivo! ¡Una paradoja! ¿Cómo sé que estoy vivo si solo lo sé yo? ¿Lo sabrá más gente? ¿Esto es una paradoja, un acertijo, un bucle o un misterio?
    Sería una paradoja mi existencia- reflexionaba en voz alta mientras Sabra le escuchaba pasmada- si fuera contraria a la lógica[i], una pura contradicción en toda regla, un real poco real, sin precio y fecha. ‘Sobremueres’[ii] decía Borges en Cuaderno San Martín, estás aquí, pero no estás.
     Me gustaría- seguía divagando- ser un acertijo y salir en la sección de crucigramas. Un damero maldito, una sopa de letras que se convirtiera en sudoku o en alineación de estrellas que, todas ellas, se alienaran. Un acertijo fácil muy difícil de resolver. Tan fácil que pudieras dar un traspiés. Al final, la única pretensión sería pasar el rato y, de paso, enredar y ser enrevesado. Lo que me gusta enredar. Enredar me hace humano, decía con cara de botarate. Me gusta ser enrevesado, que no me entiendan, que parezca que somos cultos.
     - ¿En serio, Jorge? Tonto del c… pareces en realidad. Eres oscuro, intrincado y difícil porque no sabes la decisión que debes tomar. ¡Divagas más que vueltas da una peonza recién lanzada por tus hijos!
     - ¿Por qué no me hablar? ¿Tú qué sabes de mis pensamientos mientras como pasteles, mejillones y este elixir de holandas envejecidas que se convierte en brandy?
     - Con esas mezclas sé que tu estómago estará más agujereado que un queso ‘maasdam’. ¡Pasteles, mejillones y brandy! ¿Por qué no te quedaste en Capadocia?
     - No sé si eres bucle o misterio. ¡Sabra, respóndeme! ¿Estoy vivo? ¿Soy un ente visible? ¿Soy un acertijo desentrañable sin dificultad? ¿Vive Ocón de Oro?

     - ¡Eres tonto! Y eres entrañable porque das pena. Te aguanto todos los días desde que mi vida salvaste del ataque de la bestia inmunda que asolaba mi reino. Ahora, ruego a Dios, al que me convertiste, que vuelva la bestia. ¡Qué vuelva el dragón! Me salvas y me condenas con tus disquisiciones. El reino te necesitas y tú te cuestionas, hora a hora, tu vida y tu realidad. ¿Un acertijo? ¿Y tú gobiernas el reino de mis antepasados? Con razón dicen nuestros vasallos y magnates que, para conocer a Jorgito, dale un carguito. Ocurre que el carguito es ser rey. ¡Vístete! ¡aunque sea de negro! Irás elegante. ¡Y gobierna!
     - Siempre lo mismo, reina mía- Los ojos de Sabra era rayos de tormenta eléctrica-. Todos los días igual. Es como un bucle temporal y melancólico. Es como una caída del caballo constante. Un Saulo de Tarso que se cisca la cabeza y los metatarsos. ¡Todos los días! Padeciendo o disfrutando de la revelación divina. Camino de Damasco, ¡todos los días! Quiero salir de este reino. ¡Ya! Yo era soldado romano, caballero cristiano, defensor de entuertos. Ser rey me ata. Las obligaciones diarias. Yo era un caballero. Los caballeros vamos de aventura. Defendemos a las damas en peligro, entuertos que haya que resolver, esperas y vigilias nocturnas al calor del fuego en un bosque, …
     - ¡Alto, alto, listillo! Tu no me defiendes nada más que a mí y nuestro reino. ¡Y de aventuras y aventuritas, nada de nada! ¡Me has dejado preñada cuatro veces! ¡Cuatro! ¡En los aposentos reales no das tantas vueltas, Jorge! Reinar consiste en tomar medidas. Y se debe reinar todos los días. No es un bucle. Tienes a los habitantes del reino con necesidades y alguien debe ejercer, con responsabilidad, para que todos sean atendidos. Tú quieres ser rey para requebrar damas porque ya me ves gorda después de los partos y no soy deseable a tus ojos como cuando me libraste del dragón. Y quieres pasar el rato como un rey sin cargas, pero con cargo. Con todo lo bueno, pero sin decidir porque sabes que a unos beneficiará y a otros perjudicará. Y quieres caer bien a todos, ¡algo imposible!, y, además, quieres libertad para beber, comer y holgar. ¿Dónde queda gobernar, tomar decisiones, arriesgarte? Tienes miedo, eso es. Mucha lancita y mucho escudo, pero te arrugas impartiendo justicia. ¡Y la barriga que estás echando! ¿en serio, Jorge? ¡Menos cochinillo y más trabajillo!
    - Querida Sabra, mi amor, este reino de dos mil años me abruma, me agarrota y me frustra. No sé por qué misterio permanecemos eternamente en este reino. ¿Obedecemos a un plan divino?, ¿diabólico?, ¿ambos planes concurren? Y vine por una vida. Y llevo miles de ellas. Gobierno a seres que veo como nacen, crecen, se aman, conviven, y, al final, mueren. Y así desde hace dos mil años. No somos dioses ni humanos. No encajamos. Somos un misterio por resolver, un bucle antiguo y taciturno, un acertijo cuántico, un pensamiento fenomenológico. Tal vez una paradoja temporal. Tenemos dos mil años y aparentamos cuarenta y cinco. Seríamos casi viejos hace dos mil años y jóvenes en el siglo XXI. Anclados en un reino de difícil ubicación y temporalidad. No entiendo tu realismo en un mundo que no es real.
     - Tú lo has dicho antes. Somos tan supervivientes que estamos sobremuertos. No tenemos fin y nuestro único propósito es ayudar a los que sufren o disfrutan del llamado “valle de lágrimas”. Tu querido Borges decía también que “Ese disperso amor es nuestro desanimado secreto. Una cosa invisible está pereciendo del mundo, un amor no más ancho que una música.[iii]
      Nuestra vida es un misterio- Sabra, sancha, transcendía con realismo- que algún día desentrañaremos, como los augures de la antigua Roma en las grandes epopeyas de nuestros antepasados. El misterio, el bucle, el acertijo, la paradoja es que estamos aquí, pero estamos. ¿Te enteras, Jorge? Mientras no se resuelva…hagamos algo de provecho.
     - Veo que tú eres una paradoja, un acertijo, un bucle y un misterio porque eres capaz de resolver los míos- Sabra no se decidía entre ser comprensiva o ir en busca de la bestia.
      Y siguieron enredando y desenredando ovillos como Ariadna, como Penélope. Eternamente, como Aracne en el cuadro de Velázquez. Y no comieron perdices. ¡No! Todos los días aparecía de un sitio desconocido una fuente con pasteles de diferentes sabores, una fuente de mejillones frescos y unas botellas de brandy Peinado solera 120 años. Su hígado, él de los dos, se regeneraba cada noche para ser maltratado cada día. Y así. Por los siglos de los siglos.
      Era la maldición del dragón. Lo mataron manchándose con su sangre. Su sangre les condenó eternamente a vivir. Sangre que les hacía conocer el lenguaje de los pájaros y las serpientes, herederos de los grandes animales del Cenozoico. Una eternidad.
     ¡Ssssh!


[ii] BORGES, J.L.: Obras Completas, tomo I 1923-1936. Cuaderno San Martín. María Kodama y Círculo de Lectores. Barcelona. 1995. Página 114.
[iii] BORGES, J.L.: Obra citada. Página 117.

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